Homilía en la solemnidad de Santiago
Apóstol 2017
Hoy
es en un día grande. Celebramos la fiesta de un Apóstol. Jesucristo Nuestro
Señor quiso fundar la Iglesia sobre la columna de los apóstoles como el nuevo
Israel. Es en el testimonio de los apóstoles donde se fundamenta nuestra fe
cristiana. Gracias a ellos, la fe ha llegado a nosotros generación y tras
generación.
Como
en la sucesión apostólica por la que los obispos reciben bajo el signo de la
imposición de las manos la plenitud del orden sagrado participando así de la
misma potestad de los apóstoles y podrían remontarse en una cadena
ininterrumpida hasta los mismos apóstoles; así también nosotros nos llamamos
cristianos porque ha llegado a nosotros el anuncio de los apóstoles. A su
testimonio y predicación podemos aplicarle las palabras del salmo: “a toda la tierra alcanza su pregón y hasta
los límites del orbe su lenguaje.”
Al
recibir el mandato de Cristo antes de sus Ascensión “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”;
los apóstoles dejaron Jerusalén y fueron por las diferentes regiones conocidas
a predicar el Evangelio. Conocemos la actividad incesante de los apóstoles por
los Hechos de los apóstoles, las cartas de san Pablo y por la Tradición. Una evangelización de todo el mundo conocido
totalmente sorprendente para los medios de la época. Por el testimonio de la
misa Escritura y la tradición podemos enumerar algunos de los lugares donde los
apóstoles han predicado.
San
Pedro dejando Jerusalén se establece primero en Antioquía y después en Roma donde
da testimonio con su propio martirio habiendo escritos su cartas a los
cristianos.
San
Andrés predica en el Oriente Próximo.
San
Juan apóstol predica en Éfeso (actual Turquía) y después en su destierro en la
isla de Patmos dejando el Evangelio y las Cartas.
San
Felipe anuncia el Evangelio primero en Samaria, donde predicó y luego en Armenia,
India, Mesopotamia, Persia y Frigia.
San
Bartolomé apóstol, predicó en Mesopotamia, Persia y Egipto en la India y en
Armenia, donde murió mártir.
Santo
Tomás apóstol, realizó su labor apostólica en Persia y sus alrededores,
llegando también a la India y Etiopía.
San
Mateo apóstol, además de su Evangelio, predica la fe en las naciones bárbaras e
incivilizadas del Este, mencionándose que llega a Persia, a Etiopía, y
probablemente al sur y este de Asia.
San
Judas Tadeo fue misionero de toda la Mesopotamia
San
Simón Apóstol predicó en el Mar Negro, en Egipto, el Norte de África, y Gran
Bretaña
Santiago
el Menor predica en Fenicia, Chipre y Antioquía.
Y,
¿nuestro apóstol? Santiago el Mayor, llega a Hispania, el confín del mundo
conocido, y aquí predica el nombre de Jesucristo, con poco fruto, por la dureza
de los Iberos.
Desolado
y desanimado en su misión, recibe la visita de Nuestra Señora la Virgen en las
orillas del Ebro en la ciudad de Zaragoza que le entrega el pilar como símbolo
de la firmeza y la perseverancia de la fe que él había de tener y que había
también de caracterizar la fe de todo el pueblo español. Vuelto a Jerusalén fue martirizado por orden
de Herodes Agripa I siendo el primero de los apóstoles en beber el cáliz del
Señor.
Sus
discípulos lo traen de vuelta a España y lo entierra en Compostela. Allí como Astro
brillante de España, el Apóstol Santiago descansa entre nosotros, y su gloria como la fe que nos ha llegado por medio
de él pervive entre nosotros que confesamos a Cristo muerto y resucitado por
nuestra Salvación.
Sí,
hoy estamos aquí porque a nosotros ha llegado el anuncio del Apóstol Santiago,
por medio de él hemos llegado a la fe. Las palabras del apóstol Pablo bien
podría decírnoslas Santiago: “aunque tengáis diez mil maestros en Cristo, no
tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del
evangelio.”
Es
un día grande, porque Santiago es modelo para nosotros de seguimiento de
Cristo. En la prontitud de la respuesta a la llamada, en la generosidad de la
entrega. El Evangelio nos dice que pasando Jesús junto al lago viéndolo junto
con su hermano Juan en la orilla repasando las redes, los llamó y ellos
inmediatamente dejándolo todo lo siguieron. Como ellos, también nosotros
debemos dejarlo todo sin anteponer nada al amor de Cristo, porque él lo quiere
todo; no se conforma con una entrega por partes o medida… Ellos como nosotros
también experimentaron la debilidad del pecado y la torpeza, como nos demuestra el Evangelio cuando junto
con su madre se acercan a pedirle puestos importantes o cuando le dicen a Jesús
de enviar un castigo sobre Samaría por lo haberlos acogido. Pero perseveraron
hasta la muerte junto a Cristo, porque junto con él acogieron la invitación de
beber el cáliz del Señor. Como Santiago, nosotros que también aspiramos a
comodidades, a vida sin problemas y exitosas, hemos de saber que Cristo nos
ofrece su cáliz y que con su gracia podremos beberlo: el cáliz de la cruz, el cáliz
del sufrimiento, de la prueba, de la enfermedad, del rechazo, de la soledad
Este
día es un día grande, porque celebramos el
patronazgo del Apóstol Santiago sobre nuestra patria. Creemos en la intercesión
de los santos. Ellos ruegan por nosotros ante la Trinidad Beatísima, siendo
nuestros amigos, abogados e intercesores. Hoy al tributarle el homenaje de
nuestro agradecimiento a tan gran Apóstol, nuevamente nos ponemos ante su altar
para que interceda por nuestra patria y
cada uno de los pueblos que la forman unidos bajo la fe. Pedimos por nuestros
gobernantes, por cada una de las familias y cada uno de nosotros que llevamos
con sano orgullo ser españoles. Sí, españoles y católicos, pues van unidos. Y
si España deja de ser católica, será otra cosa pero dejará de ser España. Habrá
que llamarla de otro modo.
Es
un día grande, porque al celebrar la fiesta del Apóstol Santiago patrono de
España recordamos la historia y el gran legado de todos nuestros antepasados
y las grandes hazañas a las que va unida
la figura del Apóstol y la identidad cristiana de nuestro pueblo. Es lamentable
que España, tan grande por su fe y su historia, sea ahora la que vaya a la
cabeza de la inmoralidad de las leyes y las costumbres queriendo hacer
desaparecer a Dios de la vida pública y de la conciencia de las nuevas
generaciones.
Hermanos:
roguemos con insistencia al Apóstol que interceda por nosotros, que defienda a
su Nación de los enemigos de la fe y de la religión, que avive en nuestro
pueblo la fe. Él, amigo predilecto del Señor, puede conseguir esta gracia,
pidámoslo con confianza.