10 de mayo
San Juan de Ávila, confesor
Juan de Ávila, de sobrenombre "el Maestro", nació en Almodovar en España. Erudito en las Sagradas Ciencias y robustecido con el sacerdocio, progresó mucho en su esfuerzo por adquirir la perfección. Después, ardiendo en deseo del ministerio apostólico pensó en irse a las Indias, pero aconsejado por el Arzobispo de Sevilla, se entregó a los trabajos apostólicos en España. Aceptados estos con gran ardor, predicó incansablemente en las principales ciudades de Andalucía, enseñó a los niños, visitó a los enfermos, se mantuvo al lado de los que iban a morir, consoló a los pobres y miserables; así era su solicitud cada día. Escribió libros llenos de sabiduría celestial e ilustró las Sagradas Escrituras con sus comentarios desde su cátedra de enseñanza. Aconsejó a San Ignacio de Loyola, a San Juan de Dios, a San Francisco de Borja, a San Pedro de Alcántara y a Santa Teresa de Jesús. Los Romano Pontífices hicieron uso a menudo de sus obras. Lleno de trabajos y enfermo, se durmió en el Señor en Montilla. León XIII lo puso en el catálogo de los Beatos y Pío XII lo declaró celestial patrono del clero Español.
ORACIÓN
OH DIOS, dador de todos los bienes, que señalaste a San Juan, confesor tuyo, como maestro admirable en dirigir a las almas por el camino de la salvación, y en reducir a los pecadores a penitencia; te rogamos nos concedas alcanzar la gloria eterna, siguiendo constantemente sus pisadas. Por Nuestro Señor Jesucristo.
VIACRUCIS CON SAN JUAN DE ÁVILA
BREVE EXPOSICIÓN DE LAS BIENAVENTURANZAS. San Juan de Ávila
EN VUESTRAS MANOS, SEÑORA, PONEMOS NUESTRAS HERIDAS. Oración de san Juan de Ávila a la Virgen
ROGAD A LA VIRGEN QUE OS DÉ OJOS PARA SABERLA MIRAR. SAN JUAN DE ÁVILA
EL ALBA ES MARÍA, MEDIANERA ENTRE LA NOCHE Y EL SOL. San Juan de Ávila
QUIEN SINTIERE DESMAYO MIRANDO SUS CULPAS, ALCE SUS OJOS A JESUCRISTO, PUESTO EN LA CRUZ. San Juan de Ávila
San Antonino, obispo y confesor
Antonino nació en Florencia de padres honestos; ofreció desde su infancia indicios de su futura santidad. A los 17 años ingresó en la Orden de Predicadores, comenzando desde entonces a brillar en la práctica de las grandes virtudes. Declaró una guerra sin tregua a la ociosidad. Tras un breve sueño, era el primero en acudir a Maitines, y dedicaba el tiempo restante de la noche a la oración, al estudio o a la composición de libros, y si un sueño importuno se apoderaba de sus miembros fatigados, dormía un momento con la cabeza apoyada en la pared, y volvía con mayor avidez a sus santas vigilias.
Observante severísimo de la disciplina regular, no comía carne a no ser en caso de hallarse gravemente enfermo. Dormía sobre el suelo o sobre duras tablas. De continuo usaba cilicio, y no pocas veces llevaba ceñido sobre las carnes un cinturón de hierro. Guardó siempre la castidad. Fue tanta su prudencia en dar consejos, que se le llamaba con elogio Antonino el de los consejos. Era tan profundamente humilde que, aun desempeñando los cargos de superior o de provincial, se complacía en el ejercicio de los oficios más bajos en el monasterio. Constituido arzobispo de Florencia por el papa Eugenio IV, dio su consentimiento, obligado por las amenazas del Papa.
No es posible explicar la prudencia, piedad, caridad, mansedumbre y celo sacerdotal con que resplandeció en el desempeño de su cargo. Fue tan admirable la penetración de su inteligencia que por sí mismo, sin necesidad de maestro, aprendió todas las ciencias de una manera perfecta. Después de tantos trabajos y de haber publicado excelentes tratados doctrinales, recibida la sagrada Eucaristía y la Extremaunción, abrazando el Crucifijo, murió plácidamente el día diez de mayo del año 1459. Ilustre por sus milagros así en vida como después de la muerte, fue inscrito en el número de los Santos por el papa Adriano VI, en el año del Señor 1523.
ORACIÓN
OH SEÑOR, nos ayude con sus méritos vuestro santo confesor y obispo Antonino, para que alabándoos en él, nos podamos gloriar de vuestra misericordia hacia nosotros. Por Nuestro Señor Jesucristo.
Conmemoración de san Gordiano y san Epímaco.
En tiempo de Juliano el Apóstata, fue conducido el presbítero Jenaro al juez Gordiano para que le condenara, mas éste y su esposa y 53 personas de su familia, fueron instruidos por él en la fe católica y se bautizaron en Roma. Sabiéndolo el prefecto, tras desterrar a Jenaro, mandó a Clemenciano, su lugarteniente, que encarcelara a Gordiano. Viéndose Clemenciano impotente para conseguir que renunciara a la fe, le encadenó, y le hizo atormentar con varas guarnecidas de plomo, y que luego fuese decapitado. Su cuerpo fue echado a los perros ante el templo de Apolo. Por la noche, los cristianos le sepultaron en la vía Latina, en la misma cripta adonde habían sido trasladadas desde Alejandría las reliquias del bienaventurado mártir Epímaco, el cual había permanecido mucho tiempo encarcelado por la fe de Cristo, y por último murió quemado, obteniendo así la corona del martirio.
ORACIÓN
CONCÉDENOS, oh Dios omnipotente, a los que celebramos la solemnidad de tus santos mártires Gordiano y Epímaco, ser ayudados por ellos ante ti. Por Nuestro Señor Jesucristo.