CAMINAR
HACIA EL SEÑOR HACIENDO EL BIEN CON FORTALEZA Y HUMILDAD
Como, Señor mío, vemos que nos libráis muchas veces de los
peligros en que nos ponemos, aun para ser contra Vos, ¿cómo es de creer que no
nos libraréis, cuando no se pretende cosa más que contentaros y regalarnos con
Vos? Jamás esto puedo creer. Podría ser que por otros juicios secretos de Dios
permitiese algunas cosas que así como así habían de suceder; mas el bien nunca
trajo mal. Así que esto sirva de procurar caminar mejor el camino, para
contentar mejor a nuestro Esposo y hallarle más presto, mas no de dejarle de
andar; y para animarnos a andar con fortaleza camino de puertos tan ásperos,
como es el de esta vida, mas no para acobardarnos en andarle. Pues, en fin,
fin, yendo con humildad, mediante la misericordia de Dios, hemos de llegar a
aquella ciudad de Jerusalén, adonde todo se nos hará poco lo que se ha
padecido, o nonada, en comparación de lo que se goza. (F 4, 4).