30 de noviembre
SAN ANDRÉS, APÓSTOL
Comentario al Evangelio
de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino.
Mateo
4, 18-22
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio dos
hermanos, Simón, que después se llamó Pedro y Andrés su hermano, que arrojaban
las redes al mar: eran pescadores: Y les dijo: "Venid conmigo, y os haré
pescadores de hombres". Y ellos inmediatamente dejando las redes le
siguieron. Y marchando de allí, vio otros dos hermanos, Jacob el del Zebedeo y
a su hermano Juan, que estaban con su padre en el barco remendando sus redes, y
los llamó. Y ellos, abandonando en seguida a su padre y a las redes, le
siguieron. (vv. 18-22)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Jesucristo
llama a los apóstoles antes de decir ni hacer nada, para que nada se les
oculte, ni de las palabras, ni de las obras de Jesucristo; para que después
puedan decir con toda seguridad: no podemos menos de decir lo que hemos visto y
oído. De aquí que se dice: Andando Jesús junto al mar de Galilea.
Rábano
El mar de
Galilea es el mismo lago de Genezaret; el mar de Tiberíades es el lago de las
Salinas.
La glosa
Con toda
oportunidad el que ha de pescar pescadores va por los lugares donde hay pesca.
Y por ello prosigue: Vio dos hermanos, Simón, que después se llamó Pedro y
Andrés su hermano.
Remigio
Vio, no sólo
corporalmente, sino de una manera espiritual, mirando a sus corazones.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,2
Los llamó
cuando estaban en sus ocupaciones, manifestando que conviene anteponer la
obligación de seguir a Jesucristo a todas las ocupaciones. De donde prosigue:
arrojando las redes al mar, lo que incumbía al oficio de aquéllos, por lo que
sigue: "eran pescadores".
San Agustín, sermones, 197,2
No eligió
reyes, o senadores, o filósofos, u oradores, sino que eligió hombres que eran
sencillos, pobres e ignorantes pescadores.
San Agustín, in Ioannem, 7,17
Si hubiese
sido elegido un docto, acaso hubiese dicho que había sido elegido por sí mismo
y que lo había merecido por su sabiduría. Nuestro Señor Jesucristo queriendo humillar
las cervices de los soberbios, no buscó un pescador en un orador, sino que, de
un pescador sacó uno que había de mandar. San Cipriano fue un gran orador, pero
antes estuvo Pedro que era pescador.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Los
artesanos profetizaban con su trabajo la gracia de la dignidad futura; porque
así como arrojan la red al agua y no saben qué clase de pescados habrán de
sacar, así el sabio cuando arroja las redes de su palabra sobre el pueblo, no
sabe los que habrán de acercarse a Dios. Sin embargo, se adherirán a su
predicación los llamados por Dios.
Remigio
Dios habla
de estos pescadores por Jeremías, diciendo: "Os enviaré mis pescadores y
os pescarán". Por ello se añade: "Venid en pos de mí".
La glosa
No tanto con
los pies, como con el afecto y la imitación. "Y os haré pescadores de
hombres".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Esto es,
maestros. Y con la red de la palabra de Dios captarás a los hombres del mundo
tempestuoso y peligroso, en donde los hombres no andan sino que son heridos.
Porque el diablo, cuando los empuja hacia el mal, en donde se comen los hombres
unos a otros como los peces más fuertes devoran a los más jóvenes para que,
trasladados, vivan en la tierra como miembros del cuerpo de Cristo.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 5,1
Pedro y
Andrés no habían visto que Jesucristo hubiese hecho algún milagro. Nada habían
oído del premio eterno y, sin embargo al oír la voz del Salvador se olvidaron
de todo lo que creían poseer. De donde se sigue: Pero ellos en seguida, dejando
las redes le siguieron. En ello debemos ver más bien el afecto de los bienes,
pues mucho dejó quien nada conservó para sí; mucho ha abandonado quien renunció
con las cosas que poseían sus concupiscencias. Los que le seguían dejaron tanto
como podían apetecer los que no le seguían. Nuestros actos exteriores, por
pequeños que sean, agradan a Dios. Y no consideremos cuánto sea el sacrificio
que cuestan sino cómo los manifestamos. El reino de Dios no tiene precio: vale
tanto cuanto tienes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Los
discípulos nombrados no siguieron a Cristo buscando el honor de sabios, sino el
precio de su trabajo. Conocían cuán preciosa es el alma humana, cuán grata es
su santidad en la presencia de Dios y cuán grande es la recompensa ofrecida.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,2
Creyeron en
una promesa tan grande y comprendieron por los sermones que oyeron, que ellos
podrían convocar a otros hombres.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Deseando
estas cosas, siguieron a Cristo dejando cuanto les rodeaba, en lo cual nos
enseñaron que nadie puede aferrarse a las cosas de la tierra y marchar
perfectamente al cielo.
La glosa
En estas
cosas se muestra un modelo para aquéllos que todo lo dejan por seguir a
Jesucristo y se ofrece también una lección a aquéllos que posponen a Dios,
incluso a sus afecciones carnales. De donde se dice: Y marchándose de allí, vio
a otros dos hermanos. Observa que los llama de dos en dos, como en otro lugar
se lee, que los mandó también de dos en dos a predicar.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 17,1
Como que
aquí se nos insinúa que aquél que no tiene caridad con otro no debe tomar a su
cargo la predicación: dos son los preceptos de caridad y ésta no puede darse
con menos de dos personas.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Puso con
mucha propiedad los fundamentos de la Iglesia sobre la caridad fraterna; para
que subiendo como la savia por el tronco del árbol llegue hasta las ramas. Y lo
hizo sobre la caridad natural, para que la caridad sea más fuerte, no sólo por
la gracia, sino también por la naturaleza. Por ello dice: hermanos. Así lo hizo
Dios en el Antiguo Testamento, colocando en Moisés y Aarón el fundamento de su
edificio. Pero como la gracia del Nuevo Testamento es mucho mayor que la del
Antiguo, edificó el primer pueblo sobre una sola fraternidad y el segundo sobre
dos. Dijo Santiago el del Zebedeo y a su hermano Juan que estaban con su padre
Zebedeo en el barco, remendando sus redes, lo cual es indicio de una pobreza
extrema. Remendaban las viejas porque no tenían para comprar redes nuevas. Y
explica a la vez la gran caridad de ellos, porque en tanta pobreza favorecían a
su padre, tanto que lo llevaban consigo en el barco, no porque él pudiese
ayudarles con su trabajo, sino para que se consolase con su presencia.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,2
No es
pequeña esta demostración de piedad, soportar con gusto la pobreza, alimentarse
con su justo trabajo, vivir juntos por la virtud del amor, tener consigo y
cuidar a su padre.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
No nos atrevemos a estimar cuánto sea el mérito de los primeros que se prestaron veloces a predicar, que siendo tan pobres que todavía componían sus redes, las arrojaban al mar; sólo Jesucristo era quien podía apreciar su mérito. Acaso se dice que aquéllos arrojaban sus redes por Pedro que predicó el Evangelio, pero no lo escribió. Y en cambio los otros fueron llamados a componerlas, por San Juan que escribió un Evangelio.
Prosigue.
"Y los llamó": estaban unidos viviendo en una misma habitación,
concordes por el amor, iguales en el oficio y juntos por la piedad. Por ello
los llamó a la vez, no fuera que unidos por tantos motivos los separase una
vocación diferente.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,2
Llamándolos,
nada les ofreció, como a los primeros. La obediencia de aquéllos que
inmediatamente le siguieron, les preparaba el camino; pero habían oído muchas
cosas del Salvador, como unidos familiarmente y por medio de consanguinidad.
Prosigue.
"Ellos, habiendo dejado a su padre y sus redes, le siguieron".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 7
Tres cosas
debe dejar el que viene a Jesucristo: las torpezas carnales que se figuran en
las redes; el gusto por las cosas del mundo, figurado en el barco; y la
familia, figurada en el padre. Dejaron, pues, el barco para ser constituidos en
gobernadores de la nave de la Iglesia. Dejaron las redes, para no traer más
peces a la ciudad de la tierra, sino para que condujesen a los hombres a las
regiones eternas del cielo. Dejaron un padre, para que se les constituyese en
padres espirituales de todos.
San Hilario, in Matthaeum, 3
Se nos
enseña, pues, en éstos que dejan su oficio, su patria y su casa por seguir a
Jesucristo, a no detenernos por las preocupaciones de la vida secular ni por la
costumbre de vivir en la casa paterna.
Remigio
Se designa
místicamente este mundo por el mar, en atención a la amargura de sus aguas y a
la constante agitación. Galilea significa voluble o rueda y representa la
volubilidad del mundo. Anduvo Jesús junto al mar, cuando vino a vivir entre
nosotros por medio de la encarnación. Por estos dos hermanos se designan los
dos pueblos, que fueron creados por Dios Padre a los que vio cuando se volvió a
ellos con misericordia. Por Pedro, que quiere decir conocedor y se llama Simón,
esto es, obediente, se designa el pueblo judío, porque conoció a Dios por medio
de la ley y lo obedeció por medio de sus preceptos. Andrés quiere decir viril o
decoroso y se entiende por él al pueblo gentil, que habiendo conocido a Dios,
persevera firme en la fe. Llamó a estos pueblos cuando envió sus predicadores,
diciendo: "Venid en pos de mí", esto es, abandonad al engañador y
seguid al Creador. Fueron los Apóstoles constituidos en pescadores de los
hombres de estos pueblos, esto es, en predicadores, habiendo dejado las naves,
esto es, los deseos carnales y las redes, es decir, las concupiscencias del
mundo, y siguieron a Jesucristo. Por Santiago se entiende también al pueblo
judío, que venció al demonio por el conocimiento de Dios. Por San Juan se
entiende al pueblo gentil, que se salvó únicamente por la gracia. Zebedeo, a
quien dejaron y se entiende como fugitivo o caído, significa el mundo que pasa
y el demonio que cayó del cielo. Por Pedro y Andrés que arrojaron las redes al
mar, se designan aquéllos que son llamados por Dios en la primera edad,
arrojando de la nave de sus cuerpos las redes de la concupiscencia carnal, en
el mar de este mundo. Por Santiago y Juan, remendando las redes, se designan
aquéllos que vienen a Cristo después de los pecados y en presencia de las
adversidades, recobrando lo que perdieron.
Rábano
Las dos naves son figuras de dos Iglesias: aquella que fue llamada por la circuncisión y aquella que fue llamada por el prepucio. Cualquier fiel se convierte en Simón, obedeciendo a Dios; en Pedro, conociendo su pecado; en Andrés, sufriendo con valor los trabajos; y en Santiago, rechazando los vicios.
La glosa
Y San Juan
parece que todo lo atribuye a la gracia de Dios. Por lo tanto sólo se habla de
la vocación de cuatro Apóstoles, por medio de los cuales se designa la
predicación en las cuatro partes del mundo.
San Hilario, in Matthaeum, 3
También se
figura en esto el Números de los cuatro futuros evangelistas.
Remigio
Por esto
también se designan las cuatro virtudes principales: la prudencia se refiere a
San Pedro, por el conocimiento de Dios; la justicia a San Andrés, por el vigor
de sus obras; la fortaleza a Santiago, por sus triunfos sobre el demonio; y la
templanza a San Juan, por el efecto de la divina gracia.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,17
Puede llamar la atención el por qué San Juan dice que San Andrés siguió al Señor, no en Galilea sino junto al Jordán, con otro cuyo nombre se calla y que, después, San Pedro recibió el nombre del Señor. Los otros tres evangelistas dicen que fueron llamados de la pesca y en ello están conformes principalmente San Mateo y San Marcos, porque San Lucas no nombra a San Andrés, el cual (según se sabe), estaba en la misma barca. Esto también está poco conforme con lo que dijo el Señor a San Pedro, como recuerda San Lucas: "Desde ahora serás pescador de hombres". Lo que San Mateo y San Lucas cuentan que dijo a los dos. Pero pudo primero decírselo a San Pedro, según San Lucas, y después decírselo a los dos, según los demás. Con todo lo que ya hemos dicho de San Juan, debe entenderse con toda exactitud, puesto que hay diferencia de lugares, de tiempo y de vocación. Pero debe entenderse también que San Pedro y San Andrés no vieron al Señor junto al Jordán y se le unieron ya para siempre, sino que sólo conocieron quién era y admirados de El volvieron a sus casas. Recopila casualmente lo que había pasado en silencio, porque habla sin ninguna diferencia de tiempo consiguiente: "Andando, pues, junto al mar". Debe averiguarse también cómo los llamó separadamente de dos en dos, según cuentan San Mateo y San Marcos. San Lucas dice que Santiago y San Juan fueron llamados como compañeros de San Pedro para ayudarlo y que todos juntos, habiendo sacado sus barcas a la tierra, siguieron a Jesucristo. Aquí debe entenderse que en este primer llamado sucedió lo que dice San Lucas y que ellos volvieron otra vez a tomar peces según su costumbre. No se le había dicho a San Pedro que ya nunca pescaría, puesto que siguió ejerciendo este oficio después de la resurrección del Señor, sino que habría de pescar hombres. Y después sucedió lo que dicen San Mateo y San Marcos. No lo siguieron después de sacar sus barcas a la tierra, prescindiendo del cuidado de volver, sino que lo siguieron entonces, porque así se les mandaba.