miércoles, 2 de agosto de 2017

EL ROSARIO DE HOY CON SAN PEDRO JULIÁN EYMARD




Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial: Se hace hoy memoria de San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del Misterio eucarístico, fundó nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido (1868). Con alguna de sus enseñanzas meditamos el rosario de hoy.
Señor mío Jesucristo... 
MISTERIOS GLORIOSOS
1.-La Resurrección del Señor.
“En el corazón del justo halla Jesús una sepultura gloriosa, pero ignominiosa en el del pecador. En el primero no pierde su estado sacramental sin dejar algo de su divinidad, su Espíritu Santo, y por lo mismo un germen de resurrección. En el segundo, esto es, en el culpable, no sobrevive Jesús, quedan frustrados todos los fines de la Eucaristía. La Comunión en estas condiciones es una verdadera profanación; es la muerte violenta e injusta de nuestro Señor, crucificado por estos nuevos verdugos.”
2.- La Ascensión del Señor
“Cuando Jesucristo subió al cielo el día de la ascensión, fue a tomar posesión de su gloria y a prepararnos en ella un lugar. Con Jesucristo la humanidad redimida entra en el cielo; sabemos que ya no tenemos cerrada la entrada y esperamos que llegue el día en que sus puertas se abran ante nosotros. Esa esperanza nos sostiene y anima. Bien mirado, esto debía bastarnos para llevar una vida cristiana y sufrir, para no perderla, todas las tristezas de la vida. Sin embargo, para conservar en nosotros y hacer más eficaz esta esperanza del cielo, para que pudiésemos esperar pacientemente el cielo de la gloria y para conducirnos a él, crió Jesucristo el hermoso cielo de la Eucaristía. Porque la Eucaristía es un hermoso cielo..., el comienzo de la gloria.”
3.- La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen María
“El Espíritu Santo nos hace adorar en espíritu y en verdad. Ora en nosotros y nosotros oramos a una con Él; es, por encima de todo, el maestro de la adoración. Él dio a los apóstoles la fuerza y el espíritu de la oración Spiritum gratiae et precum –derramaré un espíritu de gracia y de súplica (Zac 12, 10). Unámonos, pues, con Él. Desde Pentecostés se cierne sobre la Iglesia y habita en cada uno de nosotros para enseñarnos a orar, para formarnos según el dechado que es Jesucristo y hacernos en todo semejantes a Él, con objeto de que así podamos estar un día unidos con Él sin velos en la gloria.”
4.- La Asunción de María Santísima a los Cielos
“No reina Jesús en un alma sino por la pureza del amor.”
5.- La Coronación De La Virgen Como Reina Y Señora De Todo Lo Creado.
Un buen servidor, como sepa lo que su señor prefiere, se anticipa a sus deseos y halaga su amor honrando lo que estima. Así también un buen adorador, como sabe que Jesucristo su señor ama con predilección la humildad y la mansedumbre de corazón, puesto que dice: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”; como sabe que ama con predilección las virtudes religiosas de pobreza, castidad y obediencia, abraza con ardor el estudio y la práctica de las virtudes cristianas, con ellas conforma su vida, hace de ellas como manto de honor, y así sirve a Jesús con las mismas virtudes que distinguen y coronan al divino Salvador, que es como si sirviera por Jesús mismo. Para pago de estos sacrificios no pide otra cosa que ser agradable a su Señor.”