miércoles, 3 de diciembre de 2014

NOVENA A LA INMACULADA -día cuarto-


DÍA 4º MARÍA, LA MUJER SIN PECADO
MEDITACION. De la Catequesis de Juan Pablo II  (29-V-96)
La absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio exige, por tanto, en María la Inmaculada Concepción, es decir, una ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su vida.
Era conveniente que, al igual que Cristo, nuevo Adán, también María, nueva Eva, no conociera el pecado y fuera así más apta para cooperar en la redención.
El pecado, que como torrente arrastra a la humanidad, se detiene ante el Redentor y su fiel colaboradora. Con una diferencia sustancial: Cristo es totalmente santo en virtud de la gracia que en su humanidad brota de la persona divina; y María es totalmente santa en virtud de la gracia recibida por los méritos del Salvador, que la preservó del pecado.

ORACIÓN CONCLUSIVA  (Juan Pablo II, 2004)
A ti, Virgen inmaculada, predestinada por Dios
sobre toda otra criatura como abogada de gracia
y modelo de santidad para su pueblo,
te renuevo hoy, de modo especial, mi consagración personal.
Guía tú a sus hijos en la peregrinación de la fe,
haciéndolos cada vez más obedientes y fieles a la palabra de Dios.
Acompaña tú a todos los cristianos
por el camino de la conversión y de la santidad,
en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la verdadera belleza,
que es siempre huella y reflejo de la Belleza divina.
Obtén tú, una vez más, paz y salvación para todas las gentes.
El Padre eterno, que te escogió para ser la Madre inmaculada del Redentor, renueve también en nuestro tiempo, por medio de ti,
las maravillas de su amor misericordioso. Amén.

(pida cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)


Tras un breve silencio, se puede concluir con el rezo de tres avemarías, con alguna oración popular a la Inmaculada como Bendita sea tu pureza o el canto de la Salve.