De la Expectación del parto y deseos de nuestra Señora.
MEDITACIONES DIARIAS
DE LOS MISTERIOS
DE NUESTRA SANTA FE,
por el P. Alonso de Andrade,
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
ORACIÓN PARA COMENZAR
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
MEDITACIÓN
De la Expectación del parto y deseos de nuestra Señora.
PUNTO PRIMERO. Lo primero considera los deseos que tuvo la Santísima Virgen desde el primer instante de su Concepción, en que le fue acelerado el uso de la razón, y prevenida con la gracia e ilustraciones divinas de que viniese al mundo el deseado de los siglos y el que había de ser la salud de las gentes; los cuales deseos fueron siempre continuándose y creciendo, al paso que iba creciendo en caridad y santidad; y al tiempo del parto serían como un rio caudaloso cuando llega a desembocar en el mar, y como un grande fuego que le han ido cebando continuamente, cuyas llamas llegan hasta el cielo, así serian los encendidos deseos de la Beatísima Virgen María de ver, tener, servir, adorar y reverenciar al Salvador del mundo. Pondera que no le deseaba para sí sola, sino para todo el orbe, como el santo Simeón para la salud de Israel, y aprende de esta celestial Maestra, cuáles han de ser tus deseos y los empleos de tu corazón, no en las cosas terrenas y transitorias, sino en las divinas y celestiales y en el bien universal de tus hermanos.
PUNTO II. Considera cómo la Beatísima Virgen junto los deseos con oraciones, plegarias, gemidos y santas obras, por todo lo cual mereció que Dios abreviase los plazos, y viniese a remediar al mundo, cumpliendo lo que dice por boca de David (1): Por la misericordia de los necesitados y por el gemido del pobre me levantaré luego, dice el Señor: y así se levantó y vino por los gemidos y plegarias de la Virgen. Pondera lo que reveló a santa Isabel viuda, según lo escribe San Buenaventura, que gran parte de la noche y del día gastaba en oración y deseos de ver y conocer a la que había de ser tan dichosa que mereciese ser Madre del Salvador, abrasándose en vivas ansias de servirla como su esclava, juzgando de sí vilísimamente, y teniéndose por indigna de servirla, y pidiendo al Señor le concediese esta gracia; y por esta humildad y estos deseos mereció ser escogida para Madre del Salvador a quien tanto deseaba: de todo lo cual has de sacar deseos de servir a Dios y a los que le sirven, y fervor de espíritu para acompañarlos con santas obras, oraciones y mortificaciones, si deseas tener buen logro de ellos.
PUNTO III. Considera la esperanza tan firme que tuvo la Reina de los ángeles de alcanzar lo que deseaba; y aunque dice el Sabio (2): Que la esperanza que se dilata aflige al alma, no se afligía nuestra Señora por dilatarse la suya, antes con grande igualdad de ánimo y tranquilidad de su espíritu esperaba en Dios que le había de cumplir sus deseos, aumentando cada día plegarias, gemidos, oraciones, penitencias y santas obras, confirmo esperanza de alcanzar lo que deseaba; de quien debes aprender a tener longanimidad en tus deseos, y confianza en tus peticiones de alcanzar lo que pides y deseas: confía en el Señor, aunque se tarde, y verás buen logro de tus peticiones.
PUNTO IV. Considera que acercándose el tiempo del parto, se aumentarían los deseos de la Santísima Virgen de ver y servir al deseado de las gentes, así como corre con suma velocidad la piedra, cuanto más se acerca a su centro, y repetiría aquellas palabras de los Cantares (3): ¿Quién te me dará, oh hermano mío, pendiente del pecho de mi madre? Y que así como del fuego suben llamas, de la misma manera del fuego de los deseos de la Santísima Virgen subían llamas de peticiones y continuos gemidos y plegarias, pidiendo para el mundo el Salvador; y Dios le cumplió sus deseos, como a Moisés su petición, dándole en sus manos el maná del cielo para salud de los hombres. Pondera en este punto, que así como las flores son principio del fruto, así los deseos son semilla de las obras, y a quien Dios quiere hacer mercedes, primero le da deseos de ellas, y cuanto más crecen, es mayor indicio de que Dios abrevia los plazos para hacerle merced; mira no malogres los deseos que te diere Dios, mas estímalos como prendas de sus misericordias y de las mercedes que te quiere hacer: levanta el corazón a Dios, y pídele constancia en tus deseos, espíritu y fervor para ponerlos por obra y recibir en tu alma su divina visitación.
(1) Sal. 11. (2) Prov. 3. (3) Cant. 2.
ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Ofrecimiento diario de obras
Ven Espíritu Santo
inflama nuestros corazones
en las ansias redentoras del Corazón de Cristo
para que ofrezcamos de veras
nuestras personas y obras
en unión con Él
por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón
y me ofrezco contigo al Padre
en tu Santo Sacrificio del altar
con mi oración y mi trabajo
sufrimientos y alegrías de hoy
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial
Por el Papa y sus intenciones,
Por nuestro Obispo y sus intenciones,
Por nuestro Párroco y sus intenciones.