martes, 16 de diciembre de 2025

DESPOSORIOS DE NUESTRA SEÑORA CON EL GLORIOSO SAN JOSÉ #adviento

Miércoles de la III semana de Adviento.

De los Desposorios de Nuestra Señora con el glorioso San José.

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

Miércoles de la III semana de Adviento.

De los Desposorios de Nuestra Señora con el glorioso San José.

 

PUNTO PRIMERO. Considera lo primero cómo, según afirma (1) San Jerónimo, en cumpliendo la beatísima Virgen los catorce años de su edad, trataron los sacerdotes de darle marido, según la costumbre de aquel pueblo; y sabiendo que tenía hecho voto de virginidad (cosa inaudita hasta entonces) consultaron a Dios, y por su ordenación echaron suertes entre los varones de su linaje para darla esposo; y la suerte cayó a San José, floreciendo la vara en sus manos, y bajando sobre ella el Espíritu Santo en forma de paloma: en todo lo cual hay mucho que meditar y aprender. Lo primero en el voto de la Santísima Virgen que no dudó de padecer la nota de esterilidad, que era un linaje de infamia en aquel pueblo, por el amor de la pureza, porque tú no dudes de padecer cualquiera afrenta por el amor de la virtud. Lo segundo, en consultar a Dios los sacerdotes, enseñándonos a recurrir a él en todas nuestras dudas, y en sacar por suertes el esposo de María, porque es don de la mano del Altísimo su patrocinio y devoción; y en florecer la vara de San José, porque ha de florecer en virtudes el que fuere escogido para especial siervo suyo. Medita todo esto despacio, y anímate a emprender las heroicas virtudes que resplandecen en este misterio a costa de cualesquiera cuidados, diligencias y trabajos.

PUNTO II. Considera las virtudes que ejercitó la purísima Virgen en esta acción de sus desposorios, y en especial la fe y confianza en Dios, creyendo y esperando que por medio tan contrario a la virginidad, como era el matrimonio, la había de conservar, como la conservó y aumentó, viviendo castísimamente con el glorioso San José, porque no hay cosa imposible para Dios: anímate con su ejemplo a confiar en el Señor en las empresas que te pusiere por arduas que sean, creyendo que de todas te sacará con victoria su mano poderosa.

PUNTO III. Considera la obediencia de la Santísima Virgen en cosa tan difícil y contraria en su intención: el silencio, la humildad y rendimiento con que obedeció a los sacerdotes cuando la ordenaron que diese la mano de esposa a San José no obstante que tenía hecho voto de virginidad, y aprende a obedecer a Dios y a los hombres que gobiernan en su lugar con toda prontitud y rendimiento, aunque te ordenen dejar lo que pareciere más perfecto; como lo hizo la Virgen Santísima, confiando en la bondad de Dios, que todo lo ordenará para mayor gloria suya, y bien de tu alma.

PUNTO IV. Contempla cómo, la Divina Providencia escogió a San José pobre de los bienes temporales, pero muy rico de los espirituales; humilde a los ojos de los hombres, pero grande a los de Dios porque siempre a sus ojos es preferida la virtud a todas las riquezas y honras del siglo: mira la modestia y encogimiento con que se carearían estos dos amantes y cómo mudas sus lenguas se hablarían con los corazones: mira a San José cómo extiende la mano para dar el anillo de esposo a la beatísima Virgen, y el empacho virginal con que ella recibe, la devoción de ambos y la admiración de los presentes: levanta los ojos al cielo y contempla la bendición que echaría Dios a estos dos santos casados, y cómo los ángeles y toda la corte celestial festejarían sus castísimos desposorios, la entrega recíproca que se harían los dos desposados de sus almas y de sus corazones, enlazándose con vínculo de castísimo amor: levanta tu corazón a Dios, y pídele una gota de devoción para asistir, celebrar y festejar este santo matrimonio: dales el parabién a los casados y pídeles que te admitan en su servicio para ser su siervo y su esclavo perpetuamente.

(1) Hier. de ort. Mar.

 

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

 

 

17 de diciembre. Día 2. #novena de #aguinaldos #navidad

 

17 de diciembre

DÍA SEGUNDO

Novena de aguinaldos

o de Navidad

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS

Por la señal de la santa cruz…

 

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de Él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre (x 3)

 

Se lee lo propio de cada día.

          17 de diciembre

DÍA SEGUNDO

CONSIDERACIÓN

El Verbo Eterno está a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del secreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola concentrada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió un mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel, para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación. El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su criatura.

Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María al rehusar… con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el fiat que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina.

La Virgen inmaculada ha dado su asentimiento. El arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico estallaba un júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiera prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en un silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho carne y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era sólo el Verbo Eterno; era el Niño Jesús, revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres.

 

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Avemaría y Gloria (x 3)

 

 

 

GOZOS AL NIÑO JESÚS

 

Dulce Jesús mío
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1

¡Oh sapiencia suma
del Dios Soberano
Que al nivel de un
niño te hayas
rebajado!
¡Oh divino infante
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

2

¡Oh Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

3

¡Oh raíz sagrada
de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella flor del Campo!

4

¡Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

5

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

6

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo!

7

¡Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

8

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!

9

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

10

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,

mi constante amigo,
mi divino hermano!

11

¡Veante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

12

¡Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!

 

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado». Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.