viernes, 19 de diciembre de 2025

LA PERSONA DE CRISTO: SUS PRERROGATIVAS Y SUS VIRTUDES #adviento

Sábado de la III semana de Adviento.

De la Persona de Cristo, y de sus prerrogativas y virtudes.

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

Sábado de la III semana de Adviento.

De la Persona de Cristo, y de sus prerrogativas y virtudes.

 

PUNTO PRIMERO. Esta consideración de cargar sobre las palabras que dijo el arcángel San Gabriel a la Santísima Virgen, cuando la ofreció de parte de Dios un Hijo sin riesgo de su pureza, el cual le pronosticó que tendría las cualidades siguientes (1): Llamárosle Jesús, y será grande, y se llamará Hijo del Altísimo, y Dios le dará la silla de su Padre David, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin. En todo lo cual hay mucho que meditar: lo primero considera la Persona de Cristo, Dios y Hombre en un supuesto, su alma bienaventurada y gloriosa desde el instante de su concepción, exento de todo pecado, mácula o imperfección, y que le puso el cielo por nombre Jesús, que quiere decir Salvador, porque a costa de su sangre había de redimir el mundo, y desde que tuvo ser se ofreció al Eterno Padre en hostia y sacrificio por los hombres; y pondera que aunque por no haber contraído el pecado de Adán, no debiera contraer sus miserias y nacer impasible y con los dotes de gloria que después tuvo; pero su amor infinito y la grandeza de su caridad le obligaron a nacer pasible y mortal, y sujetarse a las calamidades, trabajos y miserias que los demás hombres para redimirnos a costa de su sangre y Pasión: dale gracias por tan gran de merced, y pídele favor para humillarte y padecer hasta la muerte por su amor.

PUNTO II. Considera lo que dijo el arcángel, conviene a saber, que será Grande, porque lo fue en todo, en la caridad, en la potencia, en la sabiduría, en la enseñanza, en la doctrina, en los milagros, en la humildad y paciencia, y en el resto de todas las virtudes. Grande y tan grande, que ni tuvo antes igual ni después comparación. Pondera que aquel es verdaderamente grande, que lo es delante de Dios, y toda la grandeza del mundo es como soñada y aparente no mas; porque los grandes del mundo, si no tienen virtud, son como nada y despreciados delante de Dios. Contempla, cómo siendo Cristo tan grande, se trató como pequeño, y se portó con suma humildad entre los hombres, conversando con ellos como uno de ellos, y sirviéndolos en los más humildes oficios; de quien debes aprender a humillarte más que todos, si te hallares sublimado en las dignidades de la tierra.

PUNTO III. Considera aquellas palabras del arcángel: Será llamado Hijo del Altísimo, porque lo fue en la realidad de verdad, y su vida correspondió a Hijo de quien era, y mereció ser aclamado por Hijo verdadero de Dios, adorado y respetado como tal por todos los cielos y la tierra; gózate de tener tal Redentor, y mete la mano en tu pecho, y considera si corresponde tu vida a tu origen y dignidad; pues siendo, como dice San Pablo (2), por naturaleza hijo de ira, eres por su gracia hijo de Dios. Mira si correspondes a tal Padre y si mereces ser llamado hijo de Dios, y avergüénzate en su presencia de hallarte tan abatido a las criaturas y tan indigno de este nombre, y pídele al Señor que te dé la mano para servirle y enmendarte, y hacer obras dignas de la merced que te ha hecho.

PUNTO IV. Considera el resto de las palabras del arcángel, en que dice: Que Dios le dará la casa de David su Padre, y reinará en la de Jacob eternamente, y que su reino no tendrá fin: mírale rey coronado y de la prosapia de David, entendiendo en tu bien y provecho, como si para ti solo hubiera nacido, y pondera qué agradecimiento debes a quien tanto bien te ha hecho. Pondera que dice, reinará en la casa de Jacob, el cual no tuvo una sola bendición como su padre Isaac, sino tantas cuántos hijos le dio Dios, porque el reino de Cristo y su opulencia no es limitada, sino infinita con tantas bendiciones cuántos hijos tiene, y tantos reinos cuantos siervos: mira no pierdas tú el que tiene prevenido para ti, y carga últimamente el peso de la consideración en aquellas palabras: Y su reino no tendrá fin; porque ha de ser eterno para siempre, sin fin, sin fin ni diminución jamás .Cava y ahonda en esta eternidad, y conocerás por ella la brevedad de todo lo temporal y la estima de lo eterno, y resuélvete firmísimamente a procurar lo celestial y a despreciar lo terreno.

(1) Lc. 1, 32. (2) Ef. 2.

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

20 de diciembre. 5° día. #novena de #aguinaldos #navidad

20 de diciembre

DÍA QUINTO

Novena de aguinaldos

o de Navidad

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS

Por la señal de la santa cruz…

 

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de Él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre (x 3)

 

Se lee lo propio de cada día.

 

20 de diciembre

DÍA QUINTO

CONSIDERACIÓN

Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hoy de que nos detengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y el modo como hemos de corresponder a ellos.

María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre: la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos, iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura…

Haría todo lo que de aquella faz divina; podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su sueño o despierto, hasta que la hubiese aprendido de memoria… ¡Cuán ardientemente deseaba ese día!

Tal era la vida de expectativa de María. Era inaudita en sí misma, más no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana, no nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino pensemos que en nosotros también reside por esencia, potencia y presencia.

Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir, y por nuestra cooperación a la gracia; por la manera que el alma del que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como hombre, porque el mismo niño que estaba en María está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo esto sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una expectativa llena de delicias como la suya?

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Avemaría y Gloria (x 3)

 

 

 

GOZOS AL NIÑO JESÚS

 

Dulce Jesús mío
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1

¡Oh sapiencia suma
del Dios Soberano
Que al nivel de un
niño te hayas
rebajado!
¡Oh divino infante
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

2

¡Oh Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

3

¡Oh raíz sagrada
de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella flor del Campo!

4

¡Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

5

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

6

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo!

7

¡Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

8

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!

9

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

10

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,

mi constante amigo,
mi divino hermano!

11

¡Veante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

12

¡Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!

 

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado». Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.