sábado, 4 de marzo de 2023

4 de marzo. SAN CASIMIRO, CONFESOR

4 de marzo

San Casimiro, rey, confesor

Casimiro, hijo de Casimiro y de Isabel de Austria, reyes de Polonia, fue desde niño instruido por los mejores maestros en la piedad y bellas letras; sujetaba sus miembros con áspero cilicio y con ayunos. Despreciando la molicie del lecho real, dormía sobre el suelo, e iba secretamente, en la noche, a implorar la divina clemencia, postrado en tierra ante las puertas de los templos. Asiduo en la meditación de los sufrimientos de Cristo, acostumbraba a fijar su mente en Dios durante la Misa, y parecía estar arrebatado fuera de sí.

Con todas sus fuerzas procuró promover la fe católica y abolir el cisma de los Rutenos. Para conseguirlo, indujo a su padre Casimiro a que dictara una ley, prohibiendo a los cismáticos construir nuevos templos, y restaurar los antiguos que caían en ruinas. Era generoso y compasivo con los menesterosos y oprimidos por las calamidades, por lo cual obtuvo el nombre de padre y defensor de los pobres. Al final de su vida demostró su amor a la virginidad, conservada desde su infancia, cuando, durante una grave enfermedad, desoyendo a los médicos, resolvió morir antes que hacer nada contra la castidad.

Siendo aún joven, lleno de virtudes y méritos, y habiendo predicho el día de su muerte, entregó su alma a Dios rodeado de sacerdotes y religiosos, a los 25 años de edad. Su cuerpo, trasladado a Vilna, resplandeció con muchos milagros. Junto a su sepulcro no sólo se vio a una niña muerta recobrar la vida, a los ciegos la vista, a los cojos el poder andar y a los enfermos la salud, sino que se apareció a un ejército de Lituania, atemorizado por su inferioridad ante la invasión de un poderoso enemigo, y le dio la victoria. El papa León X le inscribió en el catálogo de los santos.

 

Oremos.

Oh Dios, que en medio de las delicias reales y de los peligros del mundo fortaleciste con la virtud de la constancia a San Casimiro, te suplicamos que tus fieles desprecien por su intercesión las cosas terrenas, y aspiren siempre a las celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.