sábado, 9 de septiembre de 2023

DÍA 10.- EL QUE DESEE CONOCER LA VERDAD DE SÍ MISMO, DEBE SACARSE LA VIGA DE SU SOBERBIA

MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA PEDIR LA HUMILDAD

de San Alfonso María de Ligorio

en su obra “Práctica de amor a Jesucristo”

 

¡Oh Verbo encarnado!, os ruego por los méritos de vuestra santa humildad, que os hizo abrazar tantas injurias e ignominias por amor nuestro, que me libréis de la soberbia y me comuniquéis una partecita de vuestra humildad.

Y ¿cómo podría yo quejarme de los oprobios que se me hicieren, cuando tantas veces me hice reo del infierno? Jesús mío, por los merecimientos de tantos desprecios como sufristeis en vuestra pasión, dadme la gracia de vivir y morir humillado en esa tierra, como vos vivisteis y moristeis humillado por mí.

Por amor vuestro quisiera verme despreciado y abandonado de todos, pero sin vos nada puedo.

Os amo, soberano bien mío; os amo, amador de mi alma; os amo y propongo sufrir por vos afrentas y persecuciones, traiciones, dolores, sequedades y desamparos; me contento, único amor de mi alma, con no ser de vos abandonado.

No permitáis que me aparte nunca de vos.

Dadme deseo de complaceros, fervor para amaros, paz en los trabajos y en todas las adversidades, y dadme resignación y paciencia.

Apiadaos de mí; nada merezco, pero todo lo espero de vos, que me redimisteis con vuestra sangre.

También lo espero todo de vos, Reina y Madre mía, María, que sois refugio de pecadores. Amén.

 

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DÍA 10

EL QUE DESEE CONOCER LA VERDAD DE SÍ MISMO, DEBE SACARSE LA VIGA DE SU SOBERBIA

De la obra “Sobre los grados de la humildad y  la soberbia” de san Bernardo de Claraval.

 

1. El que sinceramente desee conocer la verdad propia de sí mismo, debe sacarse la viga de su soberbia, porque le impide que sus ojos conecten con la luz. E inmediatamente tendrá que disponerse a ascender dentro de su corazón, observándose a sí mismo en sí mismo, hasta alcanzar con el duodécimo grado de humildad el primero de la verdad.

2. Cuando haya encontrado la verdad en sí mismo o, mejor dicho, cuando se haya encontrado a sí mismo en la verdad pueda decir: Yo me fiaba, y por eso hablaba, pero ¡qué humillado me encuentro! Penetre entonces el hombre más íntimamente en su corazón, para que la verdad quede enaltecida, llegando así al segundo grado y exclame: Todos los hombres son unos mentirosos. ¿Crees que David no siguió este mismo orden? ¿Crees que el profeta no se dio cuenta de lo que el Señor, el Apóstol y yo hemos comprendido siguiendo su ejemplo? Por eso dice: Yo me fié de la Verdad, que decía en este mundo: El que me sigue no anda en tiniebla. Me fié, siguiéndola, por eso hablé, confesando. ¿Qué confesé? La verdad que conocía en la fe. Después de que me fié para la justicia y hablé para la salvación, ¡qué humillado me encuentro hasta el límite de la impotencia! Es como si dijera: ya que no me avergoncé de confesar contra mí mismo la verdad que en mí conocí, he llegado al colmo de la humildad. Ese límite puede entenderse por colmo; como puede verse en el pasaje de este salmo: Se complace hasta es colmo en sus mandatos; es decir, se complace plenamente. Pero si alguien sostiene que colmo quiere significar aquí "mucho" y no basta el límite, por ser ése el significado que le dan los comentaristas, tal traducción coincidiría con el pensamiento del profeta.

3. Por esto, cuando todavía desconocía la verdad, me tenía por algo, no siendo en realidad nada. Pero desde que me fié de Cristo, esto es, desde que imité su humildad, empecé a conocer la verdad; ella ha sido enaltecida en mí, por causa de mi propia confesión. Pero yo me siento en el colmo de la humillación, es decir, que la propia consideración de mí mismo me ha suscitado mucho desprecio.

4. Humillado el profeta en este primer grado de la verdad, como dice en otro salmo: Me has humillado en tu verdad, se observa a sí mismo; y, consciente de su propia miseria, considera la de los demás. De este modo pasa al segundo grado y dice en su abatimiento: Todos los hombres son unos mentirosos. ¿En qué abatimiento? En aquel por el que sale de sí mismo y, adhiriéndose a la verdad, se juzga. Proclama en este abatimiento, no irritado ni insultante, sino con toda misericordia y compasión: Todos los hombres son unos mentirosos. ¿Qué quiere decir: Todos los hombres son unos mentirosos? Quiere decir que todo hombre es débil; que todo hombre es miserable e impotente, y que no puede salvarse a sí mismo ni salvar a otro. Lo mismo que se dice: Engañoso es el caballo para la victoria. No porque el caballo engañe a nadie, sino porque se engaña a sí mismo quien confía en su fortaleza. De la misma manera se dice que todos los hombres son unos mentirosos. Es decir, frágiles e inconstantes; de ellos nada se puede esperar, ni su salvación, ni la ajena, sin incurrir en la maldición del que pone sus esperanzas en otro hombre. De esta manera, el profeta, humilde y avezado en el camino de la verdad, cuando descubre en los otros las miserias que ha llorado en sí mismo, a la vez que acumula experiencia, agudiza también su dolor. Y, de un modo muy genérico pero auténtico, exclama: Todos los hombres son unos mentirosos.

 

JACULATORIA: Con san Agustín digamos: Señor Jesús, que desconfíe de mí y ponga toda mi confianza en Ti.

 

PRÓPOSITO: Repetir durante el día actos de contrición por nuestros pecados y los pecados del mundo.

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Benito y San Bernardo, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.