martes, 25 de noviembre de 2025

26. EJEMPLOS DE DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Un buen soldado que hasta la vejez había servido honradamente a Carlo Maguo, hallándose en artículo de muerte, llamó al único sobrino que quedaba de la familia, y no teniendo más bienes que un caballo con sus arreos, le encargó que lo vendiese después de su muerte, y emplease el precio en sufragios de su alma.

Aceptó el sobrino el deber de cumplir la voluntad de su tío, quien murió de allí a pocas horas; pero el hecho no correspondió a la promesa. Era el caballo tan precioso que, comenzando el joven a servirse de él en algunos viajes, le pareció tan bueno, que se lo hacía cosa muy dura el deshacerse de él.

Iba, por tanto, dilatando la venta, y pasando días y aun meses, se adormeció su conciencia de manera, que llegó a olvidarse enteramente de su tío, y de la obligación que le había dejado, tanto, que ya miraba el caballo como propio; pero mientras disfrutaba de él tranquilamente, una voz desconocida vino a turbar su paz en una


noche, y la voz era la de su tío, el cual le reprendió su cruel descuido: ¿por qué, lo dijo, has tu violado la obligación que yo te impuse, y la fe que tú me juraste?

Por ti he debido sufrir largos y penosos tormentos en el Purgatorio; más por la misericordia de Dios estoy ya libre, y en este instante vuelo a gozar de la gloria eterna. Pero sábete, que en pena de tu delito te espera una muerte próxima, y después de la muerte un singular castigo para ejemplo de otros.

Y no sólo serás castigado por tus culpas, sino también por las mías, y pagarás por mí lo que me quedaba por satisfacer a la divina justicia. Desfallecido a tal intimación el sobrino, y pensando arreglar sus cosas para la otra vida, cumplió el legado de su tío, dispuso su propia alma para evitar la muerte eterna, mas no pudo evitar la enunciada muerte del cuerpo, que de allí a pocos días vino a arrebatarlo.

La ingratitud y la injusticia para con los difuntos, es muy aborrecible a los ojos de Dios, que la castiga muchas veces en este mundo y en el otro. Sírvanos, pues, de lección saludable el ejemplo de otros, para no cometer tan grave delito.