Comentario al Evangelio
VIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
FORMA EXTRAORDINARIA DEL RITO ROMANO
A
CADA UNO SEGÚN SUS CUALIDADES. A cada uno
de nosotros ha sido dada la gracia en la medida del don de Cristo (Eph.
4,7). Puede hacer de sus dones lo que quiera, y no hay barro al que sea lícito
dirigirse al alfarero quejándose de la forma que le ha dado. Dios nos creó sin
merito alguno por nuestra parte, y lo mismo que sería absurdo que un pastor se
lamentase diciendo ¿Por qué no he nacido hijo de rey?, es ridículo que nos
quejemos de no haber recibido genio, elocuencia, etc.
Sin
embargo, la sabiduría divina, amable siempre, al distribuir las gracias tiene
muy en cuenta las cualidades, capacidad, cargo o ministerio que quiere
confiarnos. Un rey prudente, a pesar de su soberanía, no puede distribuir los
empleos sin mirar las disposiciones de cada uno. Este es el sentido de las
palabras del Señor: A cada cual según su
capacidad (Mt. 25,15).
Según
Santo Tomas (cf. Sum. Theol, 1 q. 108
a. 4), Dios repartió a los ángeles la gracia en proporción a sus facultades naturales,
elevando los más perfectos a las jerarquías más altas, como acontece hoy
todavía dentro de las de la Iglesia, en la que da gracias más abundantes a los
superiores para que puedan cumplir su obligación. Dispuso las aguas con medida, dice Job (28,25), porque no quiere
que se pierdan sus gracias. Si las diera abundantísimas a un hombre incapaz de
usarlas, ¿no sería ayudarle a condenarse?
¡Cuántas
veces el orgullo humano ve con descontento los dones recibidos por otros y que
tú, ¡oh Bondad divina! Le niegas porque le serian funestos! Este rehusarle la
gracia es una gracia.
LA
RECOMPENSA CONFORME AL TRABAJO. Contentémonos, pues, con lo que Dios nos da,
que será probablemente el medio de conseguir otros dones más altos, porque en
realidad, lo útil no es el numero o la altura de los dones recibidos, sino el
empleo que de ellos hacemos. Dios no recompensa el fruto, sino el trabajo (cf.
SANJ ERONIMO, comentando el c. 25 de san Mateo). Cada uno recibirá su recompensa conforme a su trabajo (1 Cor. 3,8).
Obtuvo un predicador fruto abundante y otro muy escaso, pero el premio se
acomodara a sus esfuerzos y no al fruto, que no dependía de ellos.
En
el mismo evangelio, podéis ver que se da un premio igual al que con dos
talentos gano otros dos que al que con cinco gano otros cinco. Por eso repito
que no ambicionemos dones mayores, ya que una dignidad más alta prepara muchas
veces una caída mayor, porque se pedirá mucho al que ha recibido mucho. Cuando
los dones aumentan, aumenta también la cuenta que hay que dar (cf. SAN GREGORIO, Hom. 9 in Evang., 1). He ahí también
un motivo para que sean humildes los que disfrutan de altos cargos. La grandeza
de la gracia ha humillado siempre a los santos.
Santo Tomas de Villanueva
Por gentileza de Dña.
Ana María Galvez