miércoles, 17 de septiembre de 2025

18. IMITEMOS AL MAESTRO. MES A LA VIRGEN DE LAS MERCEDES. 4° DÍA NOVENA

 

DÍA DÉCIMO OCTAVO

4º DÍA DE LA NOVENA

IMITEMOS AL MAESTRO

 

MES 
en honor de
 N. S. DE LAS MERCEDES

Padre Antonio Pastor Codesal, OP

 

ORACIONES PARA INICIAR

Y FINALIZAR CADA DÍA

 

Oración primera para todos los días

 

Por la señal…

 

ORACIÓN

Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio.  Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.

 

Se lee lo propio para cada día.

DÍA DÉCIMO OCTAVO

MEDITACIÓN

IMITEMOS AL MAESTRO

Consideremos el ejemplo del Divino Maestro que eligió una Madre humilde y pobre, y vivió en hogar donde el pan de cada día era amasado con el sudor de un humilde carpintero, que pasó cuarenta días de riguroso ayuno en el desierto, y que en la hora de su agonía, crucificado, diéronle a beber hiel con una justa y debida abstinencia. Pues el alma vence así más fácilmente las pasiones, y se prepara para recibir la gracia de Dios, y practicar las virtudes; y el cuerpo se ve libre de muchas enfermedades que tienen su origen en hartura y abundancia. Oh alma mía, imita en lo posible a estos altos ejemplos de sobriedad; Jesús y María, como han hecho los Santos. El gran apóstol Santo Domingo de Guzmán ayunaba de continuo, y no contento con esto, dábase todas las noches tres disciplinas hasta que la sangre llegaba a enrojecer la tierra.

Por la mortificación de la carne y sus concupiscencias debes prepararte a llevar a Cristo en tu cuerpo, y a ser templo vivo del Espíritu Santo (Cor. C III, 16), para merecer más tarde el premio de la gloria. Amén.

Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos. Avemaría...

 

EJEMPLO

San Carlos Borromeo profesó siempre gran devoción a la Santísima Virgen María, a quien rezaba todos los días el Rosario y el oficio. En su catedral erigió capilla y cofradía del Rosario; mandó colocar en la puerta principal de todas las iglesias de su diócesis una imagen de María Santísima, para dar a entender al pueblo fiel que nadie entrará en el templo eterno de la gloria si no le abre María, que es la puerta del cielo. (Id. Ib. p. 406).

 

Oración final para todos los días

 

Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha. 

Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.

Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén. 

 

Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.

Avemaría... (x 3)

 

18 DE SEPTIEMBRE. SAN JOSÉ DE CUPERTINO, FRANCISCANO (1603-1663)

 


18 DE SEPTIEMBRE

SAN JOSÉ DE CUPERTINO

FRANCISCANO (1603-1663)

LOS bellos trozos litúrgicos que componen la misa en honor de San José de Cupertino, son muy socorridos para pincelar el retrato de su santidad admirable. Los- glosaremos brevemente.

Dice el Gradual: «Le preveniste, Señor, con dulcísimas bendiciones; pusiste sobre su cabeza una corona de oro fino».

El siglo de Luis XIV —fastuoso y jansenista no pudo comprenderle. Y le llamó Bocca aperta, apodo que le pusieron sus compañeros de escuela, cuando le vieron por primera vez en éxtasis. Sin embargo, se trataba de un místico precoz, de un elegido, de un predestinado, que desde los cinco años había gozado las altas prerrogativas de la contemplación. ¿Era en realidad de corto intelecto —para que brillara más el fulgor de la divina sabiduría— o se debía su cortedad a una abstracción celestial? Ambas cosas, quizás. ¡Mientras los racionalistas le llamaban idiota, Italia entera iba viendo con asombro el desarrollo de aquella existencia prodigiosa, que al encanto seráfico de la florecilla franciscana unía el impresionante dramatismo de un auto sacramental!...

Ego pauper et dolens: Yo soy pobre y atribulado.

En estas palabras de la antífona para la Comunión se encierra el misterio de la vida de José de Cupertino, purificado duramente por la Providencia en el crisol de la prueba. Con este tesoro compra las «preciosas margaritas» de sus virtudes, de sus méritos y de sus gracias carismáticas.

Es pobre, casi miserable. Su cuna, un establo; su herencia, las deudas. De constitución endeble y enfermiza, hasta sus mismos padres lo creen infeliz, torpe, anormal. En la escuela tiene fama de inepto y perezoso. i Diecisiete años pasa en su aldea de Cupertino —entre Brindis v Otranto— absorto en Dios e incomprendido de los hombres!

Y en este clima empieza el «divino ajetreo de su vocación». En su casa bendicen la hora en que anuncia el deseo dc hacerse fraile. Pero la Orden de Hermanos Menores Conventuales lo rechaza por ignorante; y los Padres Capuchinos de Martina, que lo admiten en calidad de hermano lego, tienen que despedirlo por inútil. No sirve para nada: sus manos poseen la virtud de romper cuanto tocan; por atizar el fuego tira las cacerolas; confunde el pan blanco con el moreno; es absoluta su ineptitud...

Leemos en el Ofertorio: «Mas yo, cuando ellos me molestaban, me vestía de cilicio; afligía con ayuno mi alma, y mi oración caía sobre mi pecho».

El mundano se arroja en brazos del placer para olvidar las penas. José de Cupertino se refugia en la penitencia y en la oración. Su piedad tiene todo el ingenio que le falta a su vida práctica. Sabe limar las asperezas de la carne con la trama burda de los cilicios. Días enteros pasa sin comer y, al advertírselo, contesta beatíficamente «que no se ha acordado». ¡Ya puede prepararse, porque la lucha está empezando!; luego vendrá la incomprensión de los hombres rectos y sabios —su «enorme cruz» — y las tremendas tentaciones de la carne y del demonio. «Nunca sospeché que las redes del diablo fueran tan sutiles!».

«Puso Dios en él sus ojos para enriquecerle — dice el Aleluya—, y le alzó de su abatimiento, y le hizo levantar la cabeza».

Las almas humildes, obedientes y mortificadas, siempre tienen a Dios con sigo. Por eso José, guiado por la Providencia, encuentra, al fin. la fortuna — ¡Y qué fortuna! al ser admitido como Oblato en el convento franciscano de Santa María de Grottella. Pero la línea de su vida —ascética y mística— no varía, sino que se define con más claridad. Trabaja y se martiriza sin ley ni medida. Y estudia, aunque con poco aprovechamiento. De vez en cuando, pasan por su frente ráfagas de sabiduría celestial. Una de estas ráfagas coincide providencialmente con el examen definitivo, y puede ordenarse in sacris el 28 de marzo de 1625.

«El amor de Dios —nos recuerda el Introito— es honrosa sabiduría»: Dilectio Dei honorábilis sapiéntia.

Con la ordenación sacerdotal, recibe José de Cupertino el grado más perfecto de unión que es dable en este mundo: sus éxtasis, visiones, milagros, profecías y arrebatos místicos se suceden sin interrupción. La cosa más nimia basta para suspenderle. «Fray José, ¡qué hermoso hizo Dios el cielo!» —le dice un compañero—. El Santo lanza un grito, atraviesa los aires y va a posarse de rodillas en la copa de un olivo, «que se cimbrea cual si sostuviese a un pajarillo» ... Su cuerpo posee la ingravidez de un espíritu. Dice un autor «que gran parte de su vida se la pasó en el aire». Mas estos grandes carismas, son, precisamente, para él, motivo de grandes penas morales. Las muchedumbres le buscan enfervorecidas, y los Superiores, para sustraerle a la admiración, lo convierten en monje giróvago. Nápoles, Roma, Asís, Pietra Rubia, Fossombrone, Montevecchio y ósimo, presencian sus prodigios y caridades: «sin caridad —dice la Epístola— nada valen los carismas».

En 1657, después de comparecer ante la Inquisición, llega José de Cupertino a Ósimo. Y en septiembre de 1663 emprende su postrera y más gloriosa ascensión: su ascensión a los cielos.

La consagrada expresión «volar a Dios» tuvo en él una confirmación doblemente real y espléndida: pues, al ver entrar en su celda el Santo Viático, salió volando por los aires a su encuentro, como arrebatado por un imán...

martes, 16 de septiembre de 2025

17. LA TEMPLANZA ES SALUD DE CUERPO Y ALMA. MES DE LA VIRGEN DE LAS MERCEDES. 3º DÍA DE LA NOVENA

DÍA DÉCIMO SÉPTIMO

3º DÍA DE LA NOVENA

LA TEMPLANZA ES SALUD DEL ALMA Y DEL CUERPO

 

MES 
en honor de
 N. S. DE LAS MERCEDES

Padre Antonio Pastor Codesal, OP

 

ORACIONES PARA INICIAR

Y FINALIZAR CADA DÍA

 

Oración primera para todos los días

 

Por la señal…

 

ORACIÓN

Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio.  Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.

 

Se lee lo propio para cada día.

DÍA DÉCIMO SÉPTIMO

MEDITACIÓN

LA TEMPLANZA ES SALUD DEL ALMA Y DEL CUERPO

 

La templanza o sobriedad en la bebida es salud para el alma y para el cuerpo (Rom XIII, 13). San Pablo nos amonesta que no andemos en comidas y ebriedades, sino que mortifiquemos los deseos de la carne, y nos vistamos de nuestro Señor Jesucristo (Rom XIII, 13). Como varón frugal toma de lo que te presenten, no sea que te odien viéndote comer en demasiado nos dice la Sagrada Escritura (Eclc. XXXI, 19). Legumbres y agua pidió el profeta Daniel cuando le presentaban manjares delicados en el palacio real de Nabucodonosor de Babilonia (Dan I, 12). El reino de los cielos, nos dice San Pablo (Rom XIV, 17), no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Y en carta al Obispo Tito le dice que aconseje a los ancianos y a los jóvenes que sean sobrios (And Tit C II 26).

Consideremos a la Virgen María, Madre de Dios, viviendo en la más grande pobreza. Siendo Esposa de un pobre y humilde carpintero no había de tener manjares delicados en su mesa. En cambio, si se vio obligada a comer el duro pan del destierro en Egipto por las crueldades de Herodes. Pero Ella sabía que Dios llena de bienes a los hambrientos, y deja pobres a los ricos (S. Lc. I 53).

 

EJEMPLO

Santa Matilde, leyendo un día estas palabras que el divino Salvador agonizante dirigió a su Madre, “mujer, he ahí a tu hijo”, pidió a Dios que le hiciese la misma gracia que  concedió a San Juan, y que dijera a la Santísima Virgen: “mujer, he ahí a tu hija”. El Señor la oyó, y ella tuvo el gran placer de oír la voz de Jesús que la recomendaba a su madre. 

Pidamos todos a Jesús que nos encomiende a su Madre Santísima, y procuremos hacernos dignos de tan grandes favores, agradando a tan excelsa Madre. (Id. Ib., p. 378).

 

Oración final para todos los días

 

Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha. 

Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.

Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén. 

 

Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.

Avemaría... (x 3)