REGLAS
PARA VIVIR SANTAMENTE.
Hay muchísimos, a quienes toda la vida se les pasa en propósitos, y llegando la hora de la muerte, se encuentran muy llenos de buenos deseos, y muy vacíos de buenas obras, cuando ya no hay tiempo de enmendarlo. Para que tú, devoto lector, no incurras en este tan perjudicial engaño, suponiendo, que la meditación de las máximas, que te he propuesto este mes, ha excitado en tu alma algunos impulsos de devoción, y deseos de componer una vida muy ajustada, que te asegure la salvación, quiero proponerte un modo fácil de reducir a la práctica estos deseos, y un método de acciones virtuosas para cada año, mes, semana, y aun para cada día.
CADA AÑO.
1. Señalar un día para emplearle únicamente en el cuidado de tu alma, y en este tiempo hacer confesión general a lo menos del año pasado, o desde la última, escogiendo para este efecto un Confesor docto, santo, y de quien tengas una entera satisfacción, para continuar en adelante en confesar con él, y consultarle todas tus cosas, lo que importa sumamente para caminar con acierto debiendo persuadirte, que Dios le asistirá, más que a ninguno otro, para que te dirija con su consejo.
2. Prepararse, y disponerse para las festividades más solemnes, con particulares ejercicios de piedad, como ayunos, penitencias, novenas, más oración, y lección de aquella fiesta, o misterio para vivir santamente.
3. Celebrar con particular devoción las fiestas del Señor, y de la Virgen Santísima visitando alguna Iglesia, o altar de su invocación, y confesando, o comulgando aquel día.
CADA MES.
1. Tomad por particular patrón de todo el mes algún Santo, celebrando su día con ejercicios de mayor piedad, y devoción.
2. Determinad un día al mes, en el cual por espacio a lo menos de media hora, os tomareis cuenta del adelantamiento o atraso que hubiereis hecho en el aprovechamiento de vuestra alma, y lo manifestareis sinceramente a vuestro director.
3. Comulgareis en el mes las veces que vuestro padre espiritual os ordenáre, renovando en este tiempo los buenos propósitos que habéis hecho; y si aun no hubiereis determinado el estado que debéis tomar, este es el tiempo de pedirle a Dios luz, para no errar una elección de tanta consecuencia, de cuyo acierto las más veces depende la salvación; pues teniendo a Dios dentro de vos mismo, oiréis más de cerca su voz.
CADA SEMANA.
1. Santificareis las fiestas, a mas de oirá devotamente la Misa, acudiendo a alguna Congregación, asistiendo al sermón, y otros ejercicios santos, visitando alguna Iglesia, donde haya indulgencia, o esté expuesto el Santísimo Sacramento.
2. No dejéis en todo caso de acudir a donde se enseña la Doctrina Cristiana; y si os halláis en estado de instruir a otros, hacedlo con mucha paciencia, y caridad, entendiendo que este es oficio de Apóstol, y de mucho mérito para con Dios.
3. Asistid siquiera un día a la semana a alguna Iglesia donde se tiene oración, y se hace algún ejercicio de penitencia corporal; y tanto en la oración, como en las mortificaciones seguiréis el consejo de vuestro Padre espiritual.
CADA DÍA.
1. Dejad la cama a buena hora, y sea lo primero levantar vuestro corazón a Dios, ofreciéndole todas las acciones de aquel día, pedidle que no permita caigáis en algún pecado, especialmente en aquellos a que más os inclinan vuestras pasiones; proponed la enmienda de todo corazón. Tened intención de ganar todas las indulgencias que podáis aquel día; encomendaos muy de veras a la Virgen Santísima, al Ángel Custodio, al Santo de vuestro nombre, y a los que tuviereis por especiales abogados, y a las santas almas del Purgatorio. Para ejercitar todos estos actos por la mañana hay varias prácticas impresas; y así os podréis valer de alguna de ellas, para proceder con mejor método.
2. Emplead por lo menos un cuarto de hora en oración mental, oíd todos los días Misa con devoción, leed algún libro espiritual, y procurad no perder el fruto leyendo después libros profanos, y dañosos. A la noche examinareis todas las acciones, pensamientos, y palabras de aquel día, si hallareis algo bueno, daréis gracias a Dios, a quien debéis atribuirlo; de lo malo le pediréis perdón, imponiéndoos alguna penitencia, y proponiendo la enmienda.
3. Procurad con muy particular cuidado huir de las malas compañías, de las conversaciones inmodestas, de los juegos inmoderados, y en general vivir con una suma cautela para no caer en los lazos, que cautelosamente os arma el demonio, ocultando el peligro de las ocasiones.
4 Entre día, y con la mayor frecuencia que podáis, acordaos, que Dios os mira, y particularmente en las tentaciones de que fuereis combatido, acudid a su Majestad con algunas oraciones jaculatorias. Ofrecedle vuestras acciones indiferentes, el estudio, los negocios de vuestro estado, la recreación honesta, dando gloria al Señor en todas las cosas, y procurando en todas aumentar vuestros merecimientos. Huid el ocio, origen de muchos, y graves pecados, atended seriamente al estudio, al cuidado de vuestra casa, y familia, según fuere vuestro estad, porque esto es lo que Dios quiere de nosotros. Finalmente tened entendido, que cual fuere vuestra vida, así os hallareis en la hora de la muerte. A vista mors, a morte æternitas, S. Bern.: De la vida pende la muerte, y de la muerte la eternidad. Se encarga, que siempre que se oiga la hora del reloj, se rece el Ave María con devoción, y se hagan familiares estas Jaculatorias: Alabad purísima Virgen María a Dios en todo tiempo, no permitáis ofendamos a un Dios tan bueno, y con ternura, y afecto especial esta Purísima Virgen María, el corazón os doy y el alma mía. A gloria de Dios, y bien de las almas.
FIN.