DIA NOVENO
De los motivos de aliento y firme esperanza con que nos sostiene la devoción a este soberano misterio
NOVENA
A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA,
PATRONA DE ESPAÑA
Rdo. Dr. D. Félix Sardá y Salvany, Pbro
Por la señal de la santa cruz…
ORACIÓN PREPARATORIA PARA CADA DÍA
A vuestros pies acudo y a la sombra bendita de vuestro altar, soberana Reina de los cielos y Madre mía Inmaculada, para considerar vuestras grandezas y contemplar a par de ellas mi propia miseria y pequeñez. Hijo soy, que no desea para formar su corazón, más que mirarse en tal Madre; discípulo soy, que no necesita para salir aprovechado, más que prestar atento oído a tal Maestra. Por ambos conceptos vengo a Vos y a Vos llamo, y en Vos confío.
Doliéndome ante todo de mis culpas, y pidiendo perdón de ellas a la divina Bondad por mí tantas veces ofendida, siéntome ya menos indigno de parecer ante vuestra presencia, y más alentado para que bondadosa me recibáis.
Sea por los méritos y gracia del Corazón amorosísimo de Jesús, y por la intercesión y valimiento de vuestro virginal Esposo y Protector mío San José. Así sea.
Se lee y medita lo dispuesto para cada día.
DIA NOVENO
De los motivos de aliento y firme esperanza con que nos sostiene la devoción a este soberano misterio
María vencedora, con la sonrisa y serenidad del triunfo en su agraciado semblante, es el símbolo de la seguridad con que debe mirar el alma cristiana el éxito decisivo de sus combates, siempre que con el auxilio de la divina gracia se resuelva a sostenerlos varonilmente. Gran cosa es pelear en una guerra donde, sean cuales fueren los accidentes prósperos o adversos de ella, es seguro el éxito definitivo. Gran cosa es una lucha en la cual para salir victorioso basta quererlo de veras, y no separarse un ápice de las reglas tácticas trazadas a los suyos por el experto Capitán. No han tenido este privilegio los más valerosos caudillos que enaltece la historia. En todos se debió gran parte de sus hazañas, tanto quizá como al talento y al valor, a la ciega y veleidosa fortuna. El soldado cristiano tiene en eso una ventaja que le coloca muy por encima de los Césares y Alejandros. Vencerá con sólo que se resuelva a luchar y cuanto menos cuente consigo mismo para esta lucha, haciendo, sin embargo, como si de él solo esta lucha dependiese. No es contradicción, sino misterio lo que tales palabras significan, y más misterio que no se comprenda perfectamente, dada nuestra ingénita debilidad y lo que necesitamos del esfuerzo superior de la gracia divina. Con ella somos fuertes, precisamente por ser débiles; tenemos seguro el resultado, precisamente porque todo lo nuestro nos induce a desconfiar de él. Nunca debe, empero, esta persuasión de nuestra nada, traducirse en desmayo, y mucho menos en flojedad y pereza. Se nos manda trabajar como si solos trabajásemos, y esperar, en cambio, como si sólo de Dios esperásemos el éxito de nuestros trabajos. En esta humilde y desconfiada actividad por un lado, en esta solidísima y asegurada esperanza por otro, está todo el secreto de nuestra fuerza, que no es sino la fuerza de Dios al servicio de nuestra miseria, expresado todo en aquella sentencia, al parecer antitética, de San Pablo: «Cuanto más débil soy, tanto me siento más fuerte».
Medítese unos minutos lo anterior, y récese luego tres Avemarías a la Virgen Inmaculada, pidiéndole la gracia especial que se desea alcanzar por su valimiento.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Breves han sido, Madre mía, los instantes que a vuestros pies me ha permitido en grata visita y conversación la Bondad divina. Sean, Señora, para mi bien, mejoramiento de mi vida, nuevo ardor en vuestro servicio, mayor fidelidad a las santas inspiraciones, más firmeza en perseverar, mayores consuelos en mi última hora.
Ruégoos, Madre mía, pues lo sois de mi Hermano mayor y primogénito Cristo Jesús, hagáis con vuestro patrocinio duraderos en mí estos afectos de devoción, eficaces mis resoluciones, entera mi voluntad, prácticos mis deseos.
Así lo espero por los méritos infinitos del Divino Corazón y por las súplicas de vuestro castísimo Esposo San José. Así sea.
SÚPLICAS A MARÍA INMACULADA
POR LAS NECESIDADES DE ESPAÑA
Y DEL MUNDO ENTERO
Reina concebida sin pecado original, rogad a Dios (*)
Virgen, Patrona del Papa, (*)
Virgen, Patrona de las Españas,
Por el triunfo de la Iglesia y conversión de sus enemigos,
Por la vida, bienestar y libertad de nuestro amadísimo Pontífice,
Por la felicidad y libertad de la Iglesia en nuestra Patria,
Por la santificación y trabajos apostólicos de su clero,
Por el desarrollo y espíritu de tranquilidad y perfección de las Órdenes religiosas,
Por el aumento de la propaganda de los impresos católicos,
Por el aumento y frutos de las Asociaciones católicas de apostolado seglar y piadosas,
Por la santidad del matrimonio y de la familia cristiana,
Por la pureza católica de nuestra enseñanza pública,
Por el esplendor de nuestro culto y sostén de sus ministros,
Por la destrucción de las Sociedades enemigas de Jesucristo,
Por el cristiano acierto de los gobernantes,
Por las infelices víctimas de las sectas, enemigas de Dios y de la Iglesia,
Por las clases trabajadoras expuestas a las seducciones de la impiedad,
Por los niños cristianos, esperanza del porvenir de nuestra patria,
Por los Centros catequéticos,
Por las instituciones de beneficencia según la ley de Dios,
Por la unión de todos los corazones en el Sagrado Corazón,
Por el aumento del culto del Sagrado Corazón de Jesús,
Para que siga siendo perpetuamente nuestra España la nación más devota de María y la más adicta al Pontificado,
Por todos los que oran, sufren y trabajan por nuestra santa fe,
María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.
María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.
María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.
ORACIÓN
¡Oh Dios poderoso, que nos habéis dado por Madre nuestra a vuestra dulcísima Madre, y que muy en particular la habéis hecho Patrona de España en el misterio de su Inmaculada Concepción! Con el más profundo gemido de nuestro corazón os suplicamos miréis bondadosamente, por sus méritos, a nuestra patria, conservando perpetuamente en ella el tesoro de la fe y de la moral de Jesucristo, y la adhesión sin límites a la santa Iglesia católica, apostólica, romana. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.