viernes, 15 de abril de 2016

EL DRAMA DEL PECADO Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 115-116)


EL DRAMA DEL PECADO
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 115-116)
El admirable plan de Dios sobre el hombre  en la creación del hombre se frustra con el pecado de nuestros primeros padres Adán y Eva. El hombre desobedece el mandamiento de Dios,  fuerza su límite de criatura, desafiando a Dios, su único Señor y fuente de la vida, queriéndose hacer dios de su propia existencia. El pecado de desobediencia separa al hombre de Dios, y sus consecuencias son tremendas no solo para él sino también para su descendencia: pierde la santidad y la justicia en que había sido constituido, recibidas no sólo para sí, sino para toda la humanidad. El hombre se ve condenado a vivir fuera del “paraíso” de Dios y como última consecuencia la muerte.
Adán y Eva, cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído: es lo que llamamos pecado original y que hace que la naturaleza del hombre, “aun sin estar totalmente corrompida, se halla herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al poder de la muerte, e inclinada al pecado. Esta inclinación al mal se llama concupiscencia.”
Es en el pecado donde encontramos la raíz de las heridas personales y sociales, que ofenden en modo diverso el valor y la dignidad de la persona humana.

La consecuencia del pecado, en cuanto acto de separación de Dios, es precisamente la alienación, es decir la división del hombre no sólo de Dios, sino también de sí mismo, de los demás hombres y del mundo circundante.