domingo, 17 de abril de 2016

NO TARDA EL SEÑOR EN CUMPLIR LO PROMETIDO. San Agustín


Homilía de maitines

III DOMINGO DE PASCUA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de San Agustín, Obispo.
Tratado 101 sobre san Juan hasta el fin
Este poco significa todo el espacio que recorre el presente siglo. Por esta razón el mismo Evangelista escribe en su Epístola: “Estamos ya en la última hora”. Y Jesús añade: “Porque me voy al Padre”; lo cual ha de referirse a las primeras palabras, en que dice: “Dentro de un poco, y ya no me veréis”, y no a las últimas: “Porque después me volveréis a ver”. Al ir al Padre, debía en efecto, ocultarse de sus miradas, y por sus palabras no significa que había de morir, permaneciendo fuera de su presencia hasta que resucitara, sino que había de ir al Padre, lo cual cumplió después de su resurrección, subiendo al cielo después de conversado con ellos por espacio de cuarenta días.
Cuando dijo: “Aun un poco y ya no me veréis más”, se dirigía a aquellos que entonces  le veían corporalmente presente, y les hablaba de esta forma porque había de ir al Padre, y después de su ascensión ya no le verían en carne mortal, del modo que lo contemplan cuando decía estas cosas. Pero cuando añadió: “Y de ahí a otro poco no me veréis”, lo prometió a la Iglesia Universal, como también hizo a toda la Iglesia esta otra promesa: “He ahí que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo”. No tarda el Señor en cumplir lo prometido. Dentro de poco tiempo lo veremos. Entonces ya nada le pediremos, nada le preguntaremos, supuesto que ya nada desearemos ni quedará nada desconocido para aprender.

Este poco nos parece largo, por lo mismo que aún se está realizando. Cuando esté terminado, entonces veremos lo muy corto de su duración. Por lo mismo, no queremos gozar como lo hace el mundo, del cual está escrito: “El mundo se gozará”. Con todo, procuremos que durante el parto del deseo de la eternidad nuestra tristeza no este privada de gozo. Como dice el Apóstol: “Gocémonos con la esperanza; permanezcamos pacientes en la tribulación”. En efecto, la mujer que esta de parto, a la que somos comparados, más se goza del hijo que espera, que está triste por el dolor presente.