jueves, 4 de diciembre de 2025

DE LAS PENAS DEL PURGATORIO #adviento #meditacion

Jueves de la I semana de Adviento.

De las penas del Purgatorio

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN V.

Jueves de la I semana de Adviento.

De las penas del Purgatorio.

 

PUNTO PRIMERO. Considera que, como enseña la fe, las almas que salen de esta vida en gracia de Dios, no habiendo satisfecho enteramente las deudas de sus pecados, son condenadas en el tribunal de Dios a satisfacerlas en el purgatorio, más o menos conforme a lo que pecaron y a la penitencia que hicieron, y el primer paso en esta meditación será mirar con los ojos de la consideración un lugar dilatado y de poca luz en el cóncavo de la tierra, lleno de las almas de los justos , padeciendo varias y rigurosas penas: unas abrasándose en vivo fuego con indecible tormento; otras en ríos helados; otras en unas navajas de acero, despedazándolas los ministros de la justicia divina; otras con hambre y sed ardentísima en suma necesidad; otras embestidas de víboras y serpientes que las están atormentando y royendo las entrañas; y otras en otros gravísimos y atroces tormentos, todas llorando y suspirando por salir de aquella oscura cárcel y penosísimo destierro: todo lo cual debe causar en tu corazón igual compasión de los que allí padecen, y temor de venir a aquel lugar, como ahora diremos.

PUNTO II. Considera lo que pasa dentro de sus corazones , porque aunque las penas dichas son muy de temer, la mayor de todas es la privación de Dios y de su gloria, que allí padecen; porque por una parte le aman con perfecta caridad por el conocimiento que tienen de su bondad , y por otra le desean ver y gozar al paso que le conocen y aman; y aumenta este deseo la noticia que tienen así del valor de su gloria, como del derecho que tienen a ella , y la suspensión de gozarle, y la duda de cuando se acabará su destierro, no sabiendo si será largo o corto; y la esperanza de tan grande bien les causará tales ansias de gozarle, y tales congojas y dolor de no poseerle, que no hay cosa en esta vida con que se pueda explicar. Mira lo que sienten los nobles un corto destierro de su patria, pudiendo llevar consigo a sus parientes, y aliviar su pena con delicias y festines y entretenimientos; ¿pues qué sentimiento tendrán aquellas almas en su destierro, careciendo de estos alivios, y padeciendo juntamente las penas referidas? Si, dice el Sabio (1), que la esperanza que se dilata aflige el alma. ¿Qué aflicciones y congojas padecerán con la dilación de su esperanza aquellas benditas almas? Piensa esto despacio, y entra, dentro de ti mismo, y considérate en aquel lugar, y mira qué dieras por tu rescate, y por salir de aquellos tormentos y conseguir la gloria; y saca desde luego resolución firmísima de satisfacer por tus culpas, y no dejarlo para el purgatorio, adonde será más grave una hora sola de pena, que aquí cien años de penitencia amarga.

PUNTO III. Considera las penas del purgatorio y la gravedad de ellas , y contempla por qué castiga Dios a las almas de los justos, a quien ama tiernamente, con tan rigurosos tormentos, que sola la detención en aquel destierro fuera más grave que todos cuantos se pueden dar en el mundo, y hallarás que padecen por unas culpas veniales, de que en este siglo no se hace monta, por una palabrilla leve, por una seña o una risa demasiada, por un pensamientillo de poca monta, por una irreverencia liviana cometida en la oración, un volver de cabeza ligeramente, y cosas semejantes que entre los hombres son de ninguna monta. Pues ¡a quién no admira que un tan grande Dios, que tanto ama a los suyos, y de suyo es tan inclinado a piedad, castigue culpas tan leves con penas tan acerbas! Cava en esta consideración, y saca de aquí cuán recto es Dios en sus juicios, pues no disimula con sus amigos faltas tan pequeñas, y tiembla de las muchas que has cometido en esta vida, y conoce que no hay cosa que merezca nombre de pequeña en siendo ofensa de Dios, si bien llamamos así a las culpas que no privan de su gracia; pero merecen nombre de grandes respecto del Señor a quien ofenden, y de las grandes penas con que Dios justísimamente las castiga, y resuélvete a morir antes que cometer el más mínimo pecado venial.

PUNTO IV. Vuelve los ojos sobre todo lo dicho, y considera por una parte la infinidad de culpas que has cometido en el discurso de tu vida, y lo que debes a Dios por ellas, y cómo es forzoso satisfacerle aquí o allá, y pues aquí puedes tan fácilmente, resuélvete a hacer condigna penitencia de tus pecados, y a valerte de todos los medios que Dios te ha dado para satisfacer por tus culpas, como son los Sacramentos, limosnas, indulgencias y jubileos, obras de misericordia con los prójimos, y las demás que tiene la Iglesia; y para fervorizarte mas, considera que en el purgatorio, aunque las penas son tan graves como se ha dicho, no adelantan su caudal ni su merecimiento cosa alguna las almas con lo que padecen, solo satisfacen por las deudas que deben; pero acá con las penitencias y obras pías hechas en gracia se satisface y se merece, pagando por una parte las deudas de los pecados, y mereciendo por otra muchos grados de gloria en el cielo. ¡Oh qué dolor tendrás en el purgatorio, por no haber tomado este consejo! Válete de él ahora que tienes tiempo, y juntamente saca de esta meditación grande piedad para con las almas que allí penan, diligenciando su libertad, porque Dios depare quien diligencie la tuya, y también afectos de agradecimiento al Señor por el tesoro que nos dejó en la Iglesia de la sangre de Cristo Señor nuestro, y de los merecimientos de los santos para satisfacción de nuestras deudas.

(1) Prov. 13.

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

DE LAS PENAS DEL PURGATORIO

 Para el jueves primero de Adviento.
De las penas del Purgatorio.
PUNTO PRIMERO. Considera que, como enseña la fe, las almas que salen de esta vida en gracia de Dios, no habiendo satisfecho enteramente las deudas de sus pecados, son condenadas en el tribunal de Dios a satisfacerlas en el purgatorio, más o menos conforme a lo que pecaron y a la penitencia que hicieron, y el primer paso en esta meditación será mirar con los ojos de la consideración un lugar dilatado y de poca luz en el cóncavo de la tierra, lleno de las almas de los justos , padeciendo varias y rigurosas penas: unas abrasándose en vivo fuego con indecible tormento; otras en ríos helados; otras en unas navajas de acero, despedazándolas los ministros de la justicia divina; otras con hambre y sed ardentísima en suma necesidad; otras embestidas de víboras y serpientes que las están atormentando y royendo las entrañas; y otras en otros gravísimos y atroces tormentos, todas llorando y suspirando por salir de aquella oscura cárcel y penosísimo destierro: todo lo cual debe causar en tu corazón igual compasión de los que allí padecen, y temor de venir a aquel lugar, como ahora diremos.
PUNTO II. Considera lo que pasa dentro de sus corazones , porque aunque las penas dichas son muy de temer, la mayor de todas es la privación de Dios y de su gloria, que allí padecen; porque por una parte le aman con perfecta caridad por el conocimiento que tienen de su bondad , y por otra le desean ver y gozar al paso que le conocen y aman; y aumenta este deseo la noticia que tienen así del valor de su gloria, como del derecho que tienen a ella , y la suspensión de gozarle, y la duda de cuando se acabará su destierro, no sabiendo si será largo o corto; y la esperanza de tan grande bien les causará tales ansias de gozarle, y tales congojas y dolor de no poseerle, que no hay cosa en esta vida con que se pueda explicar. Mira lo que sienten los nobles un corto destierro de su patria, pudiendo llevar consigo a sus parientes, y aliviar su pena con delicias y festines y entretenimientos; ¿pues qué sentimiento tendrán aquellas almas en su destierro, careciendo de estos alivios, y padeciendo juntamente las penas referidas? Si, dice el Sabio (1), que la esperanza que se dilata aflige el alma. ¿Qué aflicciones y congojas padecerán con la dilación de su esperanza aquellas benditas almas? Piensa esto despacio, y entra, dentro de ti mismo, y considérate en aquel lugar, y mira qué dieras por tu rescate, y por salir de aquellos tormentos y conseguir la gloria; y saca desde luego resolución firmísima de satisfacer por tus culpas, y no dejarlo para el purgatorio, adonde será más grave una hora sola de pena, que aquí cien años de penitencia amarga.
PUNTO III. Considera las penas del purgatorio y la gravedad de ellas , y contempla por qué castiga Dios a las almas de los justos, a quien ama tiernamente, con tan rigurosos tormentos, que sola la detención en aquel destierro fuera más grave que todos cuantos se pueden dar en el mundo, y hallarás que padecen por unas culpas veniales, de que en este siglo no se hace monta, por una palabrilla leve, por una seña o una risa demasiada, por un pensamientillo de poca monta, por una irreverencia liviana cometida en la oración, un volver de cabeza ligeramente, y cosas semejantes que entre los hombres son de ninguna monta. Pues ¡a quién no admira que un tan grande Dios, que tanto ama a los suyos, y de suyo es tan inclinado a piedad, castigue culpas tan leves con penas tan acerbas! Cava en esta consideración, y saca de aquí cuán recto es Dios en sus juicios, pues no disimula con sus amigos faltas tan pequeñas, y tiembla de las muchas que has cometido en esta vida, y conoce que no hay cosa que merezca nombre de pequeña en siendo ofensa de Dios, si bien llamamos así a las culpas que no privan de su gracia; pero merecen nombre de grandes respecto del Señor a quien ofenden, y de las grandes penas con que Dios justísimamente las castiga, y resuélvete a morir antes que cometer el más mínimo pecado venial.
PUNTO IV. Vuelve los ojos sobre todo lo dicho, y considera por una parte la infinidad de culpas que has cometido en el discurso de tu vida, y lo que debes a Dios por ellas, y cómo es forzoso satisfacerle aquí o allá, y pues aquí puedes tan fácilmente, resuélvete a hacer condigna penitencia de tus pecados, y a valerte de todos los medios que Dios te ha dado para satisfacer por tus culpas, como son los Sacramentos, limosnas, indulgencias y jubileos, obras de misericordia con los prójimos, y las demás que tiene la Iglesia; y para fervorizarte mas, considera que en el purgatorio, aunque las penas son tan graves como se ha dicho, no adelantan su caudal ni su merecimiento cosa alguna las almas con lo que padecen, solo satisfacen por las deudas que deben; pero acá con las penitencias y obras pías hechas en gracia se satisface y se merece, pagando por una parte las deudas de los pecados, y mereciendo por otra muchos grados de gloria en el cielo. ¡Oh qué dolor tendrás en el purgatorio, por no haber tomado este consejo! Válete de él ahora que tienes tiempo, y juntamente saca de esta meditación grande piedad para con las almas que allí penan, diligenciando su libertad, porque Dios depare quien diligencie la tuya, y también afectos de agradecimiento al Señor por el tesoro que nos dejó en la Iglesia de la sangre de Cristo Señor nuestro, y de los merecimientos de los santos para satisfacción de nuestras deudas.
(1) Prov. 13.

6. SANTIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN. NOVENA A LA #inmaculadaconcepción

DIA SEXTO

De la santidad, por la cual es María Santísima modelo y Reina de todos los Santos

 

NOVENA

A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA,

PATRONA DE ESPAÑA

Rdo. Dr. D. Félix Sardá y Salvany, Pbro

 

Por la señal de la santa cruz…

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA CADA DÍA

A vuestros pies acudo y a la sombra bendita de vuestro altar, soberana Reina de los cielos y Madre mía Inmaculada, para considerar vuestras grandezas y contemplar a par de ellas mi propia miseria y pequeñez. Hijo soy, que no desea para formar su corazón, más que mirarse en tal Madre; discípulo soy, que no necesita para salir aprovechado, más que prestar atento oído a tal Maestra. Por ambos conceptos vengo a Vos y a Vos llamo, y en Vos confío.

Doliéndome ante todo de mis culpas, y pidiendo perdón de ellas a la divina Bondad por mí tantas veces ofendida, siéntome ya menos indigno de parecer ante vuestra presencia, y más alentado para que bondadosa me recibáis.

Sea por los méritos y gracia del Corazón amorosísimo de Jesús, y por la intercesión y valimiento de vuestro virginal Esposo y Protector mío San José. Así sea.

 

Se lee y medita lo dispuesto para cada día. 

 

DIA SEXTO

De la santidad, por la cual es María Santísima modelo y Reina de todos los Santos

El privilegio de la Concepción Inmaculada fue en María gracia tan singular, que trajo la confirmación de toda su vida en ella, de suerte que ni la perdió ni pudo jamás perderla por culpa alguna mortal, ni disminuirla por falta alguna venial, ni siquiera afearla o deslustrarla con género alguno de imperfección. Así con llamarla los Sagrados Libros y Cánticos toda hermosa, puede expresarse muy oportunamente el carácter especialísimo de esa santidad, que lo fue en todos los actos y en todos los tiempos y en todos los conceptos bajo los que puede considerarse la criatura humana en orden a su Criador y Señor.

“Sed santos”, es intimación que dirige el Señor a todos sus hijos que ha llamado a la fe y a la gracia; lo cual no significa sino la permanencia en ella por medio de la fidelidad constante, y el aumento y progreso en la misma por sucesivas cooperaciones al divino impulso. Santidad que en un grado u otro se exige a todas las edades y condiciones de la vida cristiana, como requisito indispensable para la salvación. Santidad, que no es sino el cumplimiento de los respectivos deberes del hombre en orden a Dios, en orden a sí mismo y en orden a su prójimo, bien plazca a la divina Providencia hacerla resplandecer a los ojos asombrados del mundo con portentos y maravillas de su poder, como en algunos Santos; bien como en otros rodearla de obscuridad y de misteriosas nubes, desconocida de todos, quizá negada de muchos, y sólo visible y apreciada en la presencia del Juez rectísimo que la ha de galardonar. ¿Qué vale en comparación de ella cuanto por de mayor precio tienen bajo el sol los hijos de los hombres? ¿Qué la más renombrada sabiduría? ¿Qué los tesoros de la mayor opulencia? ¿Qué la gloria del más codiciado poder? ¿Qué la gentileza y gallardía de la más florida juventud? Vanidad todo de vanidades, y sólo vanidad, menos el amor a Dios y a Él solo servirle, ha dicho el librillo de La Imitación. Ser santo es algo y es todo, que lo demás nada es. Agradar a Dios y morir en su ósculo bendito, éste es el colmo de toda ciencia y de todo honor y de toda riqueza.

La ciencia calificada
Es que el hombre en gracia acabe;
El que esto sabe, algo sabe,
Que el otro no sabe nada.
Medítese unos minutos lo anterior, y récese luego tres Avemarías a la Virgen Inmaculada, pidiéndole la gracia especial que se desea alcanzar por su valimiento.

 

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Breves han sido, Madre mía, los instantes que a vuestros pies me ha permitido en grata visita y conversación la Bondad divina. Sean, Señora, para mi bien, mejoramiento de mi vida, nuevo ardor en vuestro servicio, mayor fidelidad a las santas inspiraciones, más firmeza en perseverar, mayores consuelos en mi última hora.

Ruégoos, Madre mía, pues lo sois de mi Hermano mayor y primogénito Cristo Jesús, hagáis con vuestro patrocinio duraderos en mí estos afectos de devoción, eficaces mis resoluciones, entera mi voluntad, prácticos mis deseos.

Así lo espero por los méritos infinitos del Divino Corazón y por las súplicas de vuestro castísimo Esposo San José. Así sea.

 

SÚPLICAS A MARÍA INMACULADA

POR LAS NECESIDADES DE ESPAÑA

Y DEL MUNDO ENTERO

Reina concebida sin pecado original, rogad a Dios (*)

Virgen, Patrona del Papa, (*)

Virgen, Patrona de las Españas,

Por el triunfo de la Iglesia y conversión de sus enemigos,

Por la vida, bienestar y libertad de nuestro amadísimo Pontífice,

Por la felicidad y libertad de la Iglesia en nuestra Patria,

Por la santificación y trabajos apostólicos de su clero,

Por el desarrollo y espíritu de tranquilidad y perfección de las Órdenes religiosas,

Por el aumento de la propaganda de los impresos católicos,

Por el aumento y frutos de las Asociaciones católicas de apostolado seglar y piadosas,

Por la santidad del matrimonio y de la familia cristiana,

Por la pureza católica de nuestra enseñanza pública,

Por el esplendor de nuestro culto y sostén de sus ministros,

Por la destrucción de las Sociedades enemigas de Jesucristo,

Por el cristiano acierto de los gobernantes,

Por las infelices víctimas de las sectas, enemigas de Dios y de la Iglesia,

Por las clases trabajadoras expuestas a las seducciones de la impiedad,

Por los niños cristianos, esperanza del porvenir de nuestra patria,

Por los Centros catequéticos,

Por las instituciones de beneficencia según la ley de Dios,

Por la unión de todos los corazones en el Sagrado Corazón,

Por el aumento del culto del Sagrado Corazón de Jesús,

Para que siga siendo perpetuamente nuestra España la nación más devota de María y la más adicta al Pontificado,

Por todos los que oran, sufren y trabajan por nuestra santa fe,

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.

 

ORACIÓN

¡Oh Dios poderoso, que nos habéis dado por Madre nuestra a vuestra dulcísima Madre, y que muy en particular la habéis hecho Patrona de España en el misterio de su Inmaculada Concepción! Con el más profundo gemido de nuestro corazón os suplicamos miréis bondadosamente, por sus méritos, a nuestra patria, conservando perpetuamente en ella el tesoro de la fe y de la moral de Jesucristo, y la adhesión sin límites a la santa Iglesia católica, apostólica, romana. Amén.

 

Ave María Purísima, sin pecado concebida.