Oh María Consolata,
Madre de Jesús y Madre mía,
permíteme que con la confianza de hijo
recurra hoy en mis penas a ti.
Tú no cierras tu corazón materno
a nadie de
los que vienen a darte gracias en este Santuario.
Querida Madre derrama
abundantemente sobre mí
vuestros consuelos,
lo cuales me conforten y alegren en
esta vida
y me dispongan a la alegría eterna. Así sea.