DÍA 19
Desea Dios que se hagan copiosos sufragios por las almas del Purgatorio
MES DE NOVIEMBRE
EN SUFRAGIO DE
LAS BENDITAS ALMAS
DEL PURGATORIO
Francisco Vitali
Por la señal…
ORACIÓN INICIAL
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.
Se lee lo propio de cada día.
DÍA 19
MEDITACIÓN
Desea Dios que se hagan copiosos sufragios por las almas del Purgatorio
Las almas del Purgatorio fueron en vida obedientes a la ley de Dios, justas en sus obras victoriosas de sus enemigos, de aquí es que el Señor las ama y las aprecia con indecible cariño y les tiene dispuestas en el Cielo coronas inmarcesibles de gloria. Dios, entre tanto, debe portarse con ellas, a manera de un enemigo y castigarlas en ademán inflexible; así es que, dividido entre los rigores de la justicia y los tiernos impulsos de la misericordia, vuelve alternativamente sus miradas ora a aquellas almas pacientes, ora a nosotros que podemos darles la libertad, y mientras por exigirlo así su eterna ley, se vuelve airado hacia aquellas, movido de su benéfico corazón se vuelve a nosotros como fuente de toda piedad; mientras a ellas las rechaza, a nosotros nos solicita, nos estimula, nos mueve y llega hasta rogarnos que le libremos de tan penoso contraste, que le hagamos una dulce violencia, que detengamos su diestra armada, que le arrebatemos de ella azote con que hiere y atormenta a aquellas sus queridas esposas. ¿Y podremos nosotros dar a Dios una negativa? ¿De cuánto placer no sirvió a Abraham, forzado a sacrificar a su hijo Isaac, la aparición de aquel ángel propicio que le detuvo la diestra? ¿Cuánto gozo no causó a Saúl su pueblo, cuando con generosa oposición libró de la muerte al valeroso Jonatán? Pues mucho más agradaremos nosotros a Dios cuando vea que nos le oponemos piadosamente en el acto en que atormenta a las almas del Purgatorio intentando librarlas del pesado azote de su justicia. Mas, ¡ay, cuánto el duelo al ver que nos mostramos sordos a su solicitud e inflexibles a las acerbísimas penas de aquellas sus hijas! No hay, repite con inconsolables gemidos por boca de su profeta, no hay un hombre piadoso que se oponga a mis iras y calme los furores de mi justicia. ¿Y podremos nosotros comprender estos afectos del Señor y quedamos en completa inacción, sin procurar socorro al Purgatorio? Secundemos, pues, ¡oh cristianos!, concluye Job, secundemos las piadosas miras de nuestro celestial soberano y hagamos todos los esfuerzos posibles para consolarle en sus queridas hijas. ¿Qué medianero hay más poderoso? ¿Qué intercesor más eficaz? Nosotros, que por necesidad tenemos que postrarnos tan a menudo a los pies del Altísimo para impetrar millares de gracias, ¿no le otorgaremos hoy ésta que nos pide?, ¡ah, no seamos tan insensibles!, hagamos de dioses con el mismo Dios y con una generosa copia de sufragios empeñemos de tal manera su bondad, que no nos niegue sus gracias en lo venidero, sino que como lo hizo con el Santo Job cuando rogaba por sus amigos, nos las redoble y acreciente según su gran misericordia.
ORACIÓN
Son para nosotros, ¡oh gran Dios!, muy dignas de veneración vuestras voces, son muy dignos de ser cumplidos vuestros deseos. Deseáis vos y nos pedís que rescatemos del Purgatorio a las almas para que vuelen a ser bienaventuradas en vuestro seno. Aquí nos tenéis prontos a empeñarnos de todos modos en corresponder a los deseos de vuestro corazón. Nada dejaremos por hacer de cuanto pueda contribuir a tan santo fin, y cuando veáis, ¡oh Señor!, que nuestra caridad va entibiándose, os pedimos que con vuestra gracia nos enfervoricéis de nuevo para que podamos finalmente llegar a romper aquellas abrasadas cadenas y a conseguir con nuestros sufragios la eterna felicidad a vuestras hijas. Amén.
JACULATORIA
Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.
(x3)
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Padre nuestro… (se recita en silencio)
V. Libra, Señor, sus almas.
R. De las penas del infierno.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a ti nuestro clamor.
Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para ellos luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.