Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Se
recuerda hoy a San Pedro de Alcántara, sacerdote franciscano, que adornado con
el don de consejo y de vida penitente y austera, reformó la disciplina regular
en los conventos de la Orden en España, siendo consejero de santa Teresa de
Jesús en su obra reformadora de la Orden de los Carmelitas (1562). Con algunos
textos de su Tratado de la oración
meditamos el rosario de hoy.
Señor
mío Jesucristo…
MISTERIOS LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“Cuanto
al beneficio de la vocación, considera primeramente cuán grande merced de Dios
fue hacerte cristiano, y llamarte a la fe por medio del bautismo y hacerte también
participante de los otros sacramentos. Y si después de este llamamiento,
perdida ya la inocencia, te sacó de pecado, y volvió a su gracia, y te puso en
estado de salud, ¿cómo te podrás alabar por este beneficio? ¡Qué tan grande
misericordia fue aguardarte tanto tiempo y sufrirte tantos pecados, y enviarte
tantas inspiraciones, y no cortarte el hilo de la vida como se cortó a otros en
ese mismo estado; y, finalmente, llamarte con tan poderosa gracia que
resucitases de muerte a vida y abrieses los ojos a la luz! ¡Qué misericordia
fue, después de ya convertido, darte gracia para no volver al pecado, y vencer
al enemigo y perseverar en lo bueno! Éstos son los beneficios públicos y
conocidos: otros hay secretos, que no los conoce sino el que los ha recibido, y
aun otros hay tan secretos, que el mismo que los recibió no los conoce, sino
sólo aquel que los hizo.”
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“Apareja,
Dios mío, apareja, Señor, una agradable morada para ti en mí, para que, según
la promesa de tu santa palabra, vengas a mí y reposes en mí. Mortifica en mí
todo lo que desagrada a tus ojos y hazme hombre según tu corazón. Hiere, Señor,
lo más íntimo de mi ánima con las saetas de tu amor, y embriágala con el vino
de tu perfecta caridad.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.
“Si
quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida, seas
hombre de oración. Si quieres alcanzar virtud y fortaleza para vencer las
tentaciones del enemigo, seas hombre de oración. Si quieres mortificar tu
propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oración. Si
quieres conocer las astucias de Satanás, y defenderte de sus engaños, seas
hombres de oración. Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el
camino de la penitencia y del trabajo, seas hombre de oración. Si quieres ojear
de tu ánima las moscas importunas de los vanos pensamientos y cuidados, seas
hombre de oración. Si la quieres sustentar con la grosura de la devoción y
traerla siempre llena de buenos pensamientos y deseos, seas hombre de oración.
Si quieres fortalecer y confirmar tu corazón en el camino de Dios, seas hombre
de oración. Finalmente, si quieres desarraigar de tu ánima todos los vicios y
plantar en su lugar las virtudes, seas hombre de oración; porque en ella se
recibe la unción y gracia del Espíritu Santo, la cual enseña todas las cosas.”
4.-La Transfiguración del Señor
“Procuremos
en este santo ejercicio de juntar en uno la meditación con la contemplación,
haciendo de la una escalón para subir a la otra, para lo cual es de saber que
el oficio de la meditación es considerar con estudio y atención las cosas
divinas discurriendo de unas en otras para mover nuestro corazón a algún efecto
y sentimiento de ellas, que es como quien hiere un pedernal para sacar alguna
centella de él. Mas la contemplación es haber ya sacado esta centella, quiero
decir, haber ya hallado este efecto y sentimiento que se buscaba, y estar con
reposo y silencio gozando de él, no con muchos discursos y especulaciones del
entendimiento, sino con una simple vista de la verdad, por lo cual dice un
santo doctor que la meditación discurre con trabajo y con fruto; mas la
contemplación sin trabajo y con fruto; la una busca, la otra halla; una rumia
el manjar, la otra lo gusta; la una discurre y hace consideraciones, la otra se
contenta con una simple vista de las cosas, porque tiene ya el amor y gusto de
ellas; finalmente, la una es como medio, la otra como fin; la una como camino y
movimiento, y la otra como término de este camino y movimiento.”
5.- La institución de la Eucaristía
“Para
entender algo de este misterio, has de presuponer que ninguna lengua criada
puede declarar la grandeza del amor que Cristo tiene a su Esposa la Iglesia; y,
por consiguiente, a cada una de las ánimas que están en gracia, porque cada una
de ellas es también esposa suya. Pues queriendo este Esposo dulcísimo partirse
de esta vida y ausentarse de su Esposa la Iglesia (porque esta ausencia no le
fuese causa de olvido), dejóle por memorial este Santísimo Sacramento (en que
se quedaba Él mismo), no queriendo que entre Él y ella hubiese otra prenda que
despertarse su memoria, sino sólo Él.”