ESTAMOS AQUÍ DE PASO, COMO VIAJEROS Y PEREGRINOS. San Cipriano
Del Libro de S. Cipriano, Obispo y Mártir, sobre la Mortalidad.
Hacia el final.
Hay que considerar y meditar con frecuencia, hermanos, que hemos renunciado al mundo, y que estamos aquí de paso, como viajeros y peregrinos. Amemos el día que establece a cada uno en su verdadera morada, el día que, arrebatándonos a este mundo y rompiendo los vínculos terrenales, nos devolverá al paraíso y al reino de los cielos. ¿Quién, hallándose en país extranjero, no apetecería volver pronto a la patria? ¿Quién, al embarcarse para ir a reunirse con los suyos, no desearía un viento propicio que le permitiera abrazar más pronto a quienes tanto ama?
Si consideramos que nuestra patria es el cielo; si tenemos ya allí a nuestros padres, los Patriarcas, ¿cómo no corremos ansiosos de ver la patria y de saludar a nuestros padres? Nos esperan allí innumerables almas amigas; desean nuestra llegada la multitud que forman nuestros padres, hermanos e hijos, tranquilos ya acerca de su inmortalidad pero solícitos aún por nuestra salvación. ¡Cuál será la común alegría que experimentaremos ellos y nosotros al poder por fin vernos y abrazarnos, gozando del reino de los cielos, sin temor a la muerte, seguros de vivir eternamente! ¡Oh suma y perpetua bienaventuranza!
Allí están el glorioso coro de los Apóstoles, el grupo de los Profetas, llenos de alegría, la innumerable multitud de los Mártires coronados por sus victorias en las luchas y tormentos que soportaron. Allí triunfan las Vírgenes que sometieron el deleite de la carne y de los apetitos sensuales con la virtud de la continencia. Son premiados allí los misericordiosos que, al socorrer a los pobres con alimentos y dádivas, hicieron obras de justicia y trasladaron, según los divinos mandamientos, su patrimonio terreno a las arcas celestiales. Corramos con ardor, hermanos, a su encuentro, con ansias de estar pronto en su compañía, para ser dichosos de estar pronto nosotros cerca de Cristo.