ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS
LOS DÍAS
Virgen María, te saludamos y acudimos a ti
que permaneciste siempre Virgen siendo la Madre del Verbo
encarnado,
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo
y que, por su singular elección, en atención a los méritos de tu Hijo
fuiste redimida de modo más sublime,
preservada inmune de toda mancha de culpa original
y que superas ampliamente en don de gracia eximia a todas
las demás criaturas.
V/.
Oh
María, sin pecado concebida
R/.
Rogad
por nosotros que recurrimos a Vos.
Unidos a ti y proclamando las maravillas que Dios obró en
su humilde esclava; decimos:
V/. Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/.
Como
era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA 8º María, la mujer que nos
lleva a Jesús
MEDITACIÓN. S. S. Juan Pablo II, 8 de
diciembre de 2001
La
Inmaculada nos invita a no detener nuestra mirada en ella e ir más allá,
penetrando, en la medida de nuestras posibilidades, en el misterio en el que
fue concebida, es decir, el misterio de Dios uno y trino, lleno de gracia y
fidelidad.
Al
igual que la luna brilla gracias a la luz del sol, así el esplendor inmaculado
de María es totalmente relativo al del Redentor. La Madre nos remite al Hijo;
pasando por ella se llega a Cristo.
“Para
adquirir confianza y dar sentido a la vida, los hombres necesitan encontrarse
con Cristo. Y la Virgen es una guía segura para llegar a la fuente de luz y
amor que es Jesús: nos prepara para el encuentro con él. El pueblo cristiano ha
comprendido sabiamente esta realidad de salvación y, dirigiéndose a la “Toda
Santa”, con confianza filial la implora así: “Después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh
dulce Virgen María!”
ORACIÓN CONCLUSIVA (Juan Pablo II, 2002)
Ruega,
Madre, por todos nosotros.
Ruega
por la humanidad que sufre miseria e injusticia,
violencia
y odio, terror y guerras.
Ayúdanos
a contemplar con el santo rosario
los
misterios de Cristo, que "es nuestra paz",
para
que todos nos sintamos implicados
en
un compromiso preciso al servicio de la paz.
Ruega
por nosotros, Madre de la esperanza.
"Danos
días de paz, vela sobre nuestro camino.
Haz
que veamos a tu Hijo colmados de alegría en el cielo".
(pida
cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)