LA TRANSFIGURACION
6 DE AGOSTO
San Jerónimo
Aún estaba él hablando cuando los cubrió una nube resplandeciente y salió
de la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado en quien tengo mis
complacencias; escuchadlo (17,5). Porque había preguntado imprudentemente,
por eso mismo no merece una respuesta del Señor, sino que respondió el Padre en
vez del Hijo para que se cumpliera la palabra del Señor: “Yo no doy testimonio
en mi favor; pero el Padre que me ha enviado, Él sí da testimonio en mi favor”
(Jn 5,37; 8,18). Y se ve una nube resplandeciente y los oculta para que los que
querían un tabernáculo material de follaje o de pieles quedaran cubiertos por
el parasol de una nube resplandeciente. También se oye procedente del cielo la
voz del Padre que habla para dar testimonio en favor del Hijo y, descartado el
error, enseñar la verdad a Pedro o, mejor todavía, a los demás Apóstoles a
través de Pedro. Éste es, dice, mi Hijo amado, a éste hay que hacer el
tabernáculo, a éste hay que obedecer; éste
es mi Hijo; aquellos son los siervos; Moisés y Elías, y precisamente ellos,
con vosotros, deben preparar en el fondo de su corazón un tabernáculo para el
Señor.