domingo, 2 de noviembre de 2025

EVANGELIO DEL DOMINGO: PARÁBOLA DE LOS DOS DEUDORES


EVANGELIO DEL DOMINGO
XXI DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Rito Romano 1962

EVANGELIO

Continuación del Santo Evangelio según San Mateo 18, 23-35

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

 TEXTOS DE LA MISA XXI domingo después de Pentecostés

COMENTARIOS AL EVANGELIO

Homilía de maitines. ¡TERRIBLE SENTENCIA! San Jerónimo
 
TODO SE NOS CONVIERTE EN MOTIVO DE PREMIO. San Juan Crisóstomo

SOPORTAR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DEL PRÓJIMO. San Juan Bautista de la Salle

¿NO DEBÍAS TÚ TAMBIÉN TENER COMPASIÓN DE TU COMPAÑERO, ASÍ COMO YO LA TUVE DE TI? Catena Aurea de santo Tomás de Aquino.

Benedicto XVI LA OFENSA SOLO SE PUEDE SUPERAR CON EL PERDÓN

DE LA ETERNIDAD Y DEL INFIERNO. SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

PERDONAR PARA SER PERDONADO. Dom Gueranger

PARÁBOLA DEL SIERVO A QUIEN EL SEÑOR PERDONÓ TODA LA DEUDA.


LA INGRATITUD Y CRUELDAD DEL SIERVO.

NO NOS CANSEMOS DE PERDONAR. Homilía

PADRE NUESTRO , PERDONA NUESTRAS DEUDAS. Homilía

LA ARMADURA DE DIOS Y EL IMPERATIVO DEL PERDÓN. Homilía

EL JUICIO PARTICULAR. Homilía

sábado, 1 de noviembre de 2025

2. ESTADO DEL PURGATORIO. MES POR LAS BENDITAS #almasdelpurgatorio

DÍA 2

MEDITACIÓN

Estado del Purgatorio

 

MES DE NOVIEMBRE

EN SUFRAGIO DE

LAS BENDITAS ALMAS

DEL PURGATORIO

Francisco Vitali

 Por la señal…

ORACIÓN INICIAL

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

 

Se lee lo propio de cada día.

DÍA 2

MEDITACIÓN

Estado del Purgatorio

Aunque es cierto que el Señor puede condenar a las almas de los difuntos a purgar la pena de sus faltas a donde mejor le agradare, lo es también que, en el centro de la tierra, hay un lugar especial llamado propiamente Purgatorio, en donde de ordinario están detenidos con grave dolor, los espíritus humanos que aún no están bastantemente perfeccionados para entrar al cielo.  Hay un lugar especial llamado propiamente Purgatorio, en donde, de ordinario, están detenidos con grave dolor los espíritus humanos que aún no están bastantemente perfeccionados para entrar al cielo. Éste es llamado lugar inferior, pozo profundo, mar tempestuoso, tierra de miseria y de tinieblas, de torbellinos y de oscuridad, muy próximo al Infierno, o más bien, una estancia del mismo infierno. ¡Oh qué horror pues, no debe excitar en nuestros ánimos tan terrible cárcel de la justicia divina, y cuánta compasión no debemos tener de las almas que están allí sufriendo el castigo de sus pecados!

¿Más, cuáles son las penas que se padecen en el Purgatorio? Nos dicen comúnmente los Santos Padres y Doctores, que son las mismas que las del Infierno. No hay diferencia, dice Santo Tomás, entre los tormentos del Infierno y los del Purgatorio; con el mismo fuego, prosigue san Agustín, se quema la paja y se purifica el oro entre las mismas llamas; sigue diciendo san Gregorio, encuentra el réprobo su suplicio y su purificación el justo. Ahora bien, si el Infierno es la pena mayor que la Divina Justicia aplica a las criaturas rebeldes, imaginémonos cuáles serán los tormentos de las almas del Purgatorio al sentirse oprimidas y penetradas por aquel mismo elemento atormentador que forma la desesperación eterna de los réprobos. La única diferencia que hay entre las penas de los réprobos y las de las almas del Purgatorio es que las primeras son eternas y las segundas temporales. Apenas entra el condenado al Infierno, pierde la esperanza de salir de allí por una eternidad; no hay redención ni salvación para quien abusó hasta lo último de la redención y salvación que le procuró la sangre preciosísima de Jesucristo. Las almas del Purgatorio, por otra parte, adornadas con la gracia del Redentor, están seguras de su eterna salvación, saldrán sin duda del Purgatorio, pero tendrán antes que pagar hasta el último cuadrante, la deuda contraída en vida con la Divina Justicia por sus culpas. ¿Y cuándo llegarán a satisfacerla? Quién antes y quién después, según la calidad de la culpa y la cantidad de la pena correspondiente; nos dicen los doctores, que algunas no saldrán de aquella cárcel atormentadora, sino en el día del juicio final. ¡Oh cuán largo penar! ¡oh cuán caro cuesta el pecado! guardémonos, pues, de cometerlo, y si le hemos cometido, apresurémonos a borrarle en vida, para que nada tengamos que pagar después de la muerte.

 

ORACIÓN

Gran Dios, dadnos gracia y fuerza para huir de toda culpa y para detestarla en la presente vida. El fuego terrible del Purgatorio, los atroces tormentos que allí se padecen, la duración de la pena tan prolongada, son otros tantos motivos fuertes y muy poderosos que nos hacen concebir un sumo horror al pecado, y todo nos conmueve el corazón para acudir con el mayor empeño a socorrer a aquellas almas benditas. Echad, vos también, ¡Oh Señor!, una mirada benigna hacia ellas, y haced por vuestra gran misericordia que llegue cuanto antes el fin de tan larga aflicción, siguiendo a aquellos tormentos vuestra gloria, y a aquella cárcel, vuestra mansión bienaventurada, donde os adoren y bendigan por una eternidad. Amén.

 

JACULATORIA

Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.

(x3)

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

 

Padre nuestro… (se recita en silencio)

 

V. Libra, Señor, sus almas.

R. De las penas del infierno.

V. Descansen en paz.

R. Amén.

V. Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a ti nuestro clamor.

 

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre  propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

V. Dales, Señor, el descanso eterno.

R. Y brille para ellos luz perpetua.

V. Descansen en paz.

R. Amén.

 

2. EJEMPLOS DE DEVOCIÓN A LAS BENDITAS #almasdelpurgatorio

En las conferencias espirituales que san Malaquías, obispo de Hibernia, tenía frecuentemente con sus discípulos, tratándose un día de la muerte, propuso que cada uno declarase que, en caso de morir fuera de su patria, ¿dónde y cuándo querría mejor, acabar sus días?

Como son varios los pensamientos de los hombres, así diversos fueron también sus pareceres, y quién designó un tiempo, quién otro, quién otro, quién este y quién aquel lugar; más cuando tocó al Santo exponer su propia opinión, eligió entre los lugares más célebres del cristianismo el monasterio de Clarabal, que tanto florecía entonces por el fervor de la caridad, y entre los días del año, el de hoy, que es el de la conmemoración de los fieles difuntos, para gozar de la mayor copia de sufragios que en tan gran día, y en tan santo lugar estaba ciertísimo de obtener.


No quedó sin el efecto su deseo, pues poco después, habiéndose puesto en camino para postrarse a los pies del sumo pontífice Eugenio III, apenas llegó al monasterio de Clarabal, cuando fue asaltado de tan feroz enfermedad, que bien conoció que se acercaba el día de su muerte.

Por lo cual, levantando los ojos al cielo, en hacimiento de gracias, exclamó con el Salmista: Aquí será mi descanso por todos los siglos: dejaré mis despojos en este, en este asilo que yo no elegí sobra cualquier otro.

En efecto, al nacer el segundo día de noviembre, el ardor de la fiebre, no menos que el fervor de la caridad creció de tal modo, que rompieron los lazos de la vida, y el espíritu ya libre de la prisión del cuerpo, acompañado de las oraciones de los monjes y de los fieles, en medio de un numeroso coro de almas libradas por él del Purgatorio con abundantes sufragios, se presentó al tribunal de Cristo, juez, para recibir la merecida corona de sus virtudes. En tan gran día, en el cual todo fiel se acuerda de sus difuntos, no nos olvidemos de los nuestros, y obremos de modo que queden contentos de nuestra piedad. San Bernardo en la vida de San Malaquías.