Martes de la III semana de Adviento.
De la vida que hizo nuestra Señora en el Templo.
MEDITACIONES DIARIAS
DE LOS MISTERIOS
DE NUESTRA SANTA FE,
por el P. Alonso de Andrade,
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
ORACIÓN PARA COMENZAR
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
MEDITACIÓN
Martes de la III semana de Adviento.
De la vida que hizo nuestra Señora en el Templo.
PUNTO PRIMERO. Considera cuanto amó la Beatísima Virgen María la pureza, pues, como dice la Iglesia, sola y sin ejemplo de otra se consagró a Dios con voto; y para guardarla más perfectamente, se encerró en el Templo en compañía de las vírgenes, apartándose de todas las ocasiones del siglo, aunque estaba segura de no caer en ellas. De aquí has de sacar aprecio grande de esta virtud y resolución firme de apartarte de todas las ocasiones de caer y mancillar tu honestidad. Levanta el corazón a esta purísima Virgen, y pídela que te dé la mano, como Madre de pureza, para seguir sus pisadas y guardar perfectamente la pureza de tu alma.
PUNTO II. Considera con San Buenaventura (1), que el primer cuidado de esta Señora en el templo fue no vacar a la oración y trato familiar con Dios; a donde has de meditar tres puntos: el primero, cómo se hubo para con Dios; el segundo para consigo; y el tercero para con sus prójimos: para con Dios, orando continuamente en el Sancta Sanctorum, a donde asistía por privilegio de los sacerdotes, como dice San Jerónimo (2); allí gastaba las noches y días en la contemplación de los misterios divinos y en coloquios dulcísimos con Dios, de los cuales no desistía en el día; porque obrando con las manos, tenía su corazón en Dios ,cuyo amor ardía continuamente en el altar de su alma, avivándole siempre con su grande fervor. Este afecto y fervor procura siempre imitar, entregándote a la oración, y no apartando tu espíritu de la presencia de Dios.
PUNTO III. Considera cómo se hubo la Santísisima Virgen en el templo para consigo: contempla despacio las virtudes que allí ejercitó, su recogimiento, su silencio, su humildad, su obediencia exactísima, así a las superioras como a los sacerdotes del templo, su pobreza, teniendo por todas sus riquezas a Dios, su mortificación y penitencia, de la cual dice Gregorio Turonense (3), que tenía por cama una tabla, ayunaba continuamente, y siempre andaba vestida de silicio, macerando sus delicadas carnes con rigurosa penitencia: allí aprendió la ley divina, y se ocupaba en labrar lana, lino y los paños para el servicio del templo. Contempla la vida de esta Soberana Señora, y tómala por dechado de la tuya, y pídele a Dios por sus merecimientos que te dé gracia para imitar sus virtudes.
PUNTO IV. Considera cómo se hubo para con sus prójimos, pues, como dice San Jerónimo, ardía en su pecho un fuego sagrado de caridad para con todos: ninguno la hubo menester, que no la hallase pronta a su servicio: a todos amaba igualmente, y enseñaba con sus acciones y palabras el camino del cielo: era ángel de paz entre sus hermanas y condiscípulas: sus palabras eran panales de dulcísima devoción: jamás estaba ociosa, y cuando la saludaban, respondía gracias a Dios, por no cesar un punto de las alabanzas de Dios. La comida que la daban, la repartía a los pobres, sustentándose de la providencia divina: oraba perpetuamente por sus prójimos y por el bien universal del mundo. De esta manera vivió la Virgen en el templo, y este dechado nos dejó de perfección: mírate en este espejo delante de Dios, y pídele su gracia para copiar sus virtudes en tu alma, y ser una imagen viva de su perfección.
(1) S. Buenav. Medit. 3 de vit. Christ. (2) Hieron. de ort. Mar. (3) Gregor. Turon. opud. Fr. Franc. Xim. de vita Christi.
ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Ofrecimiento diario de obras
Ven Espíritu Santo
inflama nuestros corazones
en las ansias redentoras del Corazón de Cristo
para que ofrezcamos de veras
nuestras personas y obras
en unión con Él
por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón
y me ofrezco contigo al Padre
en tu Santo Sacrificio del altar
con mi oración y mi trabajo
sufrimientos y alegrías de hoy
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial
Por el Papa y sus intenciones,
Por nuestro Obispo y sus intenciones,
Por nuestro Párroco y sus intenciones.