domingo, 3 de abril de 2016

LOS DISCÍPULOS SON AMADOS POR EL SEÑOR, Y CON TODO SON ENVIADOS AL MUNDO PARA PADECER. San Gregorio Papa


Homilía de maitines

DOMINGO IN ALBIS
DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN GREGORIO, PAPA
Homilía 26 sobre los evangelios
La primera cuestión que se ofrece a nuestra mente cuando oímos la lectura del Evangelio de este día, es la siguiente: ¿de qué modo fue un verdadero cuerpo del Señor después de la resurrección, y como pudo presentarse a los discípulos estando las puertas cerradas? A esto debemos responder que si las obras divinas se comprendieran con la razón, no serían admirables, ni la fe tendría merito si la razón explicase el misterio. Estas obras de nuestro Redentor, que son completamente incomprensibles, las hemos de comparar con otras que realizo en otras circunstancias, a fin de aumentar nuestra fe en estas cosas admirables, con la consideración de otras mucho más maravillosas. Tengamos presente, que aquel cuerpo del Señor que se presentó a sus discípulos estando las puertas cerradas, es el mismo que en su natividad vino al mundo sin abril el seno de la Virgen. Por lo mismo ¿Qué tiene de admirable que entrase estando las puertas cerradas, el que después de su resurrección había de reinar eternamente, si viniendo para morir salió del seno cerrado de la Virgen?
Mas porque la fe de los que le miraban dudaba de aquel cuerpo que contemplaban, les mostro al instante las manos y el costado, les ofreció, para que la tocaran, aquella carne que entró estando las puertas cerradas. Con lo cual, les dio prueba de dos cosas admirables, y que parecen contrarias a la humana razón, a saber; que siendo su cuerpo después de la resurrección incorruptible, con todo se podía palpar, siendo así que todo lo palpable está sujeto a corrupción, y no es palpable lo que no se corrompe. Y no obstante, de una manera admirable e inestimable, nuestro Redentor después de su resurrección mostró su cuerpo incorruptible y palpable. Lo cual realizó, a fin de que mostrándolo incorruptible nos invitara al premio, y ofreciéndolo palpable nos confirmase en la fe. Así pues, lo mostró incorruptible y palpable, para enseñarnos que verdaderamente su cuerpo después de la resurrección era de la misma naturaleza que antes, pero con una gloria mucho mayor.
Y les dijo: “La paz sea con vosotros. Así como me envió mi Padre, así yo os envío a vosotros”. Esto es, así como mi Padre Dios me envío a mí que soy Dios; así yo Hombre, os envió a vosotros hombres. El Padre envió al Hijo, aquel mismo que quiso se encarnase para la redención del linaje humano. Quiso que se encarnase para padecer, y con todo amaba a aquel Hijo que quiso sufriese la pasión. Así también el Señor envió a los Apóstoles, no a los goces del mundo, sino a lo mismo que él fue enviado, es decir a la pasión y a los sufrimientos. Por lo mismo, así como el Hijo amado por el Padre es enviado a los sufrimientos, así los discípulos son amados por el Señor, y con todo son enviados al mundo para padecer. Por lo cual dice con toda verdad; “Así como me envió el Padre, así yo os envío” Es decir, que al enviaros en medio de los escándalos de los perseguidores, os amo con aquella caridad con la cual me ama el Padre, quien me envió para los sufrimientos de la pasión.