sábado, 22 de noviembre de 2025

23. EJEMPLOS DE DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Gran cuestión se suscitó un día entre dos insignes religiosos de la Orden de Predicadores, Bertrán y Benito, sobre cuál fuese acto más sublime de caridad, si emplearse en sufragar a los difuntos, o en convertir a los pecadores.

Sostenía Bertrán la parte de los pecadores diciendo: que el Verbo Divino había venido del cielo a la tierra expresamente a buscarlos, que están en continuo peligro de perderse eternamente, y que cooperar a su salud es lo mismo que cooperar a la grande obra de la redención divina; mientras que las almas del Purgatorio están ya en estado de seguridad, y si sufren tormentos, estos son temporales y en breve irán a gozar la gloria eterna del Paraíso.

A todo esto, replicaba Benito defendiendo la causa de las almas del Purgatorio, que después de su muerte el Redentor descendió a la prisión para librarlas de sus cadenas, y que, si los pecadores están ligados por las culpas, sus vínculos son voluntarios, y que pueden romperlos con la gracia de Dios cuando quieran, mientras las del Purgatorio están allí detenidas en atrocísimos tormentos, sin poderse ayudar de modo alguno.


Por lo cual, así como es más digno de ser socorrido un enfermo acosado de dolores, el cual do puede hacer uso de sus miembros para ayudarse, que un méndigo sano y robusto que por mera poltronería yace en el más asquerosa miseria, así debe preferirse siempre el socorro de las almas desoladas del Purgatorio, que la conversión de los pecadores; aunque la obra más perfecta será aquella que haga extensiva la caridad a las unas y a los otros.

Pero Bertrán fio cedía al peso de tan convincentes razones, por lo cual permitió el Señor que un alma del Purgatorio en una noche viniese a su encuentro con un enorme peso material y que se lo cargase sobre las espaldas, y así agobiándole le hiciese sufrir mucho, para que reconociese por experiencia aquella verdad que negaba raciocinando.

Después de esto cedió muy de veras a socorrer las almas de los difuntos con todo género de sufragios, y fue después tanto más devoto del Purgatorio, cuanto en lo pasado había sido poco solícito. No siempre permite Dios estos sucesos, más el hecho de Bertrán sea una instrucción útil para nosotros que nos enfervorice en la devoción y en el alivio de aquellas infelices prisioneras. Fr. Teodoric de Apol. lib. 3 de la vida de Santo Domingo c. 8.