DÍA 13
MES DE JUNIO DEDICADO AL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.
ACTO DE CONTRICIÓN
Por la señal, etc.
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa oh, buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA 13
EN EL SAGRADO CORAZÓN,
HALLAREMOS EL MÁS PRECIADO TESORO
I
Se cansan los hombres y se exponen a gravísimos peligros, para adquirirse una fortuna; atraviesan mares, desafían climas todo les parece poco, si pueden hacerse con un puñado de oro para regalar esta miserable vida. ¡Cuántos, no obstante, ven defraudadas sus esperanzas! y aun cuando consigan verse llenos de riquezas, ¿acaso dan éstas, paz y felicidad a su corazón? Al revés, porque el temor de perderlas o la tristeza de tener que abandonarlas con la muerte, bastan para turbar la alegría de su posesión.
Alma mía, no busques con loco afán estas riquezas perecederas. Sea tu mejor riqueza el Sagrado Corazón de Jesús. He aquí un tesoro que sin gran esfuerzo puedes alcanzar. No has de emprender para ganarlo; largos viajes, ni costosos trabajos, ni difíciles industrias, ni luchar con los elementos, ni arriesgar la salud o la existencia. Todo esto lo hacen los hombres por el oro y la plata de este mundo. Nada de esto exige de ti el Sagrado Corazón de Jesús. Cerca le tienes, a tu mano está; El mismo se te ofrece y convida; sólo querer ser rica, con las riquezas de éste para dejarse poseer con toda seguridad.
¿Te resuelves, alma mía, a hacer esta brillante fortuna? ¿Te decides a querer ser rica con las riquezas de este Sagrado Corazón?
Medítese unos minutos.
II
¡Oh vanas riquezas del mundo, que tantas veces habéis excitado mi codicia! ¡Oh mezquinos tesoros de oro y plata, o mejor, de lodo y estiércol, en los cuales suele poner el hombre su corazón! ¿Qué sois en comparación de las riquezas eternas de ese Corazón Divino, tesoro de los bienaventurados y prenda de toda su felicidad? ¡Qué necios son los hombres que se desviven por alcanzaros, sabiendo que han de morir, y os han de dejar apenas hayan empezado a poseeros!
¡Oh, Señor, que sois la verdadera riqueza de vuestros elegidos! No quiero otra cosa que Vos, ni busco mejor tesoro. Seguro estoy de que, si llego a poseeros, ni ladrones, ni adversidades, ni la muerte misma me lo han de arrebatar. Los poderosos del mundo tienen suntuosos palacios; a mí me basta un asilo en el nido amoroso de vuestro Corazón: se cubren con galas y joyas de gran precio; quiero yo sólo para mi alma las joyas de vuestra gracia; gózanse ellos en regalados banquetes y músicas deliciosas; a mí me basta saborear los inefables consuelos de vuestro amor.
¡Oh, Señor riqueza inagotable! ¡Cuán pobre es el corazón que no os posee, aunque posea todos los bienes de la tierra!
Medítese, y pídase la gracia particular.
DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN DE CADA DÍA
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies; oh, Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo oh, soberano Maestro y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, ¡oh, Señor! firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
***Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.