domingo, 7 de diciembre de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO: ID Y DECIDLE A JUAN LO QUE HABÉIS VISTO Y OÍDO

II DOMINGO DE ADVIENTO
Rito Romano 1962

 EVANGELIO

Continuación del Santo Evangelio según San Mateo 11, 2-10

En aquel tiempo: Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!». Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”.


TEXTOS DE LA MISA II domingo de Adviento
 
COMENTARIOS AL EVANGELIO

sábado, 6 de diciembre de 2025

JUAN BAUTISTA ENVÍA SUS DISCÍPULOS A CRISTO #adviento #meditacion

II domingo de Adviento.

Cómo San Juan Bautista, estando en cadenas, envió sus discípulos a Cristo. (Mt. 11.)

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

II domingo de Adviento.

Cómo San Juan Bautista, estando en cadenas, envió sus discípulos a Cristo. (Mt. 11.)

 

PUNTO PRIMERO. Considera cómo San Juan, siendo tan amado de Dios por la grandeza de sus virtudes, estaba en cadenas preso y aherrojado, y desamparado del mundo, porque es condición de Dios partir su Cruz con sus escogidos, y darles trabajos en esta vida para aumento de su corona en la otra. Contempla la paciencia que tiene San Juan en sus cadenas, y cómo no descuida de sus obligaciones, antes descuidando de sí, pone todo su cuidado en el bien de sus hijos y en el mayor servicio de Dios. Aprende a no desmayar en los trabajos, sino tenerlos por grandes consolaciones y mercedes de Dios, y a valerte de ellos para avivar en su servicio y en el cumplimiento de sus obligaciones.

PUNTO II. Considera cómo San Juan desde la cárcel envió sus discípulos a Cristo a preguntarle si era el Mesías que esperaban, no porque lo ignorase, pues le había confesado públicamente por el Cordero Inmaculado de Dios que quita los pecados del mundo, sino para certificarlos a ellos y a todo el pueblo, que lo había de oír con esta ocasión, de que era el verdadero Mesías, y para darles buen Padre y buen Maestro, hallándose ya cercano a la salida de este mundo. Saca de aquí afectos y deseos de dar a conocer al mundo la dignidad y santidad de Cristo, y de traer a todos los hombres a su santo servicio y en especial a aquellos que están más a tu cargo, dejando las emulaciones que suele haber entre los maestros y discípulos, procurando siempre la honra de los otros, como procuró San Juan Bautista la de Cristo.

PUNTO III. Considera la respuesta que les dio el Salvador, mas con obras que palabras, sanando en su presencia a muchos enfermos, sordos, cojos, ciegos y leprosos, y diciéndoles que dijesen a San Juan lo que habían visto y oído: de que has de sacar el modo cómo has de volver por la verdad y por ti mismo, cuando hubiere varias opiniones de tu vida más con obras que palabras, que las obras dan mayor voz y son mas abonados testigos : mete la mano en tu pecho, y considera cuáles son tus obras, y qué testimonio dan de ti, y pídele gracia al Señor para enmendar tu vida, y vivir de manera que merezcas ser tenido por discípulo suyo.

PUNTO IV. Considera lo que dice el evangelista San Mateo, que en volviendo los discípulos de San Juan las espaldas para llevar la respuesta a su Maestro, empezó Cristo a decir muchas alabanzas de San Juan como otros suelen emplearse en murmurar de los que vuelven las espaldas; y Cristo dijo de él, que era ángel y profeta, y más que profeta, por las virtudes angélicas que adornaban su alma. Aprende de aquí lo primero a decir bien de tus prójimos en presencia y ausencia, y pídele a Dios gracia para no decir mal de nadie; y lo segundo, saca grande estimación de San Juan, viendo la que tuvo de él Cristo, predicando al pueblo su santidad: mira cómo paga Cristo los servicios que le hacen, pues por el que San Juan le hizo enviándole sus discípulos, le retornó en esta vida tales loores y alabanzas y con ellas tal honra, cual ninguno la alcanzó jamás, y después colmadísimos premios en la vida eterna.

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

9. ALIENTO Y FIRME ESPERANZA QUE NOS DA LA INMACULADA. NOVENA A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA, PATRONA DE ESPAÑA

DIA NOVENO

De los motivos de aliento y firme esperanza con que nos sostiene la devoción a este soberano misterio

 

NOVENA

A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA,

PATRONA DE ESPAÑA

Rdo. Dr. D. Félix Sardá y Salvany, Pbro

 

Por la señal de la santa cruz…

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA CADA DÍA

A vuestros pies acudo y a la sombra bendita de vuestro altar, soberana Reina de los cielos y Madre mía Inmaculada, para considerar vuestras grandezas y contemplar a par de ellas mi propia miseria y pequeñez. Hijo soy, que no desea para formar su corazón, más que mirarse en tal Madre; discípulo soy, que no necesita para salir aprovechado, más que prestar atento oído a tal Maestra. Por ambos conceptos vengo a Vos y a Vos llamo, y en Vos confío.

Doliéndome ante todo de mis culpas, y pidiendo perdón de ellas a la divina Bondad por mí tantas veces ofendida, siéntome ya menos indigno de parecer ante vuestra presencia, y más alentado para que bondadosa me recibáis.

Sea por los méritos y gracia del Corazón amorosísimo de Jesús, y por la intercesión y valimiento de vuestro virginal Esposo y Protector mío San José. Así sea.

 

Se lee y medita lo dispuesto para cada día.

 

DIA NOVENO

De los motivos de aliento y firme esperanza con que nos sostiene la devoción a este soberano misterio

María vencedora, con la sonrisa y serenidad del triunfo en su agraciado semblante, es el símbolo de la seguridad con que debe mirar el alma cristiana el éxito decisivo de sus combates, siempre que con el auxilio de la divina gracia se resuelva a sostenerlos varonilmente. Gran cosa es pelear en una guerra donde, sean cuales fueren los accidentes prósperos o adversos de ella, es seguro el éxito definitivo. Gran cosa es una lucha en la cual para salir victorioso basta quererlo de veras, y no separarse un ápice de las reglas tácticas trazadas a los suyos por el experto Capitán. No han tenido este privilegio los más valerosos caudillos que enaltece la historia. En todos se debió gran parte de sus hazañas, tanto quizá como al talento y al valor, a la ciega y veleidosa fortuna. El soldado cristiano tiene en eso una ventaja que le coloca muy por encima de los Césares y Alejandros. Vencerá con sólo que se resuelva a luchar y cuanto menos cuente consigo mismo para esta lucha, haciendo, sin embargo, como si de él solo esta lucha dependiese. No es contradicción, sino misterio lo que tales palabras significan, y más misterio que no se comprenda perfectamente, dada nuestra ingénita debilidad y lo que necesitamos del esfuerzo superior de la gracia divina. Con ella somos fuertes, precisamente por ser débiles; tenemos seguro el resultado, precisamente porque todo lo nuestro nos induce a desconfiar de él. Nunca debe, empero, esta persuasión de nuestra nada, traducirse en desmayo, y mucho menos en flojedad y pereza. Se nos manda trabajar como si solos trabajásemos, y esperar, en cambio, como si sólo de Dios esperásemos el éxito de nuestros trabajos. En esta humilde y desconfiada actividad por un lado, en esta solidísima y asegurada esperanza por otro, está todo el secreto de nuestra fuerza, que no es sino la fuerza de Dios al servicio de nuestra miseria, expresado todo en aquella sentencia, al parecer antitética, de San Pablo: «Cuanto más débil soy, tanto me siento más fuerte».

Medítese unos minutos lo anterior, y récese luego tres Avemarías a la Virgen Inmaculada, pidiéndole la gracia especial que se desea alcanzar por su valimiento.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Breves han sido, Madre mía, los instantes que a vuestros pies me ha permitido en grata visita y conversación la Bondad divina. Sean, Señora, para mi bien, mejoramiento de mi vida, nuevo ardor en vuestro servicio, mayor fidelidad a las santas inspiraciones, más firmeza en perseverar, mayores consuelos en mi última hora.

Ruégoos, Madre mía, pues lo sois de mi Hermano mayor y primogénito Cristo Jesús, hagáis con vuestro patrocinio duraderos en mí estos afectos de devoción, eficaces mis resoluciones, entera mi voluntad, prácticos mis deseos.

Así lo espero por los méritos infinitos del Divino Corazón y por las súplicas de vuestro castísimo Esposo San José. Así sea.

 

SÚPLICAS A MARÍA INMACULADA

POR LAS NECESIDADES DE ESPAÑA

Y DEL MUNDO ENTERO

Reina concebida sin pecado original, rogad a Dios (*)

Virgen, Patrona del Papa, (*)

Virgen, Patrona de las Españas,

Por el triunfo de la Iglesia y conversión de sus enemigos,

Por la vida, bienestar y libertad de nuestro amadísimo Pontífice,

Por la felicidad y libertad de la Iglesia en nuestra Patria,

Por la santificación y trabajos apostólicos de su clero,

Por el desarrollo y espíritu de tranquilidad y perfección de las Órdenes religiosas,

Por el aumento de la propaganda de los impresos católicos,

Por el aumento y frutos de las Asociaciones católicas de apostolado seglar y piadosas,

Por la santidad del matrimonio y de la familia cristiana,

Por la pureza católica de nuestra enseñanza pública,

Por el esplendor de nuestro culto y sostén de sus ministros,

Por la destrucción de las Sociedades enemigas de Jesucristo,

Por el cristiano acierto de los gobernantes,

Por las infelices víctimas de las sectas, enemigas de Dios y de la Iglesia,

Por las clases trabajadoras expuestas a las seducciones de la impiedad,

Por los niños cristianos, esperanza del porvenir de nuestra patria,

Por los Centros catequéticos,

Por las instituciones de beneficencia según la ley de Dios,

Por la unión de todos los corazones en el Sagrado Corazón,

Por el aumento del culto del Sagrado Corazón de Jesús,

Para que siga siendo perpetuamente nuestra España la nación más devota de María y la más adicta al Pontificado,

Por todos los que oran, sufren y trabajan por nuestra santa fe,

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

 

ORACIÓN

¡Oh Dios poderoso, que nos habéis dado por Madre nuestra a vuestra dulcísima Madre, y que muy en particular la habéis hecho Patrona de España en el misterio de su Inmaculada Concepción! Con el más profundo gemido de nuestro corazón os suplicamos miréis bondadosamente, por sus méritos, a nuestra patria, conservando perpetuamente en ella el tesoro de la fe y de la moral de Jesucristo, y la adhesión sin límites a la santa Iglesia católica, apostólica, romana. Amén.

 

Ave María Purísima, sin pecado concebida.