martes, 8 de septiembre de 2020

EL ALBA ES MARÍA, MEDIANERA ENTRE LA NOCHE Y EL SOL. San Juan de Ávila

COMENTARIO AL EVANGELIO
8 de septiembre 
NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA
1. Dicen que un ignorante puede preguntar más que responder un sabio; y si la pregunta del ignorante pone en aprieto al sabio, ¿qué hará la del sabio al ignorante? Preguntó una vez el Señor a sus apóstoles que le dijesen quién era Él (cf. Mt 16,5). Pregunta, por cierto, bien dificultosa aun para los ángeles, cuánto más para gente que ha gastado su vida más en ejercitar el oficio de la pesca que no en predicar teología. Y aunque la hubieran predicado, es gran verdad lo que el mismo Señor dijo: Que ninguno conoció al Hijo sino el Padre, y a quien el Padre lo quiere revelar (cf. Mt 11,27). Y porque al mundo importaba la salvación, saber los hombres quién es Jesucristo, y ellos no lo podían saber, proveyó el Eterno Padre de lo decir por boca del apóstol San Pedro, diciendo: Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo (Mt 16,16).
2. ¡Gran pregunta!: ¿quién es Jesucristo? Y después de ésta, es gran pregunta: ¿quién es su bendita Madre? Es tan grande esta Niña que hoy nace, que pone en gran admiración a los hombres y a los ángeles, y así, como admirados, preguntan: ¿Quién es esta que nace como el alba que amanece, hermosa como la luna, escogida como el sol, terrible y espantable como escuadrón de gente bien ordenada? [...] Mirad cuánto bien se sigue al mundo de que conozcamos quién es vuestra benditísima Madre, que hoy nace. Porque conoceros a vos es conocer nuestro Redemptor y nuestro remedio; y conocerla a ella es conocer el camino para gozar de vos y de vuestra redempción. Confesámoos, Señor, que no somos suficientes para conocer ni hablar la menor parte de las grandes riquezas que en vuestra Madre pusistes; tomad, pues, la mano, pues que sois su Hijo y queréis honrar a vuestra santísima Madre, y sois su Criador y su Dios, que la criastes y dotastes de todas las gracias que tiene, y por eso la conocéis muy bien, y la daréis a conocer como hemos menester.
3. [...] Dichoso aquel cuya ánima conociere esta obra de Dios que entre manos tenemos, esta sacratísima Niña, en la cual no hay cosa de mano ajena, mas toda hecha por mano de Dios, y por eso toda llena de maravillas, vaso admirable, obra del muy Alto, como el Eclesiástico dice (Eclo 43,2). Chiquita es en sus ojos, mas la dignidad y grandeza suya a todo lo criado excede con grande ventaja. «Más alta es que el cielo —dice San Agustín— esta que queremos alabar; más profunda es que el abismo; más ancha es que el mar, y su longura es mayor que de oriente a occidente». Maravíllanse de ella los hombres y los ángeles; viéronla las hijas de Sión, y llamáronla bienaventurada, y las reinas la han alabado; porque así los ángeles que atalayan a Dios en el cielo faz a faz como las ánimas muy santas que hay en la tierra, todos le conocen ventaja, y se postran delante su acatamiento, y confiesan ser insuficientes para conocer la grandeza de esta pequeña; y preguntan, si hubiere quien les responda: ¿Quién es esta que sale del vientre de su madre como alba que nace, hermosa como luna? (cf. Cant 6,10).
No seamos nosotros tan atrevidos a quererles decir a los ángeles lo que ellos no saben; ellos preguntan, y con preguntar nos enseñan; y no haremos poco si con la gracia del Señor supiéremos entender y declarar lo que ellos preguntando enseñan.
—¿Quién es esta que sale como alba, hermosa como luna? —De manera que ya sabemos algo de esta benditísima María, que es alba, luna, sol y escuadrón de gente bien ordenado.
19. El alba nace, ella mesma da voces con la lumbre que trae, y dice: «Ya es tiempo de caminar, ¡levantad los dormidos!». Los gallos cantan, y las otras aves también; y la Virgen está desde el cielo dándote voces en este santo día que ella nació, que despiertes del sueño del pecado y que andes en la lumbre de ella, que te será fiel abogada y piadosa madre. [...]
24. Hermano, si ese brío y esos propósitos andan meneando tu ánima, entiende que te ha amanecido el alba, que es el aparejo para venir a estado de gracia; entiende que anda por tu corazón el favor de la Virgen María, que te ha alcanzado la gracia preveniente, significada por ella mesma, con que te aparejes a recebir la gracia de Dios, que te ponga en su amistad.
[...]. Y éste es el don que nos alcanza esta bendita Niña, que nace como el alba; y, según hemos dicho, es medianera entre la escuridad de la noche y la lumbre del sol. [...] Porque así como Eva desayudó al primero Adán en lo que tocaba al servicio de Dios, así esta Niña es criada para que ayude al segundo Adán, que es Jesucristo, para ayudarle a la redempción y a recoger las ánimas por quien Él derramó su sangre. Él murió por todos, como dice San Pablo (2 Cor 5,15), y ella es el alba, luna y sol que nace para todos; [...]. Ten, hermano, confianza en esta Virgen sagrada, que si tú quieres llamarla con ruegos, hacerla servicios, implorar su misericordia y oficio de interceder, sentirás que ni ella es sorda para oírte ni tus oraciones y servicios saldrán en balde. 
 San Juan de Ávila