sábado, 29 de enero de 2022

SAN FRANCISCO DE SALES, OBISPO, CONFESOR Y DOCTOR DE LA IGLESIA

29 de enero

San Francisco de Sales, obispo, confesor y doctor de la Iglesia

 

Francisco nació en el castillo de Sales —que dio el nombre a su familia— de padres nobles y virtuosos; dio pruebas de la futura santidad desde niño, con la inocencia de sus costumbres y la gravedad de su vida. De joven fue instruido en las disciplinas liberales; luego estudió filosofía y teología en París. Obtuvo con los más grandes elogios el doctorado en ambos derechos en Padua. En la santa casa de Toreto renovó el voto de perpetua virginidad, que había hecho en París; nunca lo apartaron de su firme resolución los artificios del demonio ni las seducciones de los sentidos.

Habiendo rehusado en la corte de Saboya una muy importante dignidad, abrazó el estado eclesiástico. Revestido del sacerdocio, y conseguida una prebenda en Ginebra, cumplió con tal perfección sus deberes, que el obispo Granerio le destinó para trabajar, como heraldo de la divina palabra, en convertir a los calvinistas de Chablais y de otros pueblos limítrofes de Ginebra. Esta misión la emprendió con ánimo, mas tuvo que sufrir duras pruebas; muchas veces los herejes le buscaron para matarle; le persiguiéron con calumnias y asechanzas. Pero en medio de tantas adversidades, brilló su constancia insuperable. Se cuenta que protegido por el auxilio de Dios, convirtió 72000 herejes a la fe católica, entre los cuales muchos que se distinguían por su nobleza.

Muerto Granerio, que había hecho al Santo coadjutor, fue consagrado obispo, y difundió por todas partes los rayos de su santidad, de su celo por la disciplina eclesiástica, de su amor a la paz, de su misericordia en favor de los pobres, y de todas las virtudes más eminentes. Para acrecentar el culto divino, instituyó una nueva Orden de religiosas llamadas de la Visitación de Nuestra Señora, bajo la Regla de San Agustín, a la cual añadió unas Constituciones admirables por su sabiduría, discreción y suavidad. También ilustró a la Iglesia con sus escritos llenos de sabiduría celestial, en los cuales señala un camino fácil para llegar a la perfección cristiana. A la edad de 55 años, mientras volvía de la Galia a Anecio, después de haber celebrado la santa Misa en Lyón, el día de San Juan Evangelista, enfermó gravemente, y subió al día siguiente al cielo. Su cuerpo fue trasladado a Anecio, donde recibió sepultura en la iglesia de las monjas de la Visitación. Pronto resplandeció su sepulcro con la gloria de los milagros. Habiéndolos comprobado en debida forma, Alejandro VII, Papa, inscribió a Francisco en el número de los santos, señalando su fiesta para el día 29 de enero. El Sumo Pontífice Pío IX, por un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, le constituyó Doctor de la Iglesia universal.

 

Oremos.

Oh Dios, que quisiste que el bienaventurado Francisco, tu Confesor y Pontífice, se hiciera todo para todos por la salud de las almas: concédenos benignamente que, llenos de la dulzura de tu caridad, por los consejos y méritos de este santo, consigamos los eternos goces de la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.

 

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