Oh Virgen, tu gloria supera todas las cosas creadas. ¿Qué hay que
se pueda semejar a tu nobleza, madre del Verbo Dios? ¿A quién te compararé, oh
Virgen, de entre toda la creación? Excelsos son los ángeles de Dios y los
arcángeles, pero ¡cuánto los superas tú, María! Los ángeles y los arcángeles
sirven con temor a aquel que habita en tu seno, y no se atreven a hablarle; tú,
sin embargo, hablas con él libremente. Decimos que los querubines son excelsos,
pero tú eres mucho más excelsa que ellos: los querubines sostienen el trono de
Dios; tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus brazos. Los serafines
están delante de Dios, pero tú estás más presente que ellos; los serafines
cubren su cara con las alas no pudiendo contemplar la gloria perfecta; tú, en
cambio, no sólo contemplas su cara, sino que la acaricias y llenas de leche su
boca santa.
***
Acoged, oh Virgen Santísima, nuestras súplicas, y acordaos de
nosotros.
Dispensadnos los dones de vuestras riquezas y de la abundancia de
las gracias de que estáis llena.
El Arcángel os saluda y os llama llena de gracia.
Todas las naciones os llaman bienaventurada, todas las jerarquías
del Cielo os bendicen, y nosotros, que pertenecemos a la jerarquía terrestre,
os decimos también Dios te salve, oh llena de gracia, el Señor es contigo;
ruega por nosotros, oh Madre de Dios, Nuestra Señora y nuestra Reina.