miércoles, 9 de noviembre de 2022

HIZO BIEN SUBIENDO A UN ÁRBOL, PORQUE ÉL DEBÍA CONVERTIRSE EN UN ÁRBOL BUENO QUE LLEVARA BUENOS FRUTOS. San Ambrosio


9 de noviembre

Dedicación de la Archibasílica del Salvador de Letrán

 

Homilía de maitines

 

Homilía de San Ambrosio, Obispo

Libro 8 sobre San Lucas, cerca del fin.

Habiendo oído hablar Zaqueo (hombre de baja estatura, esto es, de baja alcurnia y de pocos méritos como lo era el pueblo gentil) del advenimiento del divino Salvador, al cual los suyos no habían recibido, tenía grandes deseos de verle. Pero nadie ve fácilmente a Jesús; nadie que permanezca en la tierra puede ver a Jesús. Y por lo mismo que no podía apoyarse ni en los profetas ni en la ley; es decir, careciendo de toda gracia natural, sube a un sicómoro, como hollando con sus pies la vanidad de los judíos y corrigiendo los errores de su vida pasada. Y por lo mismo recibió a Jesús en lo interior de su morada.

Hizo bien subiendo a un árbol, porque él debía convertirse en un árbol bueno que llevara buenos frutos, y arrancado de un acebuche para ser injertado contra su naturaleza en un buen olivo debía llevar el fruto de la ley. Porque la ley entre los judíos era una raíz santa, pero tenía ramas inútiles; su gloria era vana, y el pueblo gentil se elevó sobre ellos por su fe en la resurrección, como por una cierta elevación corporal. Zaqueo, pues, estaba sobre el sicómoro y el ciego al borde del camino; el Señor espera a uno de ellos para usar de misericordia con él; al otro le ennoblece y le honra hospedándose en su casa; pregunta a uno para curarle y se invita Él mismo en casa del otro sin que éste le invitase. Sabía cuán abundante sería la recompensa que daría a su hospitalidad, y si no había oído la voz de Zaqueo invitándole, había visto ya los sentimientos de su corazón.

Para que no parezca que pronto prescindimos de aquel ciego por desprecio a los pobres, y pasamos al rico, aguardémosle, ya que también le aguardó el Señor; preguntémosle, ya que también le preguntó Cristo. Nosotros le preguntaremos porque no le conocemos. Él le interrogó porque le conocía. Nosotros le preguntamos a fin de saber cómo Jesús le preguntó a fin de que en el ejemplo de uno solo, conociéramos lo que se debe hacer para ver al Señor. Le preguntó a fin de que viésemos que nadie puede salvarse sin la confesión de la fe.