SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria
del Rito Romano
Venida la noche, la
barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra, desde donde viéndolos
remar con gran fatiga (por cuanto el viento les era contrario), a eso de la
cuarta vela de la noche vino hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo ademán
de pasar adelante. Mas ellos, como le vieron caminar sobre el mar,
pensaron que era algún fantasma, y levantaron el grito; porque todos le
vieron y se asustaron, pero Jesús les habló luego, y dijo: ¡Buen ánimo!, soy
yo, no tenéis que temer.
Y se metió con ellos
en la barca, y se echó al instante el viento, con lo cual quedaron mucho más
asombrados. Y es que no habían hecho reflexión sobre el milagro de los
panes; porque su corazón estaba aún ofuscado. Atravesado, pues, el lago,
arribaron a tierra de Genesaret, y abordaron allí. Apenas desembarcaron,
cuando luego fue conocido. Y recorriendo toda la comarca empezaron las
gentes a sacar en andas a todos los enfermos, llevándolos donde oían que
paraba. Y doquiera que llegaba fuesen aldeas o alquerías, o ciudades, ponían
los enfermos en las calles, suplicándole que les dejase tocar siquiera el ruedo
de su vestido; y todos cuantos le tocaban quedaban sanos.
Evangelio según San Marcos 6,47-56.