domingo, 7 de diciembre de 2014

NOVENA A LA INMACULADA - DÍA OCTAVO -


ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Virgen María, te saludamos y acudimos a ti
que permaneciste siempre Virgen siendo la Madre del Verbo encarnado,
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo
y que, por su singular elección,  en atención a los méritos de tu Hijo
fuiste redimida de modo más sublime, 
preservada inmune de toda mancha de culpa original
y que superas ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas.
V/. Oh María, sin pecado concebida
R/. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Unidos a ti y proclamando las maravillas que Dios obró en su humilde esclava; decimos:
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA 8º María, la mujer que nos lleva a Jesús

MEDITACIÓN. S. S. Juan Pablo II, 8 de diciembre de 2001
La Inmaculada nos invita a no detener nuestra mirada en ella e ir más allá, penetrando, en la medida de nuestras posibilidades, en el misterio en el que fue concebida, es decir, el misterio de Dios uno y trino, lleno de gracia y fidelidad.
Al igual que la luna brilla gracias a la luz del sol, así el esplendor inmaculado de María es totalmente relativo al del Redentor. La Madre nos remite al Hijo; pasando por ella se llega a Cristo.
“Para adquirir confianza y dar sentido a la vida, los hombres necesitan encontrarse con Cristo. Y la Virgen es una guía segura para llegar a la fuente de luz y amor que es Jesús: nos prepara para el encuentro con él. El pueblo cristiano ha comprendido sabiamente esta realidad de salvación y, dirigiéndose a la “Toda Santa”, con confianza filial la implora así: “Después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!”

ORACIÓN CONCLUSIVA (Juan Pablo II, 2002)
Ruega, Madre, por todos nosotros.
Ruega por la humanidad que sufre miseria e injusticia,
violencia y odio, terror y guerras.
Ayúdanos a contemplar con el santo rosario
los misterios de Cristo, que "es nuestra paz",
para que todos nos sintamos implicados
en un compromiso preciso al servicio de la paz.
Ruega por nosotros, Madre de la esperanza.
"Danos días de paz, vela sobre nuestro camino.
Haz que veamos a tu Hijo colmados de alegría en el cielo".

(pida cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)

Tras un breve silencio, se puede concluir con el rezo de tres avemarías, con alguna oración popular a la Inmaculada como Bendita sea tu pureza o el canto de la Salve.