lunes, 17 de noviembre de 2025

18. CON LAS SANTAS INDULGENCIAS SE SUFRAGA A LAS ALMAS. MES A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

DÍA 18

MEDITACIÓN

Con las santas indulgencias se sufraga a las almas del Purgatorio.

 

MES DE NOVIEMBRE

EN SUFRAGIO DE

LAS BENDITAS ALMAS

DEL PURGATORIO

Francisco Vitali

 Por la señal…

ORACIÓN INICIAL

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

 

Se lee lo propio de cada día.

DÍA 18

MEDITACIÓN

Con las santas indulgencias se sufraga a las almas del Purgatorio.

Otro eficacísimo medio, cuyo origen se remonta a los tiempos apostólicos y con el cual se sufraga a las almas del Purgatorio, son las santas indulgencias, merced a las cuales se remite la pena temporal debida a los pecados. Los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, de María Santísima y de los Santos forman este precioso tesoro, y así como estos méritos constituyen un valor infinito, así las santas indulgencias pueden concederse sin límite alguno, más el dispensarlas, está reservado a los pastores de la Iglesia y principalmente al Sumo Pontífice Romano. Hay indulgencias concedidas a los vivos, las cuales no se ganan sino por quien cumple las obras prescritas, y otras en favor de los difuntos, las cuales pueden ser aplicadas por los vivos. ¡Oh, cuán benigno ha sido el Señor en multiplicar los medios de socorrer al Purgatorio! Entre las indulgencias, unas son parciales, que perdonan una sola parte, y otras plenarias, que perdonan toda la pena temporal que a cada pecado estaba prescrita en los antiguos cánones penitenciales. Por lo cuál, si se gana una indulgencia parcial por las almas de los difuntos, se descuenta ordinariamente parte de su deuda; si una plenaria, te borra ésta enteramente y libres de aquella cárcel de fuego vuelan a gozar la eterna felicidad del Paraíso. ¡Oh!, ¿quién hay entre nosotros que no pueda procurar tanto bien al Purgatorio? Todos tenemos la misión legítima de hacerlo, todos lo podemos

si queremos, y cuanto más generosa es la Iglesia en abrirnos sus tesoros en favor de aquellas almas que tanto padecen, seremos más inexcusables si no lo hacemos. Para ganar las santas indulgencias por los difuntos se requiere el estado de gracia y la ejecución de las obras prescritas. El primer requisito, pues, es el estar libre de todo pecado mortal en el cumplimiento de las referidas obras, y si alguno no lo estuviere, debe purificarse con una buena y santa confesión. El segundo es practicar las obras prescritas, las cuales de ordinario consisten en la confesión, comunión y el rezo de algunas preces según la voluntad del concedente. Y es de notar que las personas que acostumbran acercarse cada ocho días al sacramento de la penitencia pueden ganar todas las indulgencias que caen en el curso de la semana, aunque no se confiesen con más frecuencia. El medio, pues, de las santas indulgencias no sólo aprovecha a las almas del Purgatorio, sino que además santifica las nuestras con el uso de los sacramentos y con el ejercicio de las virtudes. Sea, por tanto, nuestro empeño recoger este doble fruto de tan saludable medio de salvación.

 

ORACIÓN

Cuanto más grande, ¡oh Señor!, es vuestra dignación en proveernos de abundantísimos medios con que aliviar a las almas del Purgatorio, tanto mayor debe ser nuestro empeño en valemos de ellos en favor de aquellas infelices no menos que de nuestras propias almas. Las santas indulgencias son un tesoro inagotable, abierto siempre a beneficio de los vivos y de los difuntos, y tanto más os complacéis, cuanto más se enriquecen de él los fieles. He aquí, pues, ¡oh Señor!, que nosotros hacemos intención de ganar todas las indulgencias concedidas por el ejercicio de esta devoción y os prometemos ganar también otras en lo sucesivo para sufragar al Purgatorio y para nuestro propio aprovechamiento. Más vos, ¡oh Señor!, prevenidnos, acompañadnos, asistidnos siempre con vuestra gracia en tan devoto empeño para que no falten en nosotros las disposiciones necesarias para conseguir copioso fruto. Amén. 

 

JACULATORIA

Eterno Padre, por la preciosísima sangre de Jesús, misericordia.

(x3)

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.

R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

 

Padre nuestro… (se recita en silencio)

 

V. Libra, Señor, sus almas.

R. De las penas del infierno.

V. Descansen en paz.

R. Amén.

V. Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a ti nuestro clamor.

 

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, especialmente por las almas de nuestros familiares, amigos y bienhechores (pueden nombrarse por su nombre  propio), para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

V. Dales, Señor, el descanso eterno.

R. Y brille para ellos luz perpetua.

V. Descansen en paz.

R. Amén.