lunes, 18 de septiembre de 2023

DÍA 19.- LA JACTANCIA, CUARTO GRADO DE LA SOBERBIA


MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA PEDIR LA HUMILDAD

de San Alfonso María de Ligorio

en su obra “Práctica de amor a Jesucristo”

 

¡Oh Verbo encarnado!, os ruego por los méritos de vuestra santa humildad, que os hizo abrazar tantas injurias e ignominias por amor nuestro, que me libréis de la soberbia y me comuniquéis una partecita de vuestra humildad.

Y ¿cómo podría yo quejarme de los oprobios que se me hicieren, cuando tantas veces me hice reo del infierno? Jesús mío, por los merecimientos de tantos desprecios como sufristeis en vuestra pasión, dadme la gracia de vivir y morir humillado en esa tierra, como vos vivisteis y moristeis humillado por mí.

Por amor vuestro quisiera verme despreciado y abandonado de todos, pero sin vos nada puedo.

Os amo, soberano bien mío; os amo, amador de mi alma; os amo y propongo sufrir por vos afrentas y persecuciones, traiciones, dolores, sequedades y desamparos; me contento, único amor de mi alma, con no ser de vos abandonado.

No permitáis que me aparte nunca de vos.

Dadme deseo de complaceros, fervor para amaros, paz en los trabajos y en todas las adversidades, y dadme resignación y paciencia.

Apiadaos de mí; nada merezco, pero todo lo espero de vos, que me redimisteis con vuestra sangre.

También lo espero todo de vos, Reina y Madre mía, María, que sois refugio de pecadores. Amén.

DÍA 19

LA JACTANCIA,

CUARTO GRADO DE LA SOBERBIA

De la obra “Sobre los grados de la humildad y  la soberbia” de san Bernardo de Claraval

 

1. Si a la vanidad le da por tomar cuerpo y sigue inflándose la vejiga, se llega a un grado de dilatación tal que se precisa un orificio mayor. De lo contrario, podría reventar. Esto ocurre en el monje que rebasa la vana alegría. Ya no le basta el simple agujero de la risa o de los gestos; y prorrumpe con la exclamación de Eliú: Mi seno es como vino sin escape que hace reventar los odres nuevos. Si no habla, revienta. Está cargado de verborrea, y el aire de su vientre le constriñe. Anda hambriento y sediento de un auditorio al que pueda lanzar sus vanidades, arrojar todo lo que siente y darse a conocer en lo que es y vale. A la primera ocasión, si la temática versa sobre ciencias, saca a colación sentencias antiguas y nuevas ensarta una perorata con el eco de palabras ampulosas. Se adelanta a las preguntas; responde incluso a quien no le pregunta. Propone cuestiones; las resuelve él mismo, y corta a su interlocutor, sin dejarle terminar lo que había empezado a decir. Cuando suena la señal y se precisa interrumpir la conversación, la hora larga transcurrida le parece un instante. Pide permiso para volver a sus historias fuera del tiempo señalado. Claro que no lo hace para edificar a nadie, sino para cantar su ciencia. Podría edificar, pero eso ni lo pretende. No trata de enseñarte o aprovecharse de tus conocimientos, sino de demostrarte que sabe algo.

 

 

 

2. Si la conversación versa sobre religión, en seguida saca a relucir visiones y sueños. Luego elogia el ayuno, recomienda las vigilias y se hace lenguas de la oración. Diserta ampliamente sobre la paciencia, la humildad y sobre cada una de las virtudes con una ligereza pasmosa. Si tú le escuchas, dirías que de lo que rebosa del corazón lo habla por la boca; y que el hombre bueno saca cosas buenas de su almacén de bondad.

3. Si la conversación declina en mera diversión, entonces se muestra como un fenómeno de locuacidad que domina la materia a las mil maravillas. Si le oyes, dirás que su boca es todo un torrente de vanidad, un alud de chocarrerías, hasta el punto de provocar la ligereza incluso en las personas más sensatas y recatadas. Resumiendo en breve todo lo dicho: En el mucho hablar se descubre la jactancia. A lo largo de estas líneas tienes descrito y enumerado el cuarto grado. Huye de él, pero recuerda su contenido.

A la jactancia, se opone el noveno grado de humildad –de la regla de san Benito- que consiste en que el monje no permita a su lengua que hable. Guarde, pues, silencio y no hable hasta ser preguntado, porque la Escritura enseña que “en el mucho hablar no se evita el pecado” y que “el hombre que mucho habla no anda rectamente en la tierra”.

 

JACULATORIA: Jesús, que durante treinta años viviste oculto, dame amor al silencio y al recogimiento.


PROPÓSITO: En este día, no hablar si no soy preguntado.

 

***

Para finalizar cada día

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Benito y San Bernardo, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.