sábado, 27 de abril de 2024

DESCÚBRESE CRISTO A LOS DISCÍPULOS. IV DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

 


DESCÚBRESE CRISTO A LOS DISCÍPULOS.

IV DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

 

MEDITACIONES PARA EL TIEMPO PASCUAL

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

IV DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

DESCÚBRESE CRISTO A LOS DISCÍPULOS.

 

1.- Díceles: Echad la red d la mano derecha de la nave. Echáronla, y ya no podían traerla por la multitud de los peces (1). El Señor lo mandó; y aunque no era conocido aún, fue pronta la obediencia de los Discípulos. De aquí provino una pesca tan copiosa. Dios echara bendiciones a lo que hicieres por obediencia. El Señor con su poder juntó los peces al lado derecho, para que los tuviesen allí prontos los obedientes. Dios es el que ha de disponer las almas para que tú puedas pescarlas. Esto no se hizo por arte ni industria, sino por pura piedad del Señor. En nada confíes de tí, sino sólo de Dios. Mando echar la red a la mano derecha, para que aprendas a obrar con santa, no con siniestra intención. Trabajando así, lograras bien tus trabajos.

2.- Dijo, pues, aquel Discípulo, a quien amaba Jesús a Pedro: El Señor es (2). ¿Por qué es Juan el primero que conoce a Jesús? San Jerónimo (3) lo dice así: Jesús estaba en la ribera, ni sabían los Apóstoles a quien veían: solo el virgen conoció al que era virgen. La virginidad conduce mucho para conocer a Dios y las cosas divinas. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (4). 2. San Pedro Crisólogo (5) da otra razón: El primero que ve es el amado, porque siempre el amado mira con más vivacidad. Hazte, pues, digno por el amor de que de Dios seas amado; y, amándote así, Él se te manifestará. 3. Juan da a conocer al Señor a Pedro. Lo que alcanzas de Dios comunícalo a otros sin envidia.

3.- Simón Pedro, oyendo que era el Señor, se vistió la túnica y se arrojó al mar (6). San Jerónimo (7) dice: “No contento con haber visto, impaciente con su deseo, despreciando la pesca, sin acordarse del peligro, luego que ve al Señor en la ribera, le parece que tarda mucho si espera a venir con los demás en la nave” Así el fervor ni sufre tardanzas ni teme peligros. Carea con este tu tibieza. ¡Que lentamente y qué poco obras, aunque conozcas mucho! Deja tardanzas, quita impedimentos. Pedro no se anegó, ni tú te acabarás tampoco.

 

(1) Ibid. (2) Joan., 21. (3) Lib. 1 contr. Jovin. (4) Matth., 5.  (5) Serm. 78. (6) Joan., 21 (7) In c. 24 Luc.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Oración del papa Clemente XI

 

Creo, Señor, haz que crea con más firmeza;

espero, haz que espere con más confianza;

amo, haz que ame con más ardor;

me arrepiento, haz que tenga mayor dolor.

 

Te adoro como primer principio;

te deseo como último fin;

te alabo como bienhechor perpetuo;

te invoco como defensor propicio.

 

Dirígeme con tu sabiduría,

átame con tu justicia,

consuélame con tu clemencia,

protégeme con tu poder.

 

Te ofrezco, Señor,

mis pensamientos, para que se dirijan a ti;

mis palabras, para que hablen de ti;

mis obras, para que sean tuyas,

mis contrariedades, para que las lleve por ti.

 

Quiero lo que quieras,

quiero porque quieres,

quiero como lo quieres,

quiero hasta que quieras.

 

Señor, te pido que ilumines mi entendimiento,

inflames mi voluntad,

limpies mi corazón,

santifiques mi alma.

 

Que me aparte de mis pasadas iniquidades, rechace las tentaciones futuras, corrija las malas inclinaciones, practique las virtudes necesarias.

 

Concédeme, Dios de bondad,

amor a ti, odio a mí,

celo por el prójimo

y desprecio a lo mundano.

 

Que sepa obedecer a los superiores,

ayudar a los inferiores,

aconsejar a los amigos

y perdonar a los enemigos.

 

Que venza la sensualidad con la mortificación,

la avaricia con la generosidad,

la ira con la bondad,

la tibieza con la piedad.

 

Hazme prudente en los consejos,

constante en los peligros,

paciente en las contrariedades,

humilde en la prosperidad.

 

Señor, hazme atento en la oración,

sobrio en la comida,

constante en el trabajo,

firme en los propósitos.

 

Que procure tener inocencia interior,

modestia exterior,

conversación ejemplar

y vida ordenada.

 

Haz que esté atento a dominar mi naturaleza,

a fomentar la gracia,

servir a tu ley

y a obtener la salvación.

 

Que aprenda de ti qué poco es lo terreno,

qué grande lo divino,

qué breve el tiempo,

qué durable lo eterno.

 

Concédeme preparar la muerte,

temer el juicio,

evitar el infierno

y alcanzar el paraíso.

 

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

V/. Regina cæli, lætare; alleluia.

R/. Quia quem meruisti portare; alleluia.

V/. Resurrexit sicut dixit; alleluia.

R/. Ora pro nobis Deum; alleluia.

V/. Gaude et lætare, Virgo Maria; alleluia.

R/. Quia surrexit Dominus vere; alleluia.

 

Oremus:

Deus, qui per resurrectionem Filii tui Domini nostri Iesu Christi mundum lætificare dignatus es, præsta, quæsumus, ut per eius Genetricem Virginem Mariam perpetuæ capiamus gaudia vitæ. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.

 

Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace. R.Amen.

 

***

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.