Comentario al Evangelio
I DOMINGO DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
REMEDIOS CONTRA LAS TENTACIONES
- LA ORACION. “Apenas experimentamos alguna tentación, haz como los niños pequeños cuando ven al lobo, o al oso en el campo, que inmediatamente corren a los brazos de su padre o de su madre, o al menos los llaman en su ayuda. Recurre a Dios invocando su auxilio y su misericordia; este es el remido que el Señor nos enseñó (Mt. 25,41): Velad y orad para no caer en la tentación” (ibid., c7 p.234).
- LA SANTA CRUZ. “Y si ves que ella, a pesar de todo, continua o aumenta, corre en espíritu a abrazarte a la santa Cruz, con si tuvieses a Cristo crucificado delante de ti (ibid., p.235).”
- PROTESTA Y RENUNCIA CONTRA LA TENTACION. “Protesta jamás consentir y pídele fuerzas, perseverando contra el mal mientras te dure la prueba” (ibid.).
- APARTA LA MENTE. “Después de tales actos de protesta y de renuncia no mires cara a cara a la tentación; pon los ojos solamente en nuestro Señor, pues si te fijas demasiado en ella, sobre todo siendo muy violenta, te expondrías a ser vencido” (ibid.).
- OCUPARSE EN BUENAS OBRAS. “Divierte el espíritu en cualquier obra buena y digna de alabanza, cuyos pormenores, al penetrar dentro del corazón y ocupar en él un puesto, desplazaran a las tentaciones y a las sugestiones malignas” (ibid.)
- ABRIR LA CONCIENCIA AL DIRECTOR ESPIRITUAL. “El gran remedio contra las tentaciones sean grandes o pequeñas, es desahogar el corazón, haciendo participe de las sugestiones, los sentimientos y afectos que experimentes a tu director; la primera condición impuesta por el enemigo al alma que busca seducir es el silencio, como lo suelen hacer los que intentan seducir a las mujeres y jovencitas, que antes de nada les aconseja callar esas propuestas a los padres y maridos respectivos; por el contrario, Dios, mediante sus inspiraciones, nos ordena ser claros con nuestros superiores y directores” (ibid.).
- NO DISCUTIR CON EL ENEMIGO. “No discutas con tu enemigo y no le respondas palabra, a no ser lo que le dijo Cristo cuando le lleno de confusión; Apártate, Satanás, pues escrito esta: Al Señor tu Dios adoraras y a él solo servirás (Mt 4,10)… El alma devora, viéndose asaltada por la tentación, no debe perder el tiempo en discusiones ni altercados, sino volver a Jesucristo, su esposo, haciéndole protestas reiteradas de fidelidad y de empeño decidido de perseverar siempre suya” (ibid.).
San Francisco de Sales
Transcripto por Dña.
Ana María Galvez