lunes, 25 de septiembre de 2023

DÍA 26.- LA LIBERTAD DE PECAR. UNDÉCIMO GRADO DE LA SOBERBIA

MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA PEDIR LA HUMILDAD

de San Alfonso María de Ligorio

en su obra “Práctica de amor a Jesucristo”

 

¡Oh Verbo encarnado!, os ruego por los méritos de vuestra santa humildad, que os hizo abrazar tantas injurias e ignominias por amor nuestro, que me libréis de la soberbia y me comuniquéis una partecita de vuestra humildad.

Y ¿cómo podría yo quejarme de los oprobios que se me hicieren, cuando tantas veces me hice reo del infierno? Jesús mío, por los merecimientos de tantos desprecios como sufristeis en vuestra pasión, dadme la gracia de vivir y morir humillado en esa tierra, como vos vivisteis y moristeis humillado por mí.

Por amor vuestro quisiera verme despreciado y abandonado de todos, pero sin vos nada puedo.

Os amo, soberano bien mío; os amo, amador de mi alma; os amo y propongo sufrir por vos afrentas y persecuciones, traiciones, dolores, sequedades y desamparos; me contento, único amor de mi alma, con no ser de vos abandonado.

No permitáis que me aparte nunca de vos.

Dadme deseo de complaceros, fervor para amaros, paz en los trabajos y en todas las adversidades, y dadme resignación y paciencia.

Apiadaos de mí; nada merezco, pero todo lo espero de vos, que me redimisteis con vuestra sangre.

También lo espero todo de vos, Reina y Madre mía, María, que sois refugio de pecadores. Amén.

DÍA 26

LA LIBERTAD DE PECAR

UNDÉCIMO GRADO DE LA SOBERBIA:

De la obra “Sobre los grados de la humildad y  la soberbia” de san Bernardo de Claraval

 

 

1. Después del décimo grado, que llamamos rebelión, el monje es expulsado del monasterio o se marcha él mismo. –Entendamos para nosotros la Iglesia y la comunidad cristiana donde vivimos nuestra fe-. Inmediatamente cae en el undécimo, y entonces entra por unos caminos que a los hombres les parecen rectos, pero cuyo fin, a no ser que Dios lo impida, sumerge en lo profundo del infierno, es decir, en el desprecio de Dios. El impío, cuando cae en lo profundo de los pecados, cae también en el desprecio. Por eso el undécimo grado puede encabezarse con el título de libertad de pecar. Aquí el monje no ve ya a un maestro a quien teme ni a unos hermanos a quienes respeta; se goza en realizar sus deseos con tanta mayor tranquilidad cuanto más libre se ve de quienes, en cierto modo, le cohibían por el pudor o por el temor.

2. Si ya no teme a los hermanos ni al abad, aún le queda un cierto rescoldo de temor a Dios. Y su razón, que todavía insinúa algo, antepone ese temor al deseo y ejecuta cosas ilícitas no sin una cierta pesadumbre. Imita al que badea un río; no se precipita, entra más bien paulatinamente en la corriente de los vicios.

 

A esta libertad para pecar, se opone el segundo grado de humildad que consiste en que uno no ame su propia voluntad, ni se complazca en hacer sus gustos, sino que imite con hechos al Señor que dice: “No vine a hacer mi voluntad sino la de Aquel que me envió” (Jn 6,38). Dice también la Escritura: “La voluntad tiene su pena, y la necesidad engendra la corona.”

 

JACULATORIA: Jesús mío, ante morir que pecar, antes morir que ofenderte una vez más. 

 

PROPÓSITO: Evitar y alejarse de las circunstancias y personas que me inducen a pecar, sabiendo que exponerme a la ocasión próxima de pecado, ya es pecado grave; fomentando las circunstancias y la compañía de personas que me ayuden a progresar en la virtud.

 

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Para finalizar cada día

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Benito y San Bernardo, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.