miércoles, 26 de noviembre de 2025

27. INGRATITUD DE LA TIERRA CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO. MES A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

DÍA 27

INGRATITUD DE LA TIERRA PARA CON EL PURGATORIO

 

MES DE NOVIEMBRE

EN SUFRAGIO DE

LAS BENDITAS ALMAS

DEL PURGATORIO

Francisco Vitali

 Por la señal…

ORACIÓN INICIAL

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

 

Se lee lo propio de cada día.

DÍA 27

MEDITACIÓN

Ingratitud de la tierra para con el Purgatorio

Si todos los cristianos oyesen, como conviene, las voces de la naturaleza, de la religión y de la patria, si escuchasen las insinuaciones de la sangre, de la amistad y de los beneficios, sí cumpliesen los deberes de sus prometimientos y los que emanan de rigurosa justicia, deberían llover en tanta abundancia los sufragios sobre el horno del Purgatorio que bastarían a extinguir aquellas ardientísimas llamas que abrasan a nuestros difuntos. Mas, es tal la esterilidad de la tierra que, o no cae en él una sola gota de refrigerio que mitigue tan grandes ardores, o es tan rara que se asemeja, por decirlo así, al rocío de la mañana que en la estación del calor más bien abrasa que refresca. De aquí es que, en vez de alivio, reciben de la tierra aquellas almas aumento de pena y de dolor a causa de nuestro cruel olvido, tanto más reprensible, cuantos mayores son los títulos que nos obligan a aliviarlas. Hagamos, al menos, que no se nos pueda echar en cara un olvido semejante. ¡Qué contraste, dice san Cirilo, forman el Purgatorio y la tierra! En aquella profunda cárcel padecen las almas todo género de tormentos en medio del fuego y en la tierra no hay quien vuelva una piadosa mirada para compadecerse de ellas. De allá, con la voz entrecortada por el llanto, imploran auxilio y socorro, y aquí no hay quien benigno preste oído a tales voces. De allá se reclaman los prometidos sufragios y el cumplimiento de los legados piadosos, y aquí no hay quien religiosamente extienda la mano para cumplir tales deberes. Allá se consumen en exclamaciones y en lágrimas de desolación, y aquí ninguna alma se conmueve, ningún corazón se enternece por abrir las puertas de aquella prisión de fuego. ¿Quién creería jamás tanta barbaridad en los hombres, tanta crueldad en los cristianos, tanta ingratitud y perfidia en los más queridos amigos y parientes?, ¿seremos acaso nosotros de este número?, y ¿qué hacen las almas del Purgatorio en cambio de tanta dureza?, ¿clamarán por venganza?, ¿implorarán castigos? Ya la divina justicia arde en un santo enojo contra nuestra inhumana crueldad, y ¡miserables de nosotros si uniesen las voces de aquellas almas para estimularla! Mas hijas e imitadoras fieles de aquel Dios que desde la cruz pedía perdón para los mismos que le crucificaban, misericordia claman, piedad, perdón para aquel hermano, para aquel hijo, para aquel esposo, que olvidados de ellas, han prolongado su martirio en medio de las llamas. La piadosa voz de tan amadas hijas templa el justo enojo del Dios de las venganzas y se convierten en misericordia los castigos merecidos por nosotros. Si, pues, no nos mueven sus gemidos, muévanos al menos su piedad y recompensémosla con tan fervorosos sufragios que logremos libertarlas para siempre de tan desapiadados tormentos.

 

ORACIÓN

No miréis, ¡oh Señor!, nuestro olvido e ingratitud para con aquellas almas abandonadas, sino escuchad sus voces, que son voces que aclaman piedad y perdón para nosotros. No nos haremos ya en lo de adelante, sordos y duros, insensibles e ingratos para con el Purgatorio. Nos penetraremos de las penas tan atroces que sufren en aquella cárcel de dolores, las traeremos de continuo en la memoria y no dejaremos jamás de mitigarlas y abreviarlas con copiosos sufragios. Mas vos, ¡oh Señor!, perdonadnos nuestro pasado descuido, concedednos el no volver a caer más en él y dadnos gracia y fuerza para mantener siempre constante nuestro santo propósito. Amén. 

 

JACULATORIA

Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.

(x3)

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

 

Padre nuestro… (se recita en silencio)

 

V. Libra, Señor, sus almas.

R. De las penas del infierno.

V. Descansen en paz.

R. Amén.

V. Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a ti nuestro clamor.

 

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre  propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

V. Dales, Señor, el descanso eterno.

R. Y brille para ellos luz perpetua.

V. Descansen en paz.

R. Amén.