lunes, 22 de diciembre de 2025

JORNADA DE NUESTRA SEÑORA A BELÉN CON SU SANTO ESPOSO #adviento

De la jornada que hizo nuestra Señora a Belén con su santo esposo.

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

De la jornada que hizo nuestra Señora a Belén con su santo esposo.

PUNTO PRIMERO. Considera los tratos de la Divina Providencia, la cual dispuso que César Augusto mandase por edicto que se encabezase todo el orbe, cada cual en la ciudad de su origen, para llevar con esta ocasión al glorioso San José y a la Santísima Virgen a Belén, donde tenían su prosapia, y para que se cumpliesen sus profecías de que había de nacer en esta ciudad: de dónde has de sacar la certidumbre de los decretos de Dios, y que toda su voluntad se cumplirá siempre, y lo que tuviere determinado de ti, aunque sea forzoso mover todo el mundo para ello, como lo movió en esta ocasión para cumplir este decreto. Sujétate, y humíllate a su santa voluntad, ponte en sus manos con suma indiferencia y rendimiento, y dile con David (1): He aquí Señor, mi corazón dispuesto y apercibido para vos, disponed y haced de mí conforme a vuestra santísima voluntad.

PUNTO II. Considera la obediencia del glorioso San José y de la beatísima Virgen María que en tiempo tan riguroso y en ocasión tan apretada como era la cercanía de su parto, teniendo causas tan justas para excusarse, obedecieron con toda puntualidad sin excusaciones ni murmuración aún Emperador tirano en cosa tan difícil y penosa, sin obligarles su obediencia; para enseñarnos a todos a obedecer y respetar a cualquiera que tuviere el lugar de superior, aunque nos mande cosas difíciles y al parecer sin razón. Pondera cómo cumplió Cristo lo que dijo por boca de David (2): En la cabeza del libro está escrito de mí, que había de hacer tu voluntad y escribir tu ley en medio de mi corazón; pues entra obedeciendo en este mundo, y lo primero que se oye de él es que obedeció aún antes de nacer y naciendo para restaurar con su obediencia lo que Adán perdió con su desobediencia. ¡Oh Señor y Emperador de los cielos! dadme gracia para que yo obedezca a todos mis superiores con la puntualidad que tú obedeciste a los tuyos, y no solo con el cuerpo, sino con el alma y corazón.

PUNTO III. Medita la jornada que hizo la beatísima Virgen María nuestra Señora con su esposo San José, el cual, aunque pudiera ir solo a cumplir este mandato y excusar a su santa esposa, esta no quiso sino acompañarle y ser consorte en sus trabajos. Contempla el camino que llevan en el corazón del invierno lluvioso, frío y ventoso, con las incomodidades de pobres, las cuales pasaban por Dios con alegría de su corazón, dándoles consuelo y gozo en ellas el Señor que los acompañaba, que quien tiene consigo a Dios, todo lo sufre y lleva con gusto por su amor: entra con la consideración en el corazón de María Santísima y contempla los coloquios divinos que llevaba con el Señor que tenía en sus entrañas, el fuego de amo que ardía en su pecho, los deseos de verle en su brazos, el gozo que le daría la esperanza de la cercanía del parto, el sentimiento de no tener posada digna de tan grande Señor, las santas pláticas con su santo esposo; acompáñalo en esta peregrinación : ofrécete a su servicio: mira, oye, entiende y aprende lo que hacen, dicen y piensan, y endereza tus caminos con su enseñanza al Señor.

PUNTO IV. Considera cómo en llegando a Belén pagaron el tributo al César, y cómo los reyes del mundo ostentan su potencia en pedir a sus vasallos y el rey del cielo en darles hasta su propia sangre: medita la tiranía y avaricia del César y la mansedumbre y liberalidad de Cristo, y resuélvete a dar de mano a los reyes humanos, por servir al divino. Contempla otrosí cómo cerró la noche, y teniendo en aquel pueblo tantos parientes San José, no hubo quien le diese posada ni un albergue para recogerse con su santa esposa, repulsa que padecen ordinariamente los pobres: conoce cuán poco hay que fiar en parientes, y cómo Cristo desde el instante de su nacimiento se portó como huésped y peregrino en la tierra siendo ciudadano y morador del cielo : aprende a no tener aquí ciudad permanente, y a portarte como peregrino en este mundo: contempla la mendiguez de Cristo, y pídele su gracia y favor para seguir sus pisadas, despreciando el mundo y todas sus pompas, regalos y valimientos, y no cuidando de otra cosa más que de tu aprovechamiento y salvación.

(1) Sal. 56 (2) Sal. 35.

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

23 de diciembre. Día 8° #novena de #aguinaldos #navidad

23 de diciembre

DÍA OCTAVO

Novena de aguinaldos

o de Navidad

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS

Por la señal de la santa cruz…

 

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de Él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre (x 3)

 

Se lee lo propio de cada día.

23 de diciembre

DÍA OCTAVO

CONSIDERACIÓN

Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no lo encuentran, ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase a causa de su pobreza. Empero nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba tristeza, cuando eran rechazados de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con tanta tranquilidad cuando fijaba su mirada en su casta esposa. El niño aún no nacido regocijábase de aquellas negativas, que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.

¡Oh divino Niño de Belén! Esos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay!, el espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios… ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro!

¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita a convertirnos, o a santificarnos o a conformarnos con su voluntad? ¿Hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su carácter celestial con que cada uno a su modo lo lleva grabado en la vida, pero no conocemos su faz? No le reconocemos hasta que nos devuelve la espada y se aleja después de nuestra negativa.

Pónese el sol del 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran las cimas de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre.

La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno.

 

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Avemaría y Gloria (x 3)

 

 

 

GOZOS AL NIÑO JESÚS

 

Dulce Jesús mío
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1

¡Oh sapiencia suma
del Dios Soberano
Que al nivel de un
niño te hayas
rebajado!
¡Oh divino infante
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

2

¡Oh Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

3

¡Oh raíz sagrada
de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella flor del Campo!

4

¡Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

5

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

6

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo!

7

¡Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

8

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!

9

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

10

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,

mi constante amigo,
mi divino hermano!

11

¡Veante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

12

¡Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!

 

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado». Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.