domingo, 21 de diciembre de 2025

EXPECTACIÓN DEL PARTO Y DESEOS DE NUESTRA SEÑORA #adviento #meditacion #...

De la Expectación del parto y deseos de nuestra Señora.

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

De la Expectación del parto y deseos de nuestra Señora.

PUNTO PRIMERO. Lo primero considera los deseos que tuvo la Santísima Virgen desde el primer instante de su Concepción, en que le fue acelerado el uso de la razón, y prevenida con la gracia e ilustraciones divinas de que viniese al mundo el deseado de los siglos y el que había de ser la salud de las gentes; los cuales deseos fueron siempre continuándose y creciendo, al paso que iba creciendo en caridad y santidad; y al tiempo del parto serían como un rio caudaloso cuando llega a desembocar en el mar, y como un grande fuego que le han ido cebando continuamente, cuyas llamas llegan hasta el cielo, así serian los encendidos deseos de la Beatísima Virgen María de ver, tener, servir, adorar y reverenciar al Salvador del mundo. Pondera que no le deseaba para sí sola, sino para todo el orbe, como el santo Simeón para la salud de Israel, y aprende de esta celestial Maestra, cuáles han de ser tus deseos y los empleos de tu corazón, no en las cosas terrenas y transitorias, sino en las divinas y celestiales y en el bien universal de tus hermanos.

PUNTO II. Considera cómo la Beatísima Virgen junto los deseos con oraciones, plegarias, gemidos y santas obras, por todo lo cual mereció que Dios abreviase los plazos, y viniese a remediar al mundo, cumpliendo lo que dice por boca de David (1): Por la misericordia de los necesitados y por el gemido del pobre me levantaré luego, dice el Señor: y así se levantó y vino por los gemidos y plegarias de la Virgen. Pondera lo que reveló a santa Isabel viuda, según lo escribe San Buenaventura, que gran parte de la noche y del día gastaba en oración y deseos de ver y conocer a la que había de ser tan dichosa que mereciese ser Madre del Salvador, abrasándose en vivas ansias de servirla como su esclava, juzgando de sí vilísimamente, y teniéndose por indigna de servirla, y pidiendo al Señor le concediese esta gracia; y por esta humildad y estos deseos mereció ser escogida para Madre del Salvador a quien tanto deseaba: de todo lo cual has de sacar deseos de servir a Dios y a los que le sirven, y fervor de espíritu para acompañarlos con santas obras, oraciones y mortificaciones, si deseas tener buen logro de ellos.

PUNTO III. Considera la esperanza tan firme que tuvo la Reina de los ángeles de alcanzar lo que deseaba; y aunque dice el Sabio (2): Que la esperanza que se dilata aflige al alma, no se afligía nuestra Señora por dilatarse la suya, antes con grande igualdad de ánimo y tranquilidad de su espíritu esperaba en Dios que le había de cumplir sus deseos, aumentando cada día plegarias, gemidos, oraciones, penitencias y santas obras, confirmo esperanza de alcanzar lo que deseaba; de quien debes aprender a tener longanimidad en tus deseos, y confianza en tus peticiones de alcanzar lo que pides y deseas: confía en el Señor, aunque se tarde, y verás buen logro de tus peticiones.

PUNTO IV. Considera que acercándose el tiempo del parto, se aumentarían los deseos de la Santísima Virgen de ver y servir al deseado de las gentes, así como corre con suma velocidad la piedra, cuanto más se acerca a su centro, y repetiría aquellas palabras de los Cantares (3): ¿Quién te me dará, oh hermano mío, pendiente del pecho de mi madre? Y que así como del fuego suben llamas, de la misma manera del fuego de los deseos de la Santísima Virgen subían llamas de peticiones y continuos gemidos y plegarias, pidiendo para el mundo el Salvador; y Dios le cumplió sus deseos, como a Moisés su petición, dándole en sus manos el maná del cielo para salud de los hombres. Pondera en este punto, que así como las flores son principio del fruto, así los deseos son semilla de las obras, y a quien Dios quiere hacer mercedes, primero le da deseos de ellas, y cuanto más crecen, es mayor indicio de que Dios abrevia los plazos para hacerle merced; mira no malogres los deseos que te diere Dios, mas estímalos como prendas de sus misericordias y de las mercedes que te quiere hacer: levanta el corazón a Dios, y pídele constancia en tus deseos, espíritu y fervor para ponerlos por obra y recibir en tu alma su divina visitación.

(1) Sal. 11. (2) Prov. 3. (3) Cant. 2.

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.

22 de diciembre. Día 7° #novena de #aguinaldos #navidad

22 de diciembre

DÍA SÉPTIMO

Novena de aguinaldos

o de Navidad

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS

Por la señal de la santa cruz…

 

Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de Él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándole por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre (x 3)

 

Se lee lo propio de cada día.

 

22 de diciembre

DÍA SÉPTIMO

CONSIDERACIÓN

Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, a un no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos la humanidad y la obediencia de este divino Niño que aunque de raza judía y habiendo amado a su pueblo con una predilección inexplicable obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para Él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento que venía al mundo.

¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud?

¡Ah…! que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por este feliz acontecimiento.

El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar, buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María. Son cosas que no se pueden expresar en el lenguaje humano. El Padre Eterno se haya, si nos es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo, y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles.

El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esta santa humanidad tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero. En cuanto al divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén. Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mítica morada, y nuestros corazones para que sean su mansión terrenal; que nuestros actos de mortificación y desprendimiento «preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos».

 

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y le goce en el cielo. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que Vos misma preparéis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que aguardasteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Avemaría y Gloria (x 3)

 

 

 

GOZOS AL NIÑO JESÚS

 

Dulce Jesús mío
mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1

¡Oh sapiencia suma
del Dios Soberano
Que al nivel de un
niño te hayas
rebajado!
¡Oh divino infante
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

2

¡Oh Adonai potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

3

¡Oh raíz sagrada
de Jesé, que en lo alto
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo niño
que has sido llamado
Lirio de los Valles
bella flor del Campo!

4

¡Llave de David
que abre al desterrado
la cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

5

¡Oh lumbre de Oriente,
Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

6

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño
da al mísero amparo!

7

¡Rey de las naciones
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

8

¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso niño,
ven Dios humanado,
luce hermosa estrella,
brota flor del campo!

9

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

10

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,

mi constante amigo,
mi divino hermano!

11

¡Veante mis ojos,
de ti enamorados
Bese ya tus plantas,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

12

¡Ven Salvador nuestro
por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!

 

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado». Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para vivir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.