Comentario al evangelio
I DOMINGO DE PASIÓN
Forma Extraordinaria del Rito Romano
LA
HUMILDAD Y MANSEDUMBRE DE JESUS.- “¿Cómo podrá conseguirse que aquel brusco y
turbulento afecto del alma no se incline hacia lo que no conviene? Aprendiendo
primero la humildad que nos enseña el Señor con su palabra y nos muestra con su
ejemplo. Pues una veces dice: Si alguno
quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos
(Mc. 9, 35); y otras tolera con ánimo manso y sereno al que le abofetea (Io.
18, 22-23). Pues si el Creador y Señor del cielo y de la tierra, que es adorado
por toda criatura, tanto espiritual como sensible, que con su poderosa palabra sustenta todas las cosas (Hebr. 1,3),
no arrojó vivo a los infiernos al que le abofeteó, ni mandó a la tierra que se
abriese y tragase al impío, antes bien le amonesta y le dice: Si he hablado mal, muéstrame en que (Io.
18,23): si, según el precepto del Señor, te acostumbrases a ser el último de
todos, ¿te indignarías como si hubiera sido ultrajada tu dignidad con
insultos?.
DONDE
HAY ENEMISTAD NO DESCANSA EL ESPIRITU.- Cuando un niño pequeñito te insulta, le
conviertes en materia de risa…; luego no son las palabras mismas, sino la
soberbia y la estimación que cada uno tiene de su mismo lo que suele producir
molestia y disgusto. Así, pues, si apartas de tu ánimo ambas cosas, todo lo que
se te diga no será para ti sino ruido inútil y temerario. Por lo tanto, depón tu enojo y deja la cólera (Ps.
36,8), para que así, te libres del peligro de la ira, que se manifiesta desde el cielo sobre toda la
impiedad e injusticia de los hombres (Rom. 1,18)…Por lo tanto, no cerremos
la puerta al Espíritu Santo. Pues allí donde hay enemistades, contiendas,
riñas, disputas, que producen tumultos continuos en las almas, allí no descansa
el Espíritu de mansedumbre. Siguiendo el consejo de San Pablo, apartemos de
nuestras almas toda ira, indignación y clamor, juntamente con toda malicia
(Eph. 4,51), y seamos unos con otros humanos y caritativos, esperando la
bienaventurada esperanza que esta prometida a los mansos en Cristo Jesús, Señor
nuestro, a quien pertenece la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Amen.”
San Basilio
Transcripto por Dña. Ana María Galvez