sábado, 30 de noviembre de 2024

DE EL GRAN MANDAMIENTO DE LA CARIDAD. DOMINGO XXVIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 


DE EL GRAN MANDAMIENTO DE LA CARIDAD.

DOMINGO XXVIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

MEDITACIONES

PARA EL TIEMPO  DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO

SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN

PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

DOMINGO XXVIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

DE EL GRAN MANDAMIENTO DE LA CARIDAD.

 

1.- Preguntóle un doctor de la ley: ¿Maestro, cuál es el principal mandamiento que Dios quiere que se cumpla más que todos? Dícele Jesús: Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, etc. Éste es el mayor y primer mandamiento (1); ¿Entiéndeslo? Primero: luego por aquí se ha de empezar. Mayor entre todos: luego aquí se ha de concluir. El amor es el rey y primer móvil de los afectos. Luego hacia aquí los debes mover todos, y tu amor debe ser arrebatado, como a su fin, a aquel Señor, fuera del cual nada hay amable. ¿Has tenido, pues, este precepto por el primero y el máximo? ¿No has preferido jamás a Dios alguna cosa? ¡Ojalá que nunca hubiera sido! A lo menos de aquí adelante sea el primero y mayor cuidado de todos: Amar a Dios. Lo que mostrarás, si diriges a Él todas las cosas; si no das parte alguna de tu corazón a las criaturas, amándolas fuera de Él; si tuvieres aliento de insultar con el Apóstol a las dificultades, diciendo: ¿Quién será capaz de apartarnos de la caridad (2)?

2.- Mas el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (3). La regla de amar al prójimo la tiene cada uno en sí mismo. Ninguno se ama así con ficción; ninguno se ama sino sinceramente; nadie quiere para sí el mal, aún el más mínimo; ninguno hay que no quiera para sí el bien, y entre los bienes el más aventajado. Debes, pues (y este también es mandamiento grande), amar al prójimo sin ficción, apartar de él cuanto pudieres, todo mal, y procurarle el bien. Pero advierte que tu prójimo no es uno solo, sino todos. No debes, pues, fijar en uno solo tu afecto, de tal modo que lo apartes de los demás.

3.- De estos dos mandamientos pende toda la ley, y los profetas (4). Aquí tienes el motivo para que ames a Dios y al prójimo. La observancia de la ley te e absolutamente necesaria. ¿Quieres no faltar en ella en cosa alguna? Así por cierto lo debo esperar de un hombre cuerdo. Pues ama, porque el que ama, llenó la ley (5).Dirige hacia aquí tus pensamientos, tus palabras, tus obras, de suerte que toda tu vida sea un puro ejercicio de amor.

 

(1) Matth., 22. (2) Rom., 8. (3) Matth.,22. (4) Matth., 22. (5) Rom., 13.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…

Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…

¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.