Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace hoy memoria de
San Bruno, sacerdote, que, oriundo de Colonia, se dedicó a ensañar Teología,
pero deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el
apartado valle de Cartuja, en los Alpes, dando origen a una Orden que conjuga
la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el
papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia,
pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en
Calabria (1101).
Con algunos de sus textos, meditamos el rosario de
hoy.
Señor
mío Jesucristo…
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“Tú,
que eres mi Señor, Tú, cuya voluntad prefiero a la mía. No me es posible
contentarme con palabras al presentarte mi oración. Escucha mi grito que te
suplica como un inmenso clamor…”
2. La
flagelación de Jesús atado a la columna.
“Aquí,
-en el desierto- por el esfuerzo del combate, concede Dios a sus atletas la
esperada recompensa: la paz que el mundo ignora y el gozo en el Espíritu Santo.”
3. La
coronación de espinas
“Y
tú, hermano mío queridísimo, ¡ojalá ames –la soledad- sobre todas las cosas,
para que prendido en sus abrazos ardas de amor divino! Si naciera en tu alma el
cariño por ella, pronto te hastiaría esa seductora y mentirosa halagadora que
es la gloria del mundo, rechazarías sin esfuerzo las riquezas cargadas de
abrumadoras preocupaciones para el espíritu, y te repugnarían los placeres, tan
nocivos al cuerpo como al alma.”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“¡Ten
piedad de mí! Y pues inmensa es tu misericordia y grande mi pecado, ten piedad
de mí inmensamente en proporción a tu misericordia.”
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“Conocido
es de tu prudencia lo que la misma Sabiduría nos dice: "Quien no renuncia
a cuanto posee, no puede ser discípulo mío". Cuán hermoso, útil y agradable
es frecuentar su escuela, bajo la dirección del Espíritu Santo, para aprender
la divina filosofía, única a hacernos verdaderamente felices, ¿quién no lo ve?”