6ª
APARICIÓN DE LA VIRGEN
FÁTIMA, 13 DE OCTUBRE DE 1917
-“¿Qué quiere usted de mí?
-Quiero decirte que hagan aquí una
capilla en mi honor. Que soy la Virgen del Rosario. Y que continuéis rezando el
rosario todos los días. La guerra va a terminar y los militares volverán pronto
a sus casas.
-Tengo que pedirle muchas cosas: la
curación de unos enfermos, la conversión de unos pecadores, etc.
-Unos sí. Otros no. Es preciso que se
conviertan; que pidan perdón de sus pecados. Después tomó un aspecto más triste
y dijo: ¡No ofendan más a Dios nuestro Señor que ya está muy ofendido! Y
abriendo las manos, las hizo reflejar en el sol. Y mientras se elevaba,
continuaba proyectándose en el sol el reflejo de su propia luz.
He aquí el motivo por el cual pedí que
le mirasen. No era querer llamar hacia él la atención de la gente, pues ni
siquiera me daba cuenta de la presencia del sol; lo hice sólo llevada por un
impulso interior que a eso me movía.
Desaparecida
nuestra Señora en la inmensidad del firmamento, vimos al lado del sol a San
José con el Niño y a la Santísima Virgen vestida de blanco con un manto azul. San
José con el Niño parecía bendecir al mundo en unos gestos que hacía con la mano
en forma de cruz. Poco después, desvanecida esta aparición, vi a nuestro Señor
y a nuestra Señora que daba la impresión de ser la Virgen de los Dolores.
Nuestro Señor parecía también bendecir al mundo de la misma manera que San
José. Desaparecieron de nuevo y me pareció ver todavía a nuestra Señora en
forma semejante a la Virgen del Carmen”.