Comentario al Evangelio
V DOMINGO DE PASCUA
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
De tal modo
que nuestra oración sea eficaz lo cual depende del objeto que pidamos. Debemos
pedir:
1.-Algo. Es dios. Pidamos, por tanto, bienes
espirituales. Es eterno. Pidámoslos eternos. Si pides bienes temporales, no
pides nada.
Santiago
dice que si no recibimos, es porque pedimos mal (4,3), y pedimos mal cuando
solicitamos cosas contrarias a nuestra salvación, en cuyo caso nos niega con su
misericordia lo que, si nos diese, seria efecto de su ira. Un enfermo pide la
salud, y, si la obtuviera, marcharía al vicio; un pobre quiere riquezas, y con
ellas se condenaría…Si Dios les oyese, sería un efecto de su ira. El salmista
dijo: Los abandoné en su obstinado
corazón (Ps. 80,13); y en otro lugar: Les
dio lo que ardientemente deseaban, pero mando la podredumbre a sus entrañas (Ps.
105,15).
En
consecuencia debemos pedir de un modo absoluto los bienes espirituales,
condicionalmente los otros bienes, como talento, ciencia, etc., en cuanto que a
Dios le plazca, si son útiles para nuestra salvación. Los bienes temporales nos
es permitido pedirlos tan solo para subvenir a nuestras necesidades.
San
Pablo, apóstol, y por lo tanto, del número de aquellos a quienes se les había
dirigido las palabras del Evangelio de hoy, pidió por tres veces al Señor que
le librase del aguijón de la carne, y, sin embargo no lo consiguió por no serle
provechoso. Muchas veces se nos niega una gracia y se nos concede, como en este
caso a Pablo, otra mayor.
2.-Al Padre. Esto es, en
estado de gracia, para poder ser hijos. ¿Quién se atrevería a pedir un favor a
su enemigo? ¿Quieres que Dios haga tu voluntad en las cosas Grandes, y tú no
haces la suya en las pequeñas? ¿Desprecias sus mandamientos y esperas favores?
(cf. San Agustín, Meditaciones c.3). Dios
no escucha a los pecadores cuando le piden favores terrenos; pero si le piden
la salvación, no rechaza nunca un corazón
contrito y humillado (Ps. 50,19).
El
Señor resume toda esta doctrina con estas palabras: Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedís lo
que quisiereis, y se os dará (Io. 15,7). Y el mismo evangelista, en su
primera Epístola (3,21), lo corrobora diciendo: Carísimos, si el corazón no nos arguye, podemos acudir confiados a
Dios, y si pedimos, recibiremos de Él, porque guardamos sus preceptos y hacemos lo que es grato en su
presencia. ¿Qué tiene que ver que los labios pidan misericordia, si las
obras demandan venganza? La voz de las obras es la más potente.
3.-En mi
nombre. San
Agustín advierte que el nombre de Jesús significa Salvador, y por lo tanto,
todo lo que se pide contrario a nuestra salud es contrario al nombre del Señor.
En nuestra oración debemos invocar siempre al Padre y al Hijo, como lo hace la
Iglesia. Modelo de oración, el Padrenuestro.
4.-Para
nosotros. Aun
cuando las obras que ejecutamos en beneficio de nuestro prójimo son más
perfectas, sin embargo, la oración no es efectiva más que cuando pedimos el
bien espiritual para nosotros mismos; pues si lo pedimos para el prójimo, puede
acaecer que este oponga el obstáculo de su mala voluntad.
SANTO TOMAS DE VILLANUEVA
Por gentileza de Dña.
Ana María Galvez