viernes, 26 de febrero de 2016

ESTÁ MÁS CERCA DE LOS QUE TRABAJAN CON DILIGENCIA. San Ambrosio


Homilía de maitines

VIERNES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN AMBROSIO, OBISPO
Libro 9 sobre el cap. 20 de San Lucas
Muchos atribuyen diversos significados al nombre de viña. Pero es evidente que Isaías por el nombre de viña del Señor de los ejércitos entiende el pueblo de Israel. Esta viña, ¿quién sino el Señor la plantó? Este es quien la alquiló a unos colonos, partiendo después a un país lejano. No que el Señor salga de un lugar para ir a otro, puesto que siempre está presente en todos los lugares, sino porque está más cerca de los que trabajan con diligencia, y lejos de los perezosos. Estuvo ausente por mucho tiempo, a fin de que su premura en reclamar los frutos no pareciera inmoderada. Así, cuanto mayor fue su benignidad, tanto más inexcusable fue la obstinación de los colonos en su mala voluntad.
Por lo mismo dice muy bien San Mateo que la cercó con una valla. Esto significa que la rodeó con la valla de la divina protección, a fin de que no pudieran penetrar en ella los enemigos espirituales. “Y cavó en ella un lagar”. ¿Cómo podemos entender cuál sea este lagar, sino refiriéndonos a los Salmos que se titulan: “Para los lagares”, por lo mismo que en ellos se nos muestran con más fervor los misterios de la Pasión del Señor? Por eso consideraban como embriagados a aquellos que inflamaba el Espíritu Santo. El Señor cavó, pues un lagar, a fin de que el zumo del racimo misterioso fluyese por una infusión espiritual.
“Edifico una torre”, a saber: elevo el edificio de la Ley hasta su remate; y esta viña así fortificada, provista y adornada, la alquilo a los judíos. “Y en el tiempo de los frutos envió a sus siervos”. Bien dijo en tiempo de los frutos, no en el de la cosecha. Ya que ningún fruto produjeron los Judíos, ningún provecho reportó esta viña; de la cual dice el Señor: “Espere que produjera uvas y no tuvo sino espinas”. Así que los lagares no manaron vino de alegría, ni zumo espiritual, sino enrojecida sangre de los Profetas.
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Galvez