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SOBRE LAS MISERIAS DE LA VIDA HUMANA:
MUDABLE Y ENGAÑOSA
MEDITACIONES
SOBRE LAS VERDADES ETERNAS
Y LA PASIÓN DEL SEÑOR
PARA PEDIR EL AMOR DE DIOS
San Pedro de Alcántara
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los puntos dispuestos para cada día.
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SOBRE LAS MISERIAS DE LA VIDA HUMANA:
MUDABLE Y ENGAÑOSA
Del tratado de la oración y meditación
de san Pedro de Alcántara
Continuamos pensando en las miserias de la vida humana. Considera hoy un cuarto aspecto: cuán mudable es y cómo nunca permanece en un mismo ser. Para lo cual debes considerar cuánta sea la mudanza de nuestros cuerpos, los cuales nunca permanecen en una misma salud y disposición, y cuánto mayor la de los ánimos, que siempre andan como la mar alterados con diversos vientos y olas de pasiones y apetitos y cuidados que a cada hora nos perturban y, finalmente, cuántas sean las mudanzas que dicen de la fortuna, que nunca consiente mucho permanecer, ni en un mismo estado, ni en una misma prosperidad y alegría las cosas de la vida humana, sino siempre rueda de un lugar a otro. Y, sobre todo esto, considera cuán continuo sea el movimiento de nuestra vida, pues día y noche nunca para, sino siempre va perdiendo de su derecho. Según esto, ¿qué es nuestra vida sino una candela, que siempre se está gastando, y mientras más arde y resplandece, más se gasta? (Iob.14,2): ¿ Qué es nuestra vida, sino una flor que abre a la mañana y al medio día se marchita, y a la tarde se seca?
Pues por razón de esta continua mudanza, dice Dios por Isaías (Is.40,6): Toda carne es heno, y toda la gloria de ella es como la flor del campo. Sobre las cuales palabras dice San Jerónimo: Verdaderamente, quien considerare la fragilidad de nuestra carne, y cómo en todos los puntos y momentos de tiempo crecemos y decrecemos, sin jamás permanecer en un mismo estado, y cómo esto que ahora estamos hablando, trazando y escudriñando, se está quitando de nuestra vida, no dudará llamar a nuestra carne heno, y toda su gloria como la flor del campo. El que ahora es niño de teta, súbitamente se hace muchacho, y el muchacho, mozo, y el mozo muy pronto llega a la vejez, y primero se halla viejo que se maraville de ver cómo ya no es mozo. Y la mujer hermosa, que llevaba tras sí las manadas de los mozuelos locos, muy presto descubre la frente arada con arrugas, y la que antes era amable, de ahí a poco viene a ser aborrecible.
Considera el quinto aspecto de las miserias de esta vida: cuán engañosa sea (que por ventura es lo peor que tiene, pues a tantos engaña, y tantos y tan ciegos amadores lleva tras sí), pues siendo fea nos parece hermosa, siendo amarga nos parece dulce, siendo breve, a cada uno la suya, le parece larga, y siendo tan miserable, parece tan amable, que no hay peligro ni trabajo a que no se pongan los hombres por ella, aunque sea con detrimento de la vida perdurable, haciendo cosas por donde vengan a perder la vida perdurable.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS: