Señor, bien sabes que no aspiramos a otra cosa sin a vivir y morir en tu amor; ahora alimenta estos deseos nuestros al igual que los has hecho brotar e infúndeles la firmeza y reciedumbre que nosotros no podemos prometernos, dada la mutabilidad e inconstancia de nuestro corazón. "Por las sendas trazadas ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies" (Sal 16,5). Señor, da fuerza a mis pasos, para que no vacilen o yerren el camino emprendido.
Dios omnipotente, a Ti que mantienes colgada la tierra en el universo, que has formado los cielos como trono de tu gloria, a ti no será difícil ni - me atrevo a decir _ menos , glorioso conferir a mi alma la misma estabilidad.
Hazme inquebrantable ante todas las tentaciones, inexpugnable a todos los asaltos de mis enemigos. Apriétame a Ti con lazos indisolubles; une mi voluntad a la tuya con tanta fuerza que resulten una sola voluntad, de modo que la mía sea recta, santa y sobre todo constante e inmutable como la tuya.
Concédeme, Oh Dios, morir en el seno de tu Iglesia, fuera de la cual no hay salvación; haz que expire en los brazos de la cruz, de la que brota el manantial de nuestra salvación; en el Corazón de Jesús Crucificado, en El que es la misma Salvación y Redención.
Y como no puedo vivir sino a través de Ti, haz que viva únicamente para Ti. Y, en fin, alcánzame morir en tu alabanza y tu amor y, si es posible, de amor a Ti. Amen.