lunes, 1 de diciembre de 2025

DE LA MUERTE. #adviento #meditacion

Martes de la I semana de Adviento.

De la Muerte.

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

Martes de la I semana de Adviento.

De la Muerte.

 

PUNTO PRIMERO. El Apóstol San Pablo (1) testifica, que así como todos hemos de parecer en el juicio, para dar cuenta de nuestras vidas, así también está determinado que todos, sin exceptuar alguno, pasemos primero por la muerte, que ésta es una verdad tan infalible, que aunque las otras del juicio, infierno y gloria las sabemos por la Fe Divina, que no puede padecer engaño, esta la sabemos por la fe, y por la experiencia que nos muestra que todos somos mortales, y todos morimos, y cada día nos vamos acercando a la muerte, según lo cual el primer punto que se ha de meditar en esta materia es la certidumbre de la muerte, esta es infalible; y tú que estás leyendo esta escritura has de morir infaliblemente, y Dios está mirando el tiempo y el lugar y la enfermedad con que has de rematar la vida, sin que haya en esto réplica, ni apelación: piensa en esto, y mira lo que te conviene hacer para el poco tiempo que has de vivir, y luego da un paso más adelante, y medita que así como es cierto que has de morir, no sabes cuándo, y cómo morirás, porque no tienes día, ni hora segura, y no la tienes, para que no te asegures en alguno, mas estés siempre velando y apercibido, como dice Cristo(2), para su venida, la cual ordinariamente es cuando no la esperamos. Considera cuanto te importa que te halle el Señor apercibido, y pídele su gracia para no descuidarte ya más en negocio de tan grande monta.

PUNTO II. Considera lo que advierte San Pablo (3) , y es que no has de morir más que una vez, y si esta se yerra, no es posible remediarla: si pierdes una pretensión, puedes ganar otra en que la repares; y si una acción te sale mal, puedes restaurarla en otra; pero los yerros de la muerte no tienen reparo, ni hay como soldarlos o enmendarlos: piensa por una parte cuanto importa el morir bien, pues de la buena muerte depende la vida eterna, y conforme te hallare Dios en aquel trance has de quedar para siempre; y por otra mira cuantos riesgos hay en la muerte, y que los muy santos, como San Hilarión, después de setenta años de soledad y penitencia, y San Arsenio después de cuarenta , temblaron al pasar aquel puerto, y se hallaron alcanzados de cuenta, y que si se yerra, no tiene remedio; y pues la buena muerte depende de la buena vida, trázala de manera en el acatamiento de Dios, que te dé firme esperanza de alcanzar lo que deseas, y puedas entonces antes gozarte que temer.

PUNTO III. Considera qué cosa es morir, cómo precede la enfermedad, que es como la batería que va enflaqueciendo el muro para caer, las medicinas y dolores, las angustias y sobresaltos que se padecen en aquel trance; luego cómo poco a poco se van disminuyendo los sentidos, los ojos se quiebran, los oídos se entorpecen, el gusto se pierde, el tacto falta, la memoria no recuerda, el entendimiento se oscurece, y el corazón padece mortales congojas, y todo el hombre tiembla y se enfría, y los miembros quedan yertos como se llega su fin, y últimamente se desata el alma del estrecho vínculo que ha tenido toda la vida con el cuerpo, y queda exánime, frio y helado, y es desposeído de todo cuanto tenía en este mundo, honras, riquezas, parientes, amigos, criados y conocidos, y sale del mundo desnudo, como entró en él: esto es morir, y esto ha de pasar por ti. Contempla cuán grande yerro es gastar los días de tu vida en allegar riquezas y honras caducas y perecederas, que tan presto te han de dejar, y te has de hallar sin ellas cuando más las habías menester; y pide al Señor gracia para buscar las inmortales, y atesorar las eternas, que son las verdaderas, y que nunca te han de dejar.

PUNTO IV. Considera lo que te ha de suceder después de la muerte: mírate a ti mismo difunto, tan sin sentido como si fueras una piedra, que si no te mueven, no puedes moverte; cómo luego tratan de enterrarte, y echarte fuera de tu propia casa: mira cómo te amortajan con la vestidura más vieja y pobre que dejaste, y toda la hacienda la reparten entre sí los parientes; cómo te ponen sobre un paño en el suelo, o por grande honra en una caja, que te cubren con otro paño funesto y dos o cuatro luces a los lados con un Santo Cristo en medio: aplica el oído a los responsos que te dicen, y a los clamores que dan las campanas por ti; mira luego cómo vienen los clérigos, y te llevan a enterrar cantando letanías, y acabados los oficios te lanzan en la sepultura en compañía de los otros difuntos, y luego te cubren de tierra, y la igualan con un pisón de madera, o con una losa de muchas arrobas, y te dejan y se van a comer, y a cenar, y a dormir, y a negociar, y tú te quedas allí en aquel lóbrego y estrecho aposento, y poco a poco te van olvidando, como si no hubieras sido; y da un paso adelante, y vuelve a mirarte de allí a ocho o quince días, y mira qué te has hecho, y te hallarás tal, que no te atrevas a mirarte hirviendo de gusanos con un hedor intolerable: esto eres, y en esto has de parar, y este es el fundamento de todas las torres de viento que levantabas de tus estimaciones, y para este cuerpo apercibiste tantos regalos, y por él diste tantos pasos: este es el fin y paradero de todos; estudia en este libro, mírate en este espejo, y saca desengaño para conocer la verdad, y despreciar cuanto el mundo adora, y mira lo que quisieras haber hecho entonces, y haz lo que quisieras haber hecho cuando mueras .

(1) Ad heb. 9. (2) Mt. 25. (3) Heb. 9,27.

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

4. TOTAL SUMISIÓN DEL APETITO, SEGUNDA GRACIA DE LA INMACULADA. NOVENA A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA, PATRONA DE ESPAÑA

DIA CUARTO

De la sumisión completa del apetito, gracia segunda concedida a María Santísima

 

NOVENA

A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA,

PATRONA DE ESPAÑA

Rdo. Dr. D. Félix Sardá y Salvany, Pbro

 

Por la señal de la santa cruz…

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA CADA DÍA

A vuestros pies acudo y a la sombra bendita de vuestro altar, soberana Reina de los cielos y Madre mía Inmaculada, para considerar vuestras grandezas y contemplar a par de ellas mi propia miseria y pequeñez. Hijo soy, que no desea para formar su corazón, más que mirarse en tal Madre; discípulo soy, que no necesita para salir aprovechado, más que prestar atento oído a tal Maestra. Por ambos conceptos vengo a Vos y a Vos llamo, y en Vos confío.

Doliéndome ante todo de mis culpas, y pidiendo perdón de ellas a la divina Bondad por mí tantas veces ofendida, siéntome ya menos indigno de parecer ante vuestra presencia, y más alentado para que bondadosa me recibáis.

Sea por los méritos y gracia del Corazón amorosísimo de Jesús, y por la intercesión y valimiento de vuestro virginal Esposo y Protector mío San José. Así sea.

 

Se lee y medita lo dispuesto para cada día. 

DIA CUARTO

De la sumisión completa del apetito, gracia segunda concedida a María Santísima

Si por privilegio de su Concepción sin mancha tuvo la Reina de los cielos su razón del todo adicta a Dios, sin vacilación de clase alguna y mucho menos indocilidad y rebeldía; igualmente ordenados y sumisos a la divina ley estuvieron sus apetitos sensibles, sin asomo jamás de disconformidad o discordancia con los dictámenes de aquélla. Ni la pasión levantó jamás borrascas en su alma, ni livianos afectos anublaron un solo momento el limpio cielo de su recta intención.

¡Cómo examinar, Madre mía, en presencia de vos el revuelto y alborotado mar de nuestros insensatos antojos y concupiscencias! Herida la más honda que causó el pecado en nosotros, fue ese trastorno y desequilibrio, que establecen en nuestro ser un cierto dualismo, por el cual muchas veces no lo bueno que queremos hacemos, sino que hacemos aquello mismo que como malo condenamos.

Riñen cruel y desapoderada batalla en el corazón encontradas tendencias y deseos; aspiraciones sublimes de ángel y groseras concupiscencias de bestias; el amor al cielo, de una parte; de otra, el amor al cieno; es ave alada a ratos, cerniéndose en los más puros horizontes; a ratos gusano vil, revolcándose y buscando el placer en las asquerosas inmundicias.

Eso somos, pues, mas por nuestra culpa; nos ahogamos y embrutecemos cien veces y mil en sucios lodazales, por no agarrarnos ansiosos a la mano que a todas horas nos tiende la gracia de Dios. Eso somos, porque no oponemos a la miserable tendencia de los apetitos bestiales la fuerza y vigor que nos darían para contrastarlos la oración frecuente, la presencia de Dios constante, la vigilancia sobre los sentidos incansable. Jinetes en bruto indócil y voluntarioso, dejamos de la mano el freno; más aún, juzgámosle atentatorio a nuestra libertad, por tener el gusto de vernos derribados al menor tropiezo, y hollados y acoceados por las pasiones, que reteniéndolas debíamos señorear y dirigir.

Esclavos hemos de querer ser de la divina ley, y de su yugo nobilísimo y dignificador, no de esos bastardos tiranuelos que nos ofrecen a título de libertad las más oprobiosas cadenas. Servir a Dios es reinar; la libertad de seguir las inmundicias de la carne es la más humillante de las abyecciones. Haced, Señora, que como vos sea libre nuestra alma con la santa libertad de los hijos de Dios.

Medítese unos minutos lo anterior, y récese luego tres Avemarías a la Virgen Inmaculada, pidiéndole la gracia especial que se desea alcanzar por su valimiento.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Breves han sido, Madre mía, los instantes que a vuestros pies me ha permitido en grata visita y conversación la Bondad divina. Sean, Señora, para mi bien, mejoramiento de mi vida, nuevo ardor en vuestro servicio, mayor fidelidad a las santas inspiraciones, más firmeza en perseverar, mayores consuelos en mi última hora.

Ruégoos, Madre mía, pues lo sois de mi Hermano mayor y primogénito Cristo Jesús, hagáis con vuestro patrocinio duraderos en mí estos afectos de devoción, eficaces mis resoluciones, entera mi voluntad, prácticos mis deseos.

Así lo espero por los méritos infinitos del Divino Corazón y por las súplicas de vuestro castísimo Esposo San José. Así sea.

 

SÚPLICAS A MARÍA INMACULADA

POR LAS NECESIDADES DE ESPAÑA

Y DEL MUNDO ENTERO

Reina concebida sin pecado original, rogad a Dios (*)

Virgen, Patrona del Papa, (*)

Virgen, Patrona de las Españas,

Por el triunfo de la Iglesia y conversión de sus enemigos,

Por la vida, bienestar y libertad de nuestro amadísimo Pontífice,

Por la felicidad y libertad de la Iglesia en nuestra Patria,

Por la santificación y trabajos apostólicos de su clero,

Por el desarrollo y espíritu de tranquilidad y perfección de las Órdenes religiosas,

Por el aumento de la propaganda de los impresos católicos,

Por el aumento y frutos de las Asociaciones católicas de apostolado seglar y piadosas,

Por la santidad del matrimonio y de la familia cristiana,

Por la pureza católica de nuestra enseñanza pública,

Por el esplendor de nuestro culto y sostén de sus ministros,

Por la destrucción de las Sociedades enemigas de Jesucristo,

Por el cristiano acierto de los gobernantes,

Por las infelices víctimas de las sectas, enemigas de Dios y de la Iglesia,

Por las clases trabajadoras expuestas a las seducciones de la impiedad,

Por los niños cristianos, esperanza del porvenir de nuestra patria,

Por los Centros catequéticos,

Por las instituciones de beneficencia según la ley de Dios,

Por la unión de todos los corazones en el Sagrado Corazón,

Por el aumento del culto del Sagrado Corazón de Jesús,

Para que siga siendo perpetuamente nuestra España la nación más devota de María y la más adicta al Pontificado,

Por todos los que oran, sufren y trabajan por nuestra santa fe,

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

 

ORACIÓN

¡Oh Dios poderoso, que nos habéis dado por Madre nuestra a vuestra dulcísima Madre, y que muy en particular la habéis hecho Patrona de España en el misterio de su Inmaculada Concepción! Con el más profundo gemido de nuestro corazón os suplicamos miréis bondadosamente, por sus méritos, a nuestra patria, conservando perpetuamente en ella el tesoro de la fe y de la moral de Jesucristo, y la adhesión sin límites a la santa Iglesia católica, apostólica, romana. Amén.

 

Ave María Purísima, sin pecado concebida.