MIÉRCOLES DE LAS TÉMPORAS DE ADVIENTO
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Estando ya Isabel en su sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea,
a una virgen desposada con cierto varón de la casa de David, llamado José; y el nombre de la virgen era María.
Y habiendo entrado el ángel a donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, ¡oh llena de gracia!, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres.
Al oír tales palabras la Virgen se turbó, y se puso a considerar qué significaría tal saludo.
Mas el ángel le dijo: ¡Oh María!, no temas, porque has hallado gracia en los ojos de Dios.
Sábete que has de concebir en tu seno, y tendrás un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, al cual el Señor Dios dará el trono de su padre David, y reinará en la casa de Jacob eternamente,
y su reino no tendrá fin.
Pero María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues yo no conozco varón alguno?
El ángel en respuesta le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, por esta causa el fruto santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios.
Y ahí tienes a tu parienta Isabel, que en su vejez ha concebido también un hijo; y la que se llamaba estéril, hoy cuenta ya el sexto mes;
porque para Dios nada es imposible.
Entonces dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Y en seguida el ángel desapareciendo se retiró de su presencia.
Lc 1,26-38.