domingo, 14 de diciembre de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO: YO SOY LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO, PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR


 
III DOMINGO DE ADVIENTO
Rito Romano 1962

Continuación del Santo Evangelio según San Juan 1, 19-28

En aquel tiempo: Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.


TEXTOS DE LA SANTA MISA III domingo de Adviento
 
COMENTARIOS AL EVANGELIO

sábado, 13 de diciembre de 2025

EMBAJADA DE LOS JUDÍOS A SAN JUAN BAUTISTA #meditation #evangelio

III domingo de Adviento.

De la embajada que enviaron los príncipes de los sacerdotes de Jerusalén a San Juan Bautista (Jn. 1,20.)

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

III domingo de Adviento.

De la embajada que enviaron los príncipes de los sacerdotes de Jerusalén a San Juan Bautista (Jn. 1,20.)

 

Refiere el Evangelio, que movido el senado de Jerusalén del crédito y opinión que había alcanzado San Juan por medio de su vida y predicación, le enviaron a preguntar si era el Mesías que esperaban, y él respondió que no era el Mesías, ni Elías, ni alguno de los profetas, sino la voz de Dios que clamaba en el desierto, avisando a todos que preparasen el camino para el Señor, como lo había profetizado Isaías.

PUNTO PRIMERO. Considera el crédito que da la virtud a los que la tienen, y la honra que acarrea a los buenos, pues hasta sus mayores enemigos los honran y estiman tanto por ella como el senado de Jerusalén a San Juan, a quien por su grande santidad tuvieron por Cristo y por Mesías que había venido a redimir al mundo. Pondera cuán engañados andan los hombres en buscar las honras vanas del siglo por medios humanos, las cuales son un poco de viento y se alcanzan con suma dificultad; y resuélvete firmísimamente a buscar la verdadera honra que se alcanza por medio de la virtud y santidad de vida, como la alcanzó San Juan Bautista.

PUNTO II. Considera que el demonio envidioso de la santidad de San Juan Bautista y del fruto que hacía con su predicación y enseñanza en las almas, urdió y trazó esta maraña para derribarle por vanidad, ofreciéndole la más alta dignidad que hubo en el mundo; y se puede creer, que si la admitiera, le calumniaran de vano y mentiroso y soberbio, pues se hacía Cristo y Mesías sin serlo; porque los sacerdotes que le hablaron de parte del senado, como doctos, sabían que San Juan era de la tribu de Leví, y que Cristo había de ser de la de Judá, y así no podía ser el Mesías: de lo cual debes sacar una luz grande para conocer y huir las astucias y lazos de Satanás, que siempre pretende tu ruina, y tener por enemigas a las honras del mundo y a las dignidades seculares que te ofreciere, conociendo que son cebo del demonio, para hacerte caer en el lazo de la soberbia y derribarte en el infierno.

PUNTO III. Considera la grande humildad de San Juan, y cuán firme estuvo en la verdad, pues con tantas veras y resolución respondió que no era Cristo, ni el Mesías, ni Elías, ni alguno de los profetas, pudiendo con verdad decir que lo era en el espíritu, en el sentido que Cristo lo dijo de él; antes se disminuyó, diciendo que era voz, y se hizo lenguas en alabanzas del Salvador: a donde tienes mucho que aprender y que imitar, así en el desprecio de las honras, como en el de ti mismo, aprendiendo a despreciarte a ti, y a honrar a todos, y hablar honoríficamente de ellos, como habló San Juan de Cristo.

PUNTO IV. Pondera cuán brevemente se trocaron estos embajadores, y se volvieron contra el Bautista, reprendiéndole y denostándole porque bautizaba no siendo Cristo, en que declararon que vinieron más movidos de envidia que de estimación; y conoce cuán poco hay que fiar de las honras que ofrecen los hombres, que todas son engañosas, falsas y tan breves, que apenas son cuando no son; y pide a Dios gracia para despreciar el mundo y buscar los bienes eternos y su santo servicio, en que, como está dicho, consiste la honra verdadera y la felicidad del alma, que nunca ha de tener fin.

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

 

14 de diciembre. BEATA MELANIA CALVAT, MENSAJERA DE LA MADRE DE DIOS

 

14 de diciembre

Beata Melania Calvat

Mensajera de la Madre de Dios

(1831-1904)

 

Mélanie Calvat nació en Corps (Isère) el 7 de noviembre de 1831. Su padre, Pierre Calvat, un hombre honesto y respetado por la gente del país, inculcó en su querida pequeña la semilla de una gran compasión por Jesús crucificado; pero como no había trabajo en el pueblo, tenía que marcharse a menudo a buscar en otro lugar lo necesario para satisfacer las necesidades de la familia. A su madre, Julie Barnaud, frívola y negligente con sus deberes en casa, le hubiera gustado llevar a su hijita a los bailes y entretenimientos del pueblo. Pero Dios había predispuesto a esta niña a una aversión innata a todas las vanidades mundanas; los gritos y las lágrimas de Melanie obligaron a su madre a llevarla a casa. Esto provocó un aborrecimiento inconcebible por parte de la madre. Cómo explicar el trato cruel que siguió, si no es por un designio inescrutable de Dios, que quiso despojar a su predestinada criaturita de los afectos más legítimos para poder colmarla de una sobreabundancia de gracias y favores celestiales excepcionales. Expulsada varias veces de su casa por su madre, la pobre vagabunda encontró su consuelo en Jesús, oculto bajo la apariencia de un niño adorable que se hacía llamar su hermano; Él se hizo su compañero en la soledad de los campos y los bosques, conduciéndola a las alturas de la vida mística.

En cuanto la niña tuvo la edad suficiente, su madre la envió a trabajar como pastora para varios amos en las regiones vecinas. Fue así como se encontró en la montaña de La Salette, en compañía de Maximino Giraud, donde la Reina del Cielo se les apareció entre lágrimas el 19 de septiembre de 1846. Confió a los dos jóvenes pastores un mensaje público; luego a Maximino solo, un secreto; después a Melanie un mensaje que podría publicar en 1858, junto con la Regla que debían practicar los futuros hijos e hijas de la Orden de la Madre de Dios. Al mismo tiempo, contempló en una visión profética la vida y las obras de estos nuevos Apóstoles.

La Aparición cambió el modo de vida de la mujer, que había pasado sus primeros catorce años en reclusión, lejos del mundo. La misión de Melanie fue muy dolorosa. Al transmitir los reproches y los deseos del Cielo, la heroica mensajera se condenó de por vida a las constantes y vengativas persecuciones de cierto clero, demasiado lleno de sí mismo para recibir, a través de este humilde instrumento, las amonestaciones de la Virgen y responder a sus deseos. Calumniada, despreciada e incomprendida, Melanie trabajó sin embargo hasta el final de su vida para formar la Orden de los Apóstoles. Varios intentos de fundación, rápidamente reducidos a la nada por un Episcopado hostil, nos han dado, sin embargo, una preciosa correspondencia en la que la Pastora expone, con sublime sencillez, el espíritu que la Virgen María quiere ver reinar en los nuevos Apóstoles.

La persecución condenó a Melanie a una vida errante por la que, además, fue acusada de inconstancia. Dondequiera que iba, dejaba el exquisito perfume de todas las virtudes, distinguiéndose sobre todo en la práctica de la humildad y el amor a la cruz. Para preparar la venida de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, Dios no podría haber suscitado un alma más crucificada, más olvidada de sí misma. El Siervo de Dios escribe: "Es en la escuela del Calvario donde se aprende la rara ciencia del amor al sufrimiento y de la verdadera autoaniquilación.

Melanie pasó los últimos meses de su vida en Altamura, Italia, bajo la protección del obispo Cecchini. Allí murió en olor de santidad la noche del 14 al 15 de diciembre de 1904. A petición del Cielo, para mayor gloria de Dios y de su Santísima Madre, Gregorio XVII proclamó beata a Melania Calvat el 7 de octubre de 1984.

 

Traducido del francés: Edición de O.D.M., Noviembre 2004