Miércoles de la III semana de Adviento.
De los Desposorios de Nuestra Señora con el glorioso San José.
MEDITACIONES DIARIAS
DE LOS MISTERIOS
DE NUESTRA SANTA FE,
por el P. Alonso de Andrade,
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
ORACIÓN PARA COMENZAR
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
MEDITACIÓN
Miércoles de la III semana de Adviento.
De los Desposorios de Nuestra Señora con el glorioso San José.
PUNTO PRIMERO. Considera lo primero cómo, según afirma (1) San Jerónimo, en cumpliendo la beatísima Virgen los catorce años de su edad, trataron los sacerdotes de darle marido, según la costumbre de aquel pueblo; y sabiendo que tenía hecho voto de virginidad (cosa inaudita hasta entonces) consultaron a Dios, y por su ordenación echaron suertes entre los varones de su linaje para darla esposo; y la suerte cayó a San José, floreciendo la vara en sus manos, y bajando sobre ella el Espíritu Santo en forma de paloma: en todo lo cual hay mucho que meditar y aprender. Lo primero en el voto de la Santísima Virgen que no dudó de padecer la nota de esterilidad, que era un linaje de infamia en aquel pueblo, por el amor de la pureza, porque tú no dudes de padecer cualquiera afrenta por el amor de la virtud. Lo segundo, en consultar a Dios los sacerdotes, enseñándonos a recurrir a él en todas nuestras dudas, y en sacar por suertes el esposo de María, porque es don de la mano del Altísimo su patrocinio y devoción; y en florecer la vara de San José, porque ha de florecer en virtudes el que fuere escogido para especial siervo suyo. Medita todo esto despacio, y anímate a emprender las heroicas virtudes que resplandecen en este misterio a costa de cualesquiera cuidados, diligencias y trabajos.
PUNTO II. Considera las virtudes que ejercitó la purísima Virgen en esta acción de sus desposorios, y en especial la fe y confianza en Dios, creyendo y esperando que por medio tan contrario a la virginidad, como era el matrimonio, la había de conservar, como la conservó y aumentó, viviendo castísimamente con el glorioso San José, porque no hay cosa imposible para Dios: anímate con su ejemplo a confiar en el Señor en las empresas que te pusiere por arduas que sean, creyendo que de todas te sacará con victoria su mano poderosa.
PUNTO III. Considera la obediencia de la Santísima Virgen en cosa tan difícil y contraria en su intención: el silencio, la humildad y rendimiento con que obedeció a los sacerdotes cuando la ordenaron que diese la mano de esposa a San José no obstante que tenía hecho voto de virginidad, y aprende a obedecer a Dios y a los hombres que gobiernan en su lugar con toda prontitud y rendimiento, aunque te ordenen dejar lo que pareciere más perfecto; como lo hizo la Virgen Santísima, confiando en la bondad de Dios, que todo lo ordenará para mayor gloria suya, y bien de tu alma.
PUNTO IV. Contempla cómo, la Divina Providencia escogió a San José pobre de los bienes temporales, pero muy rico de los espirituales; humilde a los ojos de los hombres, pero grande a los de Dios porque siempre a sus ojos es preferida la virtud a todas las riquezas y honras del siglo: mira la modestia y encogimiento con que se carearían estos dos amantes y cómo mudas sus lenguas se hablarían con los corazones: mira a San José cómo extiende la mano para dar el anillo de esposo a la beatísima Virgen, y el empacho virginal con que ella recibe, la devoción de ambos y la admiración de los presentes: levanta los ojos al cielo y contempla la bendición que echaría Dios a estos dos santos casados, y cómo los ángeles y toda la corte celestial festejarían sus castísimos desposorios, la entrega recíproca que se harían los dos desposados de sus almas y de sus corazones, enlazándose con vínculo de castísimo amor: levanta tu corazón a Dios, y pídele una gota de devoción para asistir, celebrar y festejar este santo matrimonio: dales el parabién a los casados y pídeles que te admitan en su servicio para ser su siervo y su esclavo perpetuamente.
(1) Hier. de ort. Mar.
ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Ofrecimiento diario de obras
Ven Espíritu Santo
inflama nuestros corazones
en las ansias redentoras del Corazón de Cristo
para que ofrezcamos de veras
nuestras personas y obras
en unión con Él
por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón
y me ofrezco contigo al Padre
en tu Santo Sacrificio del altar
con mi oración y mi trabajo
sufrimientos y alegrías de hoy
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial
Por el Papa y sus intenciones,
Por nuestro Obispo y sus intenciones,
Por nuestro Párroco y sus intenciones.