miércoles, 17 de diciembre de 2025

ANUNCIACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA SEÑORA NUESTRA #homilia #evangelio

Jueves de la III semana de Adviento.

De la Anunciación de María Santísima Señora nuestra.

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

Jueves de la III semana de Adviento.

De la Anunciación de María Santísima Señora nuestra.

PUNTO PRIMERO. Considera quién, y a quién, y a qué viene esta embajada: quien la envía es Dios omnipotente, a quien la envía es a una Virgen purísima y Santísima y retirada y escondida en la pequeña ciudad de Nazaret: a qué viene, es a pedirle su consentimiento para vestirse en su purísimo seno del tosco gabán de nuestra carne, porque muchas veces espera Dios nuestra voluntad y deseo para hacernos las mayores mercedes: quien trae esta embajada es un ángel de los mayores príncipes del cielo: vino a la Virgen Santísima María, estando desposada con San José, porque fuese no solo Virgen en el cuerpo y en el alma, sino también en la fama de santa y buena opinión: llegó a la sazón que estaba en altísima contemplación, como dice San Buenaventura (1) , pidiendo a Dios que abreviase los tiempos, y enviase el Mesías deseado para redención del mundo; en que tienes mucho que aprender, y lo primero saca de este punto grande estima de la oración, y propósitos de ejercitarte en ella , viendo las grandes mercedes que alcanzó por ella la Reina del cielo: saca amor al recogimiento y retiro de los hombres, que es el medio para ser más conocido y familiar a Dios: aprende a cuidar del buen nombre, que como dice el sabio (2), es de mas estima que el oro y la plata de las Indias; y sobre todo a estimar la virtud, pues por ella fue elegida esta Santísima doncella para madre de Dios, dejando tantas como había en el mundo de grande majestad y grandeza a los ojos de los hombres.

РUNTO II. Mira con los ojos del alma a la Virgen Santísima recogida en su retiro en altísima contemplación, y al arcángel San Gabriel postrado en el suelo con suma reverencia en el ángulo opuesto de su cámara, y toda la corte celestial a la mira con júbilos y alegrías por ver acercarse el tiempo de la restauración de sus sillas y redención del mundo. Oye con atención las palabras del arcángel, y medítalas una a una, rumiándolas como un panal de miel en provecho de tu alma: Ave gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in mulieribus: Dios te salve llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres; y que todas, y cualquiera encierran grande misterio, enseñanza y devoción.

PUNTO III, Considera la turbación de la Virgen, no de ver u oír al ángel, pues estaba acostumbrada a tratar familiarmente con ángeles, sino de oírse alabar, y que había de tener hijo y parir; porque su grande humildad y el bajo concepto que tenia de sí misma no la permitía pensar, ni creer cosa honrosa de sí, y su extremada pureza la obligaba a rechazar cualquier sombra ó imaginación que desdijese de ella. Oh Virgen Purísima que ni de boca de un Arcángel sufristeis vuestras alabanzas, ni pudisteis oír palabra que desdijese de vuestro castísimo propósito, alabada seas por todos los Serafines, y todas las criaturas ensalcen vuestra santidad, vuestra humildad y vuestra pureza que vence a los mismos cielos, y alcanzadnos gracia para imitarla y seguirla, y para despreciar todas las honras del mundo y todas sus dignidades y grandezas por el amor de la virtud.

PUNTO IV. Considera cómo la confortó el Arcángel, intimándola que aquella era la voluntad de Dios, y ofreciéndola la virtud del Altísimo y la asistencia del Espíritu Santo que había de obrar tan alto misterio en su seno; a lo que la Purísima Virgen se rindió con profundísima humildad, diciendo: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi su voluntad. De quien debes aprender a rendirte a la voluntad de Dios en lo que te ordenare, aunque sean cosas difíciles y sobre todas tus fuerzas, confiando en las divinas, por las cuales podrás lo que no alcanzas por las tuyas, y el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y te asistirá y confortará, si te fías de su palabra, y confías firmemente en su gracia: pídesela con humildad, y pondera cuánto ensalza Dios a los humildes, pues a la que se puso en el último lugar, estimándose por esclava del Señor, la sublimó a la mayor dignidad de Madre suya: humíllate más que el polvo de la tierra , y hallarás gracia en el acatamiento de Dios.

(1) Buenav. med. 3. De Vita Christi. (2) Ecl. 41.

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

18 de diciembre. Día 3º. #novena de #aguinaldos #navidad

18 de diciembre

DÍA TERCERO

 

Novena de aguinaldos

o de Navidad

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS

Por la señal de la santa cruz…

 

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de Él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre (x 3)

 

Se lee lo propio de cada día.

18 de diciembre

DÍA TERCERO

CONSIDERACIÓN

Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirando en el primer lugar el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos conocimientos.

No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aún cuando no fuesen necesarias para la grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo.

Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma: era por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones.

El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo del divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Avemaría y Gloria (x 3)

 

 

 

GOZOS AL NIÑO JESÚS

 

Dulce Jesús mío
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1

¡Oh sapiencia suma
del Dios Soberano
Que al nivel de un
niño te hayas
rebajado!
¡Oh divino infante
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

2

¡Oh Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

3

¡Oh raíz sagrada
de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella flor del Campo!

4

¡Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

5

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

6

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo!

7

¡Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

8

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!

9

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

10

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,

mi constante amigo,
mi divino hermano!

11

¡Veante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

12

¡Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!

 

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado». Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.