HOMILÍA DEL OFICIO DE MAITINES SOBRE EL
EVANGELIO DEL DOMINGO
XXI DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San Jerónimo,
Presbítero.
Es
muy corriente entre los Sirios, y singularmente entre los Palestinos, mezclar
parábolas en sus explicaciones para inculcar mejor, por medio de comparaciones
y ejemplos, las enseñanzas que no sería fácil retener con una simple
instrucción. Así, mediante la comparación del Rey y Señor, y del siervo que
debiéndole diez mil talentos obtuvo con sus ruegos la gracia del perdón, enseñó
el Salvador a Pedro que también él debía perdonar pecados de menor
consideración a sus hermanos.
Porque
si aquel rey y señor perdonó tan fácilmente a su siervo una deuda de diez mil
talentos ¿Con cuenta mayor razón deberán los siervos perdonarse mutuamente
deudas insignificantes?.
Para
mayor claridad, pongamos un ejemplo. Al que de nosotros haya incurrido en
adulterio, homicidio o sacrilegio, se le perdona, al pedirlo, crímenes mayores
que la deuda de diez mil talentos con tal que, a su vez, perdone ligeros
agravios, si, por el contrario, nosotros nos mostramos implacables por una
injuria, o si por una palabra molesta vivimos en perpetua discordia, ¿no nos
declaramos nosotros mismos merecedores de la cárcel? ¿no justificamos con
nuestro proceder el que no se nos perdones crímenes mayores?
“Del
mismo modo se portara con nosotros mi Padre celestial si no perdonares de
corazón cada uno a su hermano” ¡Terrible sentencia, si la sentencia de Dios se
ha de acomodar y cambar conforme a nuestras disposiciones! Sino perdonamos a
nuestros hermanos sus ofensas, siempre pequeñas, Dios no nos perdonará nuestros
pecados. Más como cada cual podría decir: nada tengo contra mi hermano, bien lo
sabe él, júzgele Dios; a mí poco me importa lo que él intenta hacer, yo ya le
he perdonado: el Señor mantiene su sentencia y echa por tierra esta simulación
de paz fingida, diciendo: “si no perdonareis de corazón cada uno a su hermano”.