Sábado de la II semana de Adviento.
Del nombre de Nuestra Señora.
MEDITACIONES DIARIAS
DE LOS MISTERIOS
DE NUESTRA SANTA FE,
por el P. Alonso de Andrade,
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
ORACIÓN PARA COMENZAR
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
MEDITACIÓN
Sábado de la II semana de Adviento.
Del nombre de Nuestra Señora.
PUNTO PRIMERO. Considera cómo en cumpliendo los ocho días, conforme a la costumbre de los hebreos, la pusieron por nombre MARÍA, nombre dado de la mano del Altísimo y misterioso, según las varias significaciones que tiene. Y lo primero considera, que, como dice San Bernardo (1), este nombre de María significa estrella del mar, porque la beatísima Virgen nació para estrella y norte de la Iglesia, a quien deben mirar y seguir todos los que navegan por el mar de este mundo al puerto de la bienaventuranza, si quieren alcanzarle, y no ser anegados en las tempestades que continuamente se levantan y combaten las naves de nuestra navegación; de lo cual debes sacar, como dice el mismo San Bernardo, no apartar los ojos, ni perder de vista a esta celestial estrella, si quieres tener acertado y próspero viaje en la navegación del cielo. Tómala por tu guía, y pídela que te enseñe el camino que has de llevar: tenla presente en todas tus acciones y procura imitar sus virtudes, que él te alumbrará y ayudará con las celestiales influencias de su gracia.
PUNTO II. Contempla, que como dice San Buenaventura (2), este nombre de María significa mar amargo, mar por la inmensidad de gracias que recibió, y amargo por las muchas amarguras que pasó en este mundo hasta llegar al puerto de la gloria; verificándose en la Madre, como en el Hijo, que convino que padeciese para entrar en su gloria: y siendo esto así, contempla lo mucho que padeció la Beatísima Virgen desde la hora en que nació, hasta que subió al cielo, que cuando no padeciera más que el destierro de quien tan tiernamente amaba, era de grande sentimiento; y disponte a padecer a su imitación, si quieres entrar con ella en la gloria: ofrécete de corazón a su servicio y compañía: persuádete, que has de pasar por el mar amargo de los trabajos, si quieres llegar al puerto del descanso de la bienaventuranza.
PUNTO III. Considera, que este glorioso nombre de María significa Señora, no solo porque lo fue de los ángeles y hombres, sino mucho más de sí misma, sujetando todas sus pasiones y apetitos a la razón y a la voluntad del Altísimo, a quien debes imitar, si deseas ser su consorte en la corona de la gloria, sujetando tus apetitos a la razón, y tu voluntad a la de Dios, y procurando con valerosa mortificación que tu espíritu sea señor de tu carne y la tenga sujeta y rendida a su santa ley. Pídela su favor y su gracia para ello, y que te comunique una centella de aquel fuego sagrado que ardió en su pecho, para que te fervorice en el servicio de Dios y en su santa imitación.
PUNTO IV. Considera con cuánta razón canta la iglesia de María, que trocó el nombre de Eva, pues Eva se rindió a la serpiente, y María la venció y puso el pie sobre su cabeza: Eva se sujetó a su apetito, y María señoreó sus apetitos y los tuvo refrenados y sujetos a su espíritu: Eva cayó como flaca, y María venció como fuerte: Eva nos acarreó la muerte, y María nos acarreó la vida: Eva nos dio el fruto mortífero, y María el saludable de vida: Eva fue madre del pecado y ocasión de nuestro destierro y de infinitas miserias, y María Santísima fue Madre de gracia, Madre de misericordia y puerta del Paraíso: Eva provocó la ira de Dios contra nosotros, y María le inclinó a piedad y misericordia: Eva nos perdió la gracia, y María la restauró por medio de su intercesión, reconciliándonos con Dios: Eva fue afrenta de las mujeres, y María fue la honra de las mujeres y de todo el género humano: por Eva nos vino la maldición de Dios, y por María la bendición. Exclama con todo tu corazón, contemplando esta verdad, y dila con afecto cordialísimo, nacido de la estimación y agradecimiento que la debes: Oh Virgen Santísima y Purísima, bendita eres tú entre todas las mujeres: tú eres la honra del género humano, a ti debemos en gran parte la restauración de nuestro bien: Oh Emperatriz Soberana, norte de nuestra navegación, guía de nuestro camino, luz que destierra las tinieblas, alumbra mi alma y conforta mi espíritu, para que siga tus pasos y deje los de la primera Eva: dame tu favor para que desprecie todo lo terreno, ame y busque lo celestial , y sirva a tu benditísimo Hijo por todos los siglos de los siglos. Amén.
(1) Bernard, serm. 2 sup Missus est. (2) Bonav. in spec. c. 5.
ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Ofrecimiento diario de obras
Ven Espíritu Santo
inflama nuestros corazones
en las ansias redentoras del Corazón de Cristo
para que ofrezcamos de veras
nuestras personas y obras
en unión con Él
por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón
y me ofrezco contigo al Padre
en tu Santo Sacrificio del altar
con mi oración y mi trabajo
sufrimientos y alegrías de hoy
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial
Por el Papa y sus intenciones,
Por nuestro Obispo y sus intenciones,
Por nuestro Párroco y sus intenciones.