lunes, 8 de diciembre de 2014

NOVENA A LA INMACULADA -NOVENO Y ULTIMO DÍA-


ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Virgen María, te saludamos y acudimos a ti
que permaneciste siempre Virgen siendo la Madre del Verbo encarnado,
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo
y que, por su singular elección,  en atención a los méritos de tu Hijo
fuiste redimida de modo más sublime, 
preservada inmune de toda mancha de culpa original
y que superas ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas.
V/. Oh María, sin pecado concebida
R/. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Unidos a ti y proclamando las maravillas que Dios obró en su humilde esclava; decimos:
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA 9º MARÍA, LA MUJER DE LA NUEVA CREACIÓN
MEDITACIÓN.  S. S. Juan Pablo II, 1 de diciembre de 2003
Dios ha querido dar a la criatura humana la vida en abundancia, condicionando, sin embargo, su iniciativa a una respuesta libre y amorosa. Al rechazar este don con la desobediencia que llevó al pecado, el hombre interrumpió trágicamente el diálogo vital con el Creador. Al "sí" de Dios, fuente de la plenitud de vida, se opuso el "no" del hombre, motivado por su orgullosa autosuficiencia, precursora de muerte. La humanidad entera quedó implicada seriamente en esa cerrazón con respecto a Dios.
La Inmaculada Concepción anticipa el enlace armonioso entre el "sí" de Dios y el "sí" que María pronunciará con total abandono, cuando el ángel le lleve el anuncio celestial. Su "sí", en nombre de la humanidad, volverá a abrir al mundo las puertas del Paraíso, gracias a la encarnación del Verbo de Dios en su seno por obra del Espíritu Santo.
Aquí está la clave de bóveda de la historia: con la Inmaculada Concepción de María comenzó la gran obra de la redención, que se actuó con la sangre preciosa de Cristo. En él, toda persona está llamada a realizarse plenamente, hasta la perfección de la santidad.
Por tanto, la Inmaculada Concepción es la aurora prometedora del día radiante de Cristo, quien con su muerte y resurrección restablecerá la plena armonía entre Dios y la humanidad.

ORACIÓN CONCLUSIVA  (Juan Pablo II, 2000)
Te saludamos, inmaculada Madre de Dios.
Acepta nuestra oración y dígnate
llevar maternalmente a la Iglesia
presente en el mundo entero
a la plenitud de los tiempos, a la que tiende el universo
desde el día en que vino al mundo
tu Hijo divino y Señor nuestro Jesucristo.
Él es el principio y el fin, el alfa y la omega,
el rey de los siglos, el primogénito de toda la creación, el primero y el último.
En él todo tiene su cumplimiento definitivo;
en él toda realidad madura hasta la medida querida por Dios,
en su arcano designio de amor.

(pida cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)


Tras un breve silencio, se puede concluir con el rezo de tres avemarías, con alguna oración popular a la Inmaculada como Bendita sea tu pureza o el canto de la Salve.