martes, 29 de junio de 2021

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. Día 30

DÍA 30

MES DE JUNIO DEDICADO AL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Por la señal, etc.

 

¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa oh, buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

 

DÍA 30

DEMOS HOY GRACIAS AL SAGRADO CORAZÓN

POR LOS BENEFICIOS

QUE ESPERAMOS RECIBIR EN LA GLORIA

 

I

Las misericordias que dispensa el Señor acá en la tierra a sus criaturas no son más que pálida sombra de las inefables que reserva para ellas en la eternidad feliz. El cielo ha de ser nuestro estado perfecto, y allí será realizado el ideal más perfecto de dichas que pueda forjarse ahora el hombre en sus más lisonjeros ensueños. O mejor, será tal nuestra dicha, que ni en la más pequeña proporción le es dado imaginarla a la humana fantasía. Si una gota sola de sus consuelos que derrame hoy el Señor en nuestro corazón basta para que olvide éste sus mayores tristezas y quebrantos, ¿qué será anegarlo en aquel mar sin fondo de bienandanza y de paz? Si unos vislumbres que de su perfección y belleza ha querido dejar el Autor de lo criado en algunas de sus criaturas, y que el arte inspirado por Él reproduce en sus obras maestras, así nos enajena el alma, ¿qué será ver cara a cara a la suprema Belleza y perfección que abiertamente y sin velos se comunica a sus elegidos? Allí la salud sin el menor riesgo de enfermedad o molestia; allí la vida sin la dolorosa perspectiva de una muerte próxima o lejana; allí el amor sin tibieza ni desfallecimiento; allí la fiesta perpetua del alma sin tregua en el regocijo. El aleluya glorioso que allí se canta no es como acá, mezclado con los gemidos de la persecución o con los gritos de combate. Ni se vence allí con fatigas y trasudores, sino que pacíficamente se reina. Vivir con lo que significa de más absoluto la palabra vida; gozar con lo que tiene de más puro y embriagador la palabra goce; amar con la mayor plenitud y alcance que es dado concebir en la palabra amor. He aquí lo que me promete Dios; he aquí lo que me reserva.

¡Gracias Corazón de mi amado Jesús, gloria de los bienaventurados, sol esplendente de la felicísima ciudad de Dios!

Gracias por esos dones que por Vos esperamos, y que mediante vuestra gracia y nuestras buenas obras estamos seguros de poseer.

Medítese unos minutos.

 

II

Alza, alma mía, alza los ojos a ese cielo azul tachonado de estrellas por la noche y de día radiante la claridad; álzalos y contempla allí tu patria, el dulce hogar de tu padre, la mansión feliz que, en breve, muy en breve, sí, va a ser tu patrimonio. Esa región maravillosa de paz, de felicidad y eterna bienaventuranza, con sus Ángeles y Santos, con la Reina gloriosa de ellos, María, con la Humanidad resplandeciente de Cristo, con la augusta majestad de la Trinidad Beatísima. Todo, todo es para ti. Ensancha tu corazón, dilata hasta los más remotos confines de tu imaginación, sé codiciosa hasta donde quepa creerlo a tu más exigente anhelo; todo excederá tus esperanzas, todo sobrepujará tu ilusión. No bienes perecederos que la muerte arrebata; no amores inconstantes que la edad marchita y la ausencia entibia; no fortuna incierta y veleidosa que a la menor vicisitud se cambia; nada de eso con que prometiéndote el mundo hacerte feliz te hace profundamente desgraciada, nada de eso será tu recompensa. Contempla la grandeza de tu porvenir, lo magnífico de tus esperanzas. Enciéndete en ardor de poseerlas, y rinde gracias mil al Corazón Divino cuya es la gracia que te las ha de proporcionar.

¡Oh, Sagrado Corazón de mi buen Jesús! No quiero aguardar a que reciba vuestro soberano don para mostrarme agradecido. El hijo que lee consignado en el testamento de su padre su heredamiento, no espera a darle las gracias a que esté ya en posesión del patrimonio. No, aquella página en que se le promete equivale ya para él a un título de posesión. Y esta página la habéis escrito Vos repetidas veces en vuestro testamento y en ella cien veces me habéis nombrado a mí, gusanillo infeliz, heredero de vuestra gloria. ¡Gracias, soberano Señor, gracias! Os las tributamos, aquí rendidas y amorosas en este día de vuestro devoto mes, y anhelamos todos los aquí presentes reunirnos con Vos en el cielo para cantárosla allí en unión del Padre y del Espíritu Santo, a quien sea toda alabanza, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Medítese, y pídase la gracia particular.

 

 

DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN DE CADA DÍA

ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

 

Rendido a vuestros pies; oh, Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo oh, soberano Maestro y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, ¡oh, Señor! firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

 

***Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque

CATECISMO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. CAPITULO XI

III LA HORA SANTA

 

12. ¿En qué consiste la Hora Santa?

Consiste en una hora de oración mental o vocal, la noche del jueves al vier­nes, en unión con Jesucristo nuestro Señor, triste hasta la muerte en su agonía del Huerto de los Olivos.

 

13. ¿Cuál es su origen?

Esta piadosa práctica tiene su origen en las palabras dirigidas por el Corazón de Jesús a Santa Margarita María: «Para acompañarme en aquella mi humilde oración que ofrecí entonces a mi Padre en medio de tantas angustias, te levantarás de las once a las doce de la noche del jueves al viernes para postrarte una hora conmigo, rostro en tierra.»

 

14. ¿Cuáles son los fines de este piadoso ejercicio?

Son los siguientes:

1° Mitigar de algún modo la amargura que experimentó Jesús en su agonía por el abandono de sus Apóstoles.

2° Pedir misericordia por los pecadores.

3° Orar por los agonizantes y por los afligidos.

4° Movernos aun vivo dolor de nuestros pecados, causa de la angustia mortal de Cristo.

 

15. ¿Cómo debe practicarse la Hora Santa?

Puede practicarse en común o en privado, ante el Santísimo o en su propia habitación. En su esencia se reduce a compenetrarse de los sufrimientos del Corazón de Jesús en su agonía, en su Pasión, y de parte de los pecadores condoliéndose y dándole gracias.

Las personas inexpertas en la oración mental pueden hacer el Vía crucis, rezar el Rosario con los misterios dolorosos, las Letanías del Sagrado Corazón o del Santo Nombre de Jesús, cinco Padrenuestros, Avemarías o Glorias a las cinco llagas, etc.

 

  

IV - PRIMER VIERNES Y GRAN PROMESA

 

1. ¿Qué día del mes se consagra especialmente a honrar al Corazón de Jesús?

El primer viernes de cada mes.

 

2. ¿En qué se funda esta práctica?

En los deseos manifestados por el Corazón de Jesús a Santa Margarita María y en los de S. S. León XIII.

 

 

3.: ¿Cuáles son las palabras de Santa Margarita María?

«Se me apareció el Señor resplandeciente de gloria y me dijo: Atiende a mi voz y a lo que te pido. Comulgarás todos los primeros viernes de mes para reparar en cuanto pudieres los ultrajes que he recibido en el Santísimo Sacramento del Altar durante el mes.» Y en una carta añade: «Todos los viernes, pero especialmente el primero de cada mes, están consagrados a honrar al Corazón de Jesús

 

4. ¿Cuáles fueron las palabras del Vicario de Cristo?

El 21 de julio de 1899 escribía el cardenal Mazella, por encargo especial de S. S. León XIII, a todo el episcopado católico: «Ardentísimamente desea Su Santidad que se propague por todas partes la práctica altamente recomendable de hacer algunos ejercicios en honor del Sagrado Corazón el primer viernes de cada mes

 

5. ¿Cuáles son los ejercicios más indicados para este fin?

Los más indicados son: Oír la santa, Misa, visitar al Santísimo Sacramento del Altar, meditar sobre el Sagrado Corazón, rezar sus Letanías, y el acto de consagración según la fórmula compuesta por León XIII y ligeramente modificada por Pío XI. Pero el acto cumbre, pedido por el mismo Sagrado Corazón, es hacer la Comunión reparadora, objeto de una promesa magnífica, llamada la Gran Promesa.

 

6. ¿Cuál es esta promesa?

Es la duodécima, que brilla entre las restantes como el sol entre los astros, y cuyo texto es el siguiente: «Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá, a todos los que comulgaren nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia ni sin recibir sus Sacramentos, haciéndose mi Corazón su asilo seguro en el último momento.» (Octubre de 1689)

 

7. ¿Cuántas cosas se comprenden en esta promesa?

Se comprenden tres cosas:

1ª La penitencia final, o sea, no morir en desgracia de Dios.

2ª La de no morir sin Sacramentos.

3ª La de que el Sagrado Corazón le servirá de asilo seguro en aquella hora postrera.

 

8. ¿Es auténtica la Gran Promesa?

Sí, la Gran Promesa tiene todas las garantías de certeza histórica que desearse puedan; y así vemos que S. S. Benedicto XV la reproduce textualmente en la Bula de canonización de la Santa.

 

9. ¿Qué certeza nos da de nuestra eterna salvación?

No puede darnos una certeza absoluta e infalible de eterna salvación, ya que, según el Concilio de Trento, nadie la puede tener sin expresa revelación personal del mismo Dios; pero sí una certeza moral humana, suficiente para desechar vanos temores y andar con el corazón dilatado por el camino del cielo.

 

10. ¿No podría inducirnos al pecado de presunción?

El presuntuoso que, habiendo hecho esta Novena de Comuniones, tomara pie de la promesa para pecar a sus anchas, apartarse de los Sacramentos y descuidar su salvación, se excluiría él mismo del beneficio de la Gran Promesa. El Corazón de Jesús no quiso brindarnos con un estímulo de pecado sino con un poderoso auxilio para asegurar nuestra perseverancia practicando su santa ley. De Dios no se ríe nadie.

 

11. ¿Cómo ha de interpretarse, por lo tanto?

Ha de interpretarse diciendo que los que hayan cumplido fielmente todos los requisitos señalados recibirán una gracia poderosa para no pecar o una gracia omnipotente para salir fácilmente del pecado, logrando así su salvación por los medios auténticos: la fe, la observancia de los mandamientos y el estado de gracia.

 

12. ¿Qué sentimientos debe inspirarnos tan espléndida promesa?

Una confianza arraigadísima en la voluntad salvífica del divino Corazón, y un ardiente deseo de responder generosamente al amor de quien tanto nos ama para lograr la perseverancia final.


13. ¿Qué trascendencia tiene la perseverancia final? .

Es la gracia más importante y decisiva, pues de ella depende nuestra eterna salvación. Sin ella quedan sin fruto todas las demás.

De ahí se infiere el precio inestimable de la Gran Promesa, pues, rectamente interpretada, da a los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, con las condiciones requeridas, la certeza moral de obtener la perseverancia final.

 

14. ¿Cuál es la primera condición exigida por Cristo nuestro Señor?

Es que las nueve comuniones han de hacerse los primeros viernes de cada mes y que las nueve sean seguidas.

Sí la interrupción procediera de ocurrir el primer viernes en Viernes Santo, se proseguiría la Novena un mes más tarde. Y lo mismo si se interrumpiera por causa de enfermedad u otra imposibilidad; pero lo más seguro es volver a empezar la Novena.

 

15. ¿Cuál es la segunda?

La segunda consiste en comulgar en estado de gracia, con intención recta y en honra del Corazón de Jesús.

 

NO MATARÁS. ¿CUAL SERÁ EL JUICIO DE DIOS SOBRE NUESTRA GENERACIÓN? HOMILÍA

EVANGELIO DEL DÍA: TÚ ERES PEDRO, Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA

29 de junio
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
Forma Extraordinaria del Rito Romano
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».  Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Mateo 16, 13-19

TEXTOS DE LA MISA San Pedro y San Pablo, apóstoles. 29 de junio


COMENTARIO AL EVANGELIO   

Homilía de maitines  LA CONFESIÓN DE LA VERDAD FUE RECOMPENSADA. San Jerónimo
PEDRO ERES TAMBIÉN PIEDRA PORQUE SERÁS FORTALECIDO POR MI PODER. San León Papa   

NO HAY SEGURIDAD EN EL EVANGELIO, SINO ESTÁ CONFIRMADO POR PEDRO. San JErónimo

LA FE DE SAN PEDRO. San Juan Bautista de la Salle
LA SUMISIÓN DEBIDA A LA IGLESIA. San Juan Bautista de la Salle
Benedicto XVI ¿DE QUE MANERA PEDRO ES LA ROCA?
ORACIÓN EN LA FIESTA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO. Liturgia mozárabe

lunes, 28 de junio de 2021

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. Día 29

 

DÍA 29

MES DE JUNIO DEDICADO AL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Por la señal, etc.

 

¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa oh, buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

 

DÍA 29

DEMOS HOY GRACIAS AL SAGRADO CORAZÓN

POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS

EN EL ORDEN DE LA GRACIA

 

I

Si pródiga se ha mostrado conmigo la mano de Dios en el orden natural, no se lo ha mostrado menos en el orden de la gracia, o sea, el de los medios sobrenaturales que me ha concedido por mi justificación y para mi salvación eterna.

En el centro de su Iglesia me ha hecho nacer como un hermoso jardín que riegan caudalosos ríos y fecundan a todas horas abundantes lluvias. El Bautismo con que me inició en la vida sobrenatural, los demás Sacramentos con que ella me robustece y sustenta, los santos ejemplos que para estímulo mío me hace admirar de continuo alrededor la voz de sus ministros, la enseñanza de los buenos libros, los secretos toques con que ora despierta, ora aviva, ora quizá hasta resucita mi corazón, ¿qué son sino ligera historia de los admirables beneficios con que me va conduciendo su mano desde la cuna hasta la eternidad? Si fijo mi consideración en lo que ha sido hasta aquí mi vida; si me detengo en reflexionar sobre las causas que en cualquier período de ella han influido en mis determinaciones para que fuere hoy lo que soy y no lo que por desgracia son otros desventurados, ¿no me hallo en todos mis pasos objeto de una tierna y amorosa solicitud de mi buen Dios? Aquella palabra que me hizo saludable impresión, aquella página que me hirió el alma, aquel ejemplo que me alumbró de repente con vivos resplandores, ¿quién los disponía y hacía aparecer en mitad de mi camino, sino la Providencia admirable de mi Dios que velaba por mí, como madre tiernísima por el hijo que lleva en brazos?

¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! A Vos debo el manantial de estas gracias sin número ni medida, que sobre mi mal ha derramado la divina misericordia. Vuestras son, porque Vos nos las habéis merecido y proporcionado, porque es vuestro el conducto por donde a su vez vuelen al Padre celestial los afectos de mi pobre corazón.

Medítese unos minutos.

 

II

No hay minuto de mi vida en que no tenga algo que agradecer a la infinita bondad y misericordia de mi Dios en orden a la gracia. Más fácil fuera contar las estrellas que tachonan el cielo en una noche serena, o las gotas de rocío que esmaltan el prado en una fresca mañana de abril, que reducir a cifra las ilustraciones superiores con que esclarece Dios constantemente la noche de mi vida o las gotas de rocío celestial con que ablanda y fecundiza la aridez de mi corazón. La habitual distracción en que vivo y lo limitado de mi inteligencia, no me permiten sondear como quisiera esos misterios de la operación de Dios en mi alma por medio de la gracia multiforme; conocimiento completo de ella no la tendré sino a la luz de la gloria en la eternidad feliz. Hoy sólo puedo imperfectamente rastrearlos; pero, aun así, bástame sólo mediana consideración de ellos, para que me confundan su inconmensurable riqueza, su magnífica variedad, su poderosa eficacia. El estudio atento de mí mismo en una sola de mis tentaciones a que haya felizmente resistido me prestaría materia para incesantes alabanzas a Dios ¡y son tantas en el decurso del día, del mes, del año, de la vida, son tantas esas crisis porque ha pasado mi salvación eterna, crisis que ha venido a resolver a favor mío una ayuda en quien entonces tal vez ni siquiera pensaba!

¡Ah! La eternidad misma no me parece bastante para agradecerte dignamente tales muestras de amor de mi buen Dios. Vos podéis, Corazón Divino de mi amante Jesús, llenar cumplidamente en mi nombre esta obligación sagrada. A Vos escojo para que paguéis por mí esta deuda de reconocimiento. Tomad Vos, Jesús mío, los votos de mi alma y presentadlos al Eterno Padre en unión del eterno himno de gracias que en gloria suya le canta vuestro adorable Corazón.

Medítese, y pídase la gracia particular.

 

 

DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN DE CADA DÍA

ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

 

Rendido a vuestros pies; oh, Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo oh, soberano Maestro y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, ¡oh, Señor! firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

 

***Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque