DIOS NO SE
CANSA DE DAR NI SE PUEDE AGOTAR SU MISERICORDIA
Bien creo que un alma a quien Dios
ha elevado a este estado no dejará de favorecerla, ni dejará que se pierda, si
ella no deja a Su Majestad del todo; mas cuando caiga, mire, mire por amor del
Señor, no la engañe el demonio con que deje la oración, como hacía conmigo con
humildad falsa, como ya lo he dicho y muchas veces lo quisiera repetir.
Confíen en la bondad de Dios, que es
mayor que todos los males que podemos hacer y no se acuerda de nuestra
ingratitud cuando nosotros, reconociéndonos, queremos volver a su amistad, ni
de las mercedes que nos ha hecho para castigarnos por no haberlas aprovechado.
Al contrario, ellas sirven para perdonamos más pronto, como personas que ya
eran de su casa y han comido su pan.
Acuérdense de sus palabras y miren
lo que ha hecho conmigo, que antes me cansé de ofenderle que Su Majestad de
perdonarme.
Nunca se cansa de dar ni se puede
agotar su misericordia; no nos cansemos nosotros de recibir. Sea bendito por
siempre, amén, y que le alaben todas las cosas. (V 19, 17)