jueves, 30 de mayo de 2024

DÍA 31 DE MAYO. APERTURA DEL MES. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA 31 DE MAYO

APERTURA DEL MES

DEL SAGRADO CORAZON DE JESÚS

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

DIA 31 DE MAYO

APERTURA DEL MES

DEL SAGRADO CORAZON DE JESÚS

 

La Beata recibe de Nuestro Señor la misión de enseñarnos a amar su Corazón adorable

Dirigió un día Nuestro Señor a la Beata las palabras siguientes: «Quiero valerme de ti como de un instrumento, para atraer los corazones a mi amor». «Yo no puedo comprender, Dios mío, respondió ella, cómo podrá ser esto». «Por mi poder, se le dijo, que lo sacó todo de la nada. Pero no olvides jamás tu nada y que eres la víctima de mi Corazón, lo cual te obliga a estar dispuesta a inmolarte continuamente por la caridad. Mi amor tampoco estará ocioso en ti, él te hará obrar o sufrir siempre; pero no has de pretender jamás buscar tu propio interés, porque no es justo que al cincel de que se sirve el artífice para ejecutar su obra, se atribuya el mérito de la misma. Pero según mi promesa poseerás, en cambio, los tesoros de mi Corazón, permitiéndote usar de ellos en favor de las personas dispuestas a recibirlos. Yo te constituyo heredera de mi Corazón y de todos sus tesoros por el tiempo y por la eternidad, dándote su libre uso según quieras disponer y usar de ellos, y te prometo que sólo te faltará mi asistencia cuando falte el poder a mi Corazón. No te apropies estas gracias, ni seas escasa en distribuirlas a los demás, puesto que me quiero valer de tu corazón como de un canal, para derramarlas, según mis designios, en las almas. Después te mostraré cuántas se apartarán por este medio del abismo de perdición».

La Beata, recordando estas gracias, escribe: <cuando Nuestro Señor me regaló con este empeño particular de amará su Sagrado Corazón, me mostró al propio tiempo lo mucho que tendría que sufrir por este mismo amor, y que las gracias que me haría serían, no tanto para mí, cuanto para aquellos a quienes me enviase, a los cuales debía responder sencillamente lo que él mismo me inspirase, puesto que daría a mis palabras la unción de su gracia, por medio de la cual atraería muchos corazones a su amor».

 

Lucha admirable entre Jesús y su Esposa

Fue precisa toda la autoridad divina para que la Beata aceptase la sublime misión a que Nuestro Señor la llamaba. «¡Ay, Dios mío! exclamó; yo conozco mi debilidad, temo haceros traición, y que vuestros preciosos dones no estén seguros en mis manos ¡Oh, único amor mío! ¿por qué no me dejáis en el camino ordinario de las hijas de Santa María'? ¿Me habéis traído por ventura a esta casa para perderme? Dad estas gracias preciosas a esas almas queridas, que os corresponderán mejor que yo, que no hago más que resistiros. Yo no quiero más que vuestro amor y vuestra luz: esto me basta para ser una buena religiosa, que es mi único deseo».

Este divino Salvador me respondió: «Estoy conforme, hija mía; combatamos y veremos quién consigue la victoria, si el Creador o la criatura, la fortaleza o la debilidad, el Todopoderoso o la impotencia; pero el que venza vencerá para siempre». Estas palabras me causaron una gran confusión; después me dijo: «Has de saber que no me doy por ofendido de la oposición que me haces por obediencia, por la cual he dado mi vida; pero quiero que sepas que soy el dueño absoluto de mis dones y de mis criaturas, y que nada puede oponerse al cumplimiento de sus designios».

Varias veces le dijo también Nuestro Señor: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no quedarán sin efecto. Reinaré, no obstante, la oposición de mis enemigos, y conseguiré al fin los designios para los cuales te he escogido, a pesar de los esfuerzos de aquellos que quieran oponerse». En esta promesa se fundaba la Beata para decirle con su acostumbrada confianza: «¿Cuándo llegará este dichoso momento amable Salvador mío? Entre tanto yo os confío el cuidado de defender vuestra causa, mientras que yo sufro en silencio»

 

Oración al Sagrado Corazón de Jesús por medio de la Virgen Santísima

«Oh santa, amable y gloriosa Virgen, madre de Dios, nuestra querida Madre, Señora y abogada; he aquí que de común acuerdo nos arrojamos a vuestros pies, para renovar los votos de nuestro servicio y fidelidad hacia vos, y para suplicaros que como cosa vuestra, nos consagréis, ofrezcáis, dediquéis e inmoléis al Sagrado Corazón del adorable Jesús con todo lo que somos, hagamos y suframos; sin reservarnos cosa alguna, no queriendo tener otra libertad que la de amarle, otra gloria que la de pertenecerle en calidad de esclavas y victimas de su puro amor, ni otra voluntad o poder que, el de agradarle y complacerle en todo, aún a expensas de nuestras vidas.

¡Oh dulce esperanza nuestra! hacednos sentir cuanto podéis con este amable Corazón de Jesús; emplead vuestro valimiento con nosotras, haciéndonos habitar en Él para siempre. Pedidle que, ejerciendo su soberano imperio sobre nuestras almas, reine su amor en nuestros corazones, a fin de que nos consuma y trasforme totalmente en Él mismo. Que Él sea nuestro Padre, nuestro Esposo, nuestro tesoro, nuestras delicias, nuestro amor y nuestro todo en todas las cosas, destruyendo y anonadando en nosotras, todo lo que es nuestro, y poniendo en su lugar, todo lo que es suyo, a fin de que podamos serle agradables. Que Él sea el sostén de nuestra impotencia, la fuerza de nuestra flaqueza, la alegría de todas nuestras tristezas.

¡Oh Sagrados Corazones de Jesús y María! reparad todas nuestras miserias, suplid todas nuestras faltas, abrasad nuestros corazones en vuestros santos ardores, consumid en ellos todas nuestras frialdades y tibiezas en amaros y serviros, puesto que queremos hacer consistir nuestra dicha y felicidad, en vivir y morir como esclavas del adorable Corazón de Jesús, y como hijas y siervas de su Santísima Madre».

 

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.